|2| Cuidado con el Pierce que miras y cuidado con la casa donde vives

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|2| Cuidado con el Pierce que miras y cuidado con la casa donde vives

Nunca confío en una narcisista.

Pero ellos ME AMAN.

Así que los toco como un violín

Y lo hago ver tan fácil.

Porque por cada mentira que digo ellos me dicen tres.

Así es como funciona el mundo.

I Did Something Bad — Taylor Swift

Reconocería esos ojos.

Un par de un gris brillante y profundo. Que parece estar lleno de secretos, vida y picardía.

Otro par tan oscuros, fríos y llamativos. Que parecen estar apagados pero contener un gran misterio.

Y un par de colores distintos. Adictivos. Como si en ellos hiciera una eterna espiral que no se puede dejar de mirar.

—¿Y? ¿Ya conociste a mis hijos? —vuelve a preguntar Camille con una radiante sonrisa.

Mi cuerpo tiembla ligeramente. ¿Y si...? ¿Puede que ellos sean los asesinos de mis padres? ¿Puede que ella sea la asesina de mis padres? No. No. Ellos murieron por la mafia, ¿Verdad?

—Más o menos —respondo sin poder mirar a ninguno de esos chicos.

No es solamente el color de sus ojos. Todo en ellos grita dos palabras totalmente distintas pero que parecen una con ellos: ATRACCIÓN y PELIGRO. Si se trata de ellos parece que ambas vienen juntas.

Sus cuerpos musculados y perfectos, como si cada célula de ellos hubiese sido pintada por un excelente artista. Sus auras tan llenas de tensión, magnetismo. Algo en ellos te invita a mirarlos y dejar tu vista en sus labios, sus ojos, sus brazos. Algo en ellos te hace fantasear con subirte encima de ellos. Algo en ellos te atrae demasiado. Algo no, todo.

—Él es Ashton —me señala Camille al chico del baño, el que por accidentes de la vida acabé viendo como vino al mundo antes de siquiera saber si nombre —Es mi hijo mayor. Parece un poco seco, pedante y engreído pero... Lo es.

Yo me echo a reír y Ashton pone los ojos en blanco. Se cruza de brazos y noto como los músculos de estos se contraen de la manera más sexy posible.

Jamás unos brazos me parecieron tan... Hermosos. Con esas venas marcadas, los tatuajes contando historias mediante relojes, cartas, coronas y arlequines.

—Mamá. ¿Le puedes decir a la niñata que no me gusta que invadan mi espacio personal? ¡Y ella lo ha invadido completamente! —habla el chico con voz enfurecida mientras me fulmina con la mirada.

Camille me mira con el ceño fruncido, sin entender.

—Me dices niñata pero ni siquiera me hablas teniéndome en frente. Tú eres el infantil aquí, Ashtoncito —le encaro.

Él me mira con la ira brillando en sus ojos. Lo he retado y no le ha gustado.

—¿Querés que te hablé a ti? Bien. No quiero que me mires como si fuera un pastel que quieres devorar, acabas de dejar los pañales y es asqueroso que una niña me mire con deseo —ruge acercando su rostro al mío, tanto que siento su aliento a... ¿Fresas? No lo sé pero es delicioso.

Buscando una respuesta que calle a esta imbécil...

¡Listo! Enviando respuesta a los labios... 60%...

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H E L LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora