vacunas y helado

407 36 60
                                    

Había sido otro día desastroso en la guardería, eran las cuatro y media de la tarde y los padres recién llegaban a recoger a sus criaturas del lugar.

La señorita Yuki estaba sentada en el suelo con su ropa llena de compota de manzana, con un rostro que reflejaba sufrimiento.

– Amo mi trabajo, amo mi trabajo... – Repetía como su de un mantra se tratase.

Annie y Ryutaro corrían junto a Sigma por todo el salón, pues al parecer estaban en una persecución policiaca.

Mientras otros niños jugaban por el lugar y los padres de llegaban uno a uno para recoger a sus hijos.

– ¡Mío! – Chilló un pequeño.

– ¡Ño es mío! – Le respondió el otro.

Ambos parecían estar forcejeando por un oso de peluche.

La señorita Yuki estaba entregando a una niña cuando la pelea se desató.

Por su parte la profesora Aiko, estaba cambiando de ropa a otra de las pequeñas, pues de había regado su jugo encima. 

Mientras Yuki entraba en pánico una pequeña niña de no más de 8 años entro al lugar en forma silenciosa y con gracia.

Su cabello violeta estaba atado perfectamente en una trenza y se veía elegante con su uniforme escolar.

La pequeña observó la situación analizando el suceso.

– ¿Qué sucede? – Le preguntó a los niños.

Ambos empezaron a balbucear intentando explicar la situación.

La niña miro a su alrededor examinando el lugar, ese pequeño oso era de un estilo clásico bastante común.

– Tal vez tienen peluches similares. – Les comento y los niños se miraron entre si.

Era posible.

– Vaya, serás buena detective. – Le hablaron por la espalda. – Si observas bien el lugar encontrarás la prueba.

La niña miro al señor que le había hablado y asintió.

Tras unos minutos pudo encontrar un oso similar debajo de las frazadas de la siesta.

Este tenía un moño morado, mientras el otro lo tenía en negro.

Se acercó a los niños y les dió ese peluche, ambos sonrieron e intercambiaron el muñeco, quedando así en manos de su dueño.

– Eres muy lista. – Le halagó.

– Señor, usted parecía saber la respuesta desde un inicio. – Le dijo.

– Claro, eso es porque soy el mejor detective del mundo. – Le sonrió.

La profesora Aiko llegó junto a Annie y Ryutaro quienes aún se veían con mucha energía.

– Señor Fukuzawa, buen día. – Saludo al hombre.

– Profesora Aiko ¿Cómo se comportaron mis pequeños dulces hoy? –

– Ellos se portan bien siempre. – Le dijo con una sonrisa.

Ambos pequeños saludaron a su madre emocionados.

– Señor Dostoyevsky, ya traigo a Sigma-chan. – Dijo en forma de saludo.

La jovencita levanto su cabeza para ver a su madre detrás suyo.

– Ima, pensé que traería a Sigma. – Comentó el Omega.

– Mamá, es que me distraje. – Confesó.

– Está bien, princesa. –

– ¡Mamá! ¡Neechwan! – Grito Sigma al ver a la pequeña junto a su madre.

Little candys - BSD (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora