SOLSTICIO DE VERANO XVII

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Puse mis manos en los hombros de Jeremy y le fui separando lentamente. Este me miró confuso, sin saber muy bien qué decir, y sonreí para relajarle.

—Y ahora, ¿qué se supone que tenemos que hacer? —preguntó con timidez, bajando su mirada.

—Por ahora, volver con los demás. Se extrañarán si no nos ven a ninguno de los dos por allí, ¿no crees? —aparté las manos de su cuerpo y carraspeé algo nervioso.

—Sinceramente, en estos momentos no tengo ganas de estar con nadie que no seas tú —se mordió el labio inferior, sin llegar a mirarme todavía.

—¡Pero bueno...! —reí—. ¿Y eso? —puse mi dedo índice bajo su barbilla e hice que me mirase.

—Estaré pensando demasiado todo el rato —respondió en un tono de voz un poco más alto a la vez que fruncía el ceño.

—Tienes razón —suspiré—. Yo estoy aún en shock —pasé una mano por mi nuca.

—Ya... —dijo, observando mis movimientos.

—No vuelvas a comportarte como estos días anteriores nunca más —le miré serio.

—Vale —asintió.

—¿Me lo prometes? —me incliné de nuevo hacia él, poniendo una mano en su mejilla.

—Te lo prometo —sonrió, clavando sus ojos en los míos.

—Bien, vamos —me levanté rápidamente, seguido del rubio—. Podemos hablar luego, duerme conmigo —comencé a andar hacia el principio del muelle.

—Pero...

—Tranquilo, lo haré disimulado —le interrumpí—. ¿No era yo un experto en manipular a la gente según tú? —me giré hacia él con una sonrisa burlona.

—Lo eres —rio algo más relajado.

—Pues confía en mí —tiré de su brazo para que estuviéramos a la misma altura.

El camino de vuelta fue bastante silencioso, pero nada incómodo. Cuando llegamos, nos encontramos de frente a Gary y a Zac, quienes nos estaban buscando preocupados.

—¿Dónde demonios estabais? —preguntó Zac con un rostro enfadado.

—Estaba un poco mareado y fui a dar un paseo para tomar el aire —me encogí de hombros.

—El aire... —repitió.

—Sí, el aire —carcajeé.

—Este es uno de los mejores lagos de todo Canadá, estamos al aire libre —alzó una ceja a la vez que se cruzaba de brazos.

—Lo que Ben quiere decir... —intervino Jeremy, poniendo una mano sobre mi hombro—. Es que estaba un poco agobiado con la gente y quiso alejarse un rato —explicó, haciendo que hasta yo me lo creyera.

—Así es —le sonreí a Zac de una manera adorable.

—¿Y tú? —preguntó Gary, señalándole con un sándwich en su mano.

—Yo... —titubeó

—Jeremy vino a buscarme y el muy tonto se perdió —reí falso, pero lo suficientemente creíble para ellos—. Total, que me lo he encontrado de vuelta.

Jeremy quitó su mano de mi hombro y me asesinó con la mirada, a lo que yo le miré y guiñé un ojo.

Seguimos la fiesta y, al poco tiempo, sin darme cuenta de que habían desaparecido las chicas, estas salieron de la casa con un pastel enorme de merengue. La superficie la decoraba unas fresas cubiertas de chocolate y, en el centro, dos velas con el número de años que cumplía; veinte. Conforme traían la tarta hacia mi sitio en la mesa, todos empezaron a cantar "cumpleaños feliz". Siempre me había dado mucha vergüenza ese momento desde que era pequeño, pero como era un buen actor, lo disimulaba genial. Además, Jeremy estaba a mi lado y eso hacía que yo sólo me concentrara en escuchar su divertida voz al cantar.

SEASONS; Un Amor A Través De Las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora