SOLSTICIO DE INVIERNO XI

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Las ganas de hacer mis necesidades urinarias fueron las que me despertaron aquella mañana. Salí del baño y me encontré con mis padres, listos para bajar las escaleras.

-Buenos días, hijo -mi padre se detuvo justo antes de bajar el primer escalón.

-Buenos días -respondí en un bostezo.

-¿Qué tal anoche? -preguntó mi madre.

-Bien, estuve con Jeremy celebrando su examen y se quedó a dormir -contesté aún sin estar despierto del todo.

-Ah, ¿aún está dormido? -dijo mi padre.

-Sí.

-Bueno, entonces nos vamos ya. Sólo hemos venido a cambiarnos de ropa. Tenemos tiempo libre al medio día, así que podremos descansar. Pasadlo bien -siguió hablando esa vez en un tono tan bajo que casi era un susurro.

-Descansad, por favor -sonreí y me despedí con la mano mientras bajaban las escaleras.

Entré de nuevo en mi habitación y cerré la puerta con el pestillo por si acaso. Me acerqué a mi cama, observando la tan angelical cara de Jeremy al dormir, y me metí bajo las sábanas para arrimar mi cuerpo al de él. Le rodeé con mis brazos y piernas, y empecé a darle suaves besos por el hombro que continuaron por su cuello. El rubio se movió, sin abrir los ojos, quedando de cara a mí. Sonreí y le observé durante un par de minutos, acariciándole el pelo, apartando los mechones que se le pegaban la cara. Le besé en los labios y, al separarme, vi cómo intentaba disimular una sonrisa, cosa que me hizo saber que ya estaba despierto, así que comencé a besarle con más ganas, acariciando su labio inferior con mi lengua. Bajé mi mano por su espalda hasta pararla en su culo, el cual manoseé sin pudor alguno y sin dejar de besarle. Entonces, Jeremy dejó escapar un suspiro de sus labios que provocó que me riera.

-¿Cuánto tiempo más vas a hacerte el dormido? -pregunté sobre su oído.

-Es que estoy muy a gusto -contestó sin ni si quiera abrir los ojos.

-Ya veo -reí a la vez que me separaba de él.

Jeremy soltó un quejido y colocó sus brazos alrededor de mi cuello, aferrándose a mi cuerpo como si de un koala se tratase.

-Buenos días -abrió los ojos y miró a los míos con una radiante sonrisa.

-Buenos días, precioso -di un cariñoso beso en su mejilla-. ¿Qué quieres hacer hoy?

-Me da igual mientras sea contigo -me devolvió el beso, provocando con él y las palabras que acababa de pronunciar que mi vientre bajo fuera arrasado por un tornado de emociones.

-Ah, bueno, pues matemos a alguien -carcajeé, encogiéndome de hombros.

-Si es lo que te apetece hacer, yo te acompaño -me siguió la risa, a lo que yo le mordí el cuello mientras me echaba encima de su cuerpo-. Tengo hambre -dijo sobre mi oído, ya que yo seguía con la boca en su cuello.

-Bajemos a desayunar -contesté una vez alcé mi cabeza para mirarle. Le di un último beso en los labios y salimos de la cama para bajar a la cocina.

Una vez listo el desayuno, nos sentamos a la mesa, disfrutando del silencio matutino y leyendo cada uno las notificaciones o noticias en nuestros móviles. Dejé de mirar el mío para terminar mi leche con cacao y observar a Jeremy, ya que prefería esa vista mil veces más que la de la pantalla del móvil.

-¿Qué miras? -dijo sin llegar a mirarme mientras arrastraba su pulgar por la pantalla de su smartphone.

-La mermelada de ciruelas que tienes en la barbilla -solté una carcajada.

SEASONS; Un Amor A Través De Las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora