SOLSTICIO DE INVIERNO V

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—Sólo llevamos un mes de clase y siento que ya no puedo más —Rachel se quejó a la vez que se sentaba en una de las mesas de la cafetería.

—Anímate —contestó Alice a su lado.

—Gracias por el gran consejo —la miró con desgana, apoyando su cara en la mano del brazo que tenía sobre la mesa.

—No te queda otra —respondió vacilante, haciéndonos reír a los chicos.

Nos encontrábamos en una de las cafeterías de la Universidad para comer algo, ya que todos coincidimos en tener ese rato libre. A mí ya sólo me quedaba una hora por delante para acabar mis clases de ese día.

—¿Cómo lleváis las clases de interpretación? —preguntó Jay, mirándonos a Alex y a mí. Jay había suspendido asignaturas de tercero, por lo que sólo escogió algunas de cuarto para recuperar con mejores notas las del curso anterior.

—Bien, pensaba que sería más difícil —contesté, viendo cómo Jay reía levemente, mirando hacia Alex. Le miré yo también y pude observar cómo este lo hacía de mala manera hacia mí—. ¿Qué? —solté una carcajada.

—Te odio —me asesinó cruelmente con la mirada.

—¿Por qué?

—Pensaba que sería más difícil —me imitó con una voz ridícula—. Cállate —inclinó su cabeza hasta que su frente se apoyó en la mesa.

—Te he dicho que puedo ayudarte en lo que sea —reí, observando su desesperación.

—Lo sé, y te lo agradezco —murmuró, colocándose recto de nuevo—. Es sólo que me da rabia no llevarla bien por mí mismo —suspiró.

—Seguro que en un mes ya la tienes —di una palmada en su espalda.

—Ya, bueno... —rodó los ojos.

—De verdad, me estáis quitando el hambre con tanta queja —Alice comentó fastidiada—. Peor debería estar yo que estudio Medicina —alzó orgullosa su cabeza.

—Tienes razón —carcajeé.

—Ben es el único que no se queja de sus estudios, tomad ejemplo de él —se levantó para ponerse a mi lado.

—Qué pelota eres —se burló Rachel.

—¿Yo?¿Por qué? —dijo extrañada.

—Tú lo que quieres es que el padre de Ben te quiera en su equipo de cirugía —respondió, mirándola divertida.

—Por eso siempre le defiende... —murmuró Alex en el oído de Jay, haciendo que este asintiera.

—No les hagas caso, Alice —le miré con una sonrisa—. ¿O es que llevan razón? —alcé una ceja.

—¡No! —exclamó—. Admiro al doctor Evans, y me encanta cuando me tocan las prácticas con él... —se puso en pie, mirando ilusionada a la nada y después a nosotros para continuar hablando—. Pero quiero que me reconozca por mi trabajo, no por ser amiga de su hijo —se sentó de nuevo algo molesta.

—Cálmate —le agarré de los hombros—. Estamos de broma —amenacé con la mirada al resto para que me siguieran la corriente.

—Más os vale, puede que en el futuro vuestra salud esté en mis manos —miró de manera chulesca a los demás.

—Eres la mejor, Alice —le peloteó Alex con una encantadora sonrisa, haciéndonos reír al resto; incluida la pelinegra.

No había pasado ni media tarde cuando ya había hecho labores del hogar, había  estudiado e incluso duchado. Que lo tuviera todo al día hacía que dispusiera de mucho tiempo libre cuando no había entrenamiento. Me aburría tanto que decidí ir al hospital, ya que mis padres no me habían informado si alguno de los dos cenaría en casa esa noche. Les preguntaría y volvería para preparar la cena y así tendría algo que hacer. Por suerte, mi coche ya estaba arreglado. Aquella misma mañana mi padre había ido a recogerlo, ya que yo estaba en clase, y lo había llevado hasta casa para que no tuviera que volver a desplazarme en transporte público.

SEASONS; Un Amor A Través De Las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora