SOLSTICIO DE VERANO VI.

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A la mañana siguiente, Jeremy estuvo mucho más simpático que de costumbre. No le contesté al mensaje que me envió la noche anterior, pero me alegró que se dignara a darme las gracias. Mi plan ya estaba dando sus frutos. Llegó el descanso y aún no habían llegado mis amigos de sus respectivos viajes. La que sí que había llegado, por desgracia, fue Aby.

-¡¿Qué haces?! -protesté nada más la castaña me abofeteó la cara. Sentía cómo me ardía la mejilla izquierda.

-Eso te pasa por jugar conmigo -contestó con rabia.

-¿Jugar contigo?

-No puedes besar a alguien y actuar después como si nada hubiese pasado -elevó la voz.

-¡Pero si fuiste tú quien me pidió que te besara!

-¡Já! -se cruzó indignada de brazos-. Sólo quería darte tu merecido. En realidad, no me importas. He conocido a alguien en mi viaje -dijo orgullosa justo antes de darse la vuelta y marcharse por donde había venido.

-Pues menos mal que no te importa... -murmuré, viendo cómo se marchaba.

Me quedé pensando en qué le pasaba a la chiflada esa, cuando escuché una risa a mis espaldas. Me giré y vi cómo Jeremy, junto con Mía, se acercaban a mí. El rubio iba comiéndose una bolsa de snacks mientras no paraba de reírse, a lo que yo le asesiné con la mirada, pero le dio absolutamente igual.

-¿Por qué te ha pegado esa chica? -preguntó una curiosa Mía.

-Yo que sé, le besé porque me lo pidió. Encima que le hice un favor... Además, si ya tiene a otro, ¿qué más le da?

-No te preocupes, estará frustrada -intentó calmarme la chica.

-Ya te dije que no puedes ser tan capullo -dijo el rubio, ganándose que le volviera a asesinar con la mirada.

-Oye, chicos, ¿qué tal si nos divertimos un rato? -propuso la castaña.

-Tenemos clase -contestó su amigo.

-Oh, vamos, Jeremy. Siempre tienes que trabajar por las tardes y noches. Y tú, Ben... -me miró-. ¿Crees que vas a estar cómodo en clase con esa chica?

-Tienes razón. Además, el resto aún no han regresado -razoné sin pensarlo mucho y miré con una sonrisa divertida a Jeremy.

-Agh, ¡os odio! Pero más me odio a mí mismo por daros la razón -respondió este.

-¡Bien! -dijimos Mía y yo a la vez, riéndonos después.

Ya en mi coche, mientras nos poníamos el cinturón, Jeremy volvió a hablar.

-¿Y a dónde se supone que vamos?

-Bueno, hace calor, así que vayamos a tomarnos algo a algún lugar fresco -me giré para mirarle, ya que él estaba sentado en el asiento del copiloto-. Conozco un sitio genial y algo bohemio.

-¡Sí! Sé cuál es, pero nunca he ido -exclamó Mía.

-Seguro que si tú vas es porque es caro -se quejó Jeremy.

-Anda, tonto, yo te invito -le guiñé un ojo, a lo que Jeremy apartó la mirada rápidamente.

-¿Me estás comprando? -preguntó sin volver a mirarme.

-Pues sí -contesté sin más y reí.

El rubiales me miró al fin mientras Mía continuaba mi risa. Rodó los ojos y susurró un "está bien".

Un rato después, llegamos al lugar del que les hablé. Era un local con un jardín enorme que lo rodeaba, tanto por delante como por detrás. Las paredes estaban pintadas de colores vivos y varios grafitis con mensajes y frases pacíficas de personas influyentes. Entramos y saludé al personal, ya que no era la primera vez que iba, y les indiqué que estaríamos en el jardín. Por dentro, el local sólo constaba de una barra, la cocina, los baños y algunas mesas para quien quisiera estar allí, puesto que sólo abría durante el verano y la mayoría de la gente prefería estar fuera.

SEASONS; Un Amor A Través De Las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora