SOLSTICIO DE INVIERNO VIII

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Mis queridos lectores:

Si la gente sigue acordándose de esta historia y leen este capítulo, intentaré subir más seguido.

Lo siento, pero me desmotivaron con todo esto :'(

Espero que todos estéis bien.

Anony.

Había pasado un mes desde la visita al hospital. Nathan se encontraba bien dentro de sus limitaciones. Fui a visitarle con Will un par de veces y alguna que otra vez yo solo. Le llevaba regalos a cada visita que hacía, incluso en una de ellas conocí a su madre, quien me agradeció en el alma lo que hacía por su hijo.

Tras la cena con los hermanos O'Neill, Jeremy ya había ido dos veces a mi casa para las clases particulares con mi madre. Como siempre, ella tuvo razón y el curso que Jeremy realizó en verano convalidaba las asignaturas del primer año, ayudando al rubio a pasar directamente al siguiente y último del grado. Mi madre había tomado a Jeremy como a un pupilo al cual guiar por el camino de la enfermería. Parecía que quería hacerle el mejor enfermero del mundo. En cuanto a mi relación con el rubio, cada vez iba mejor. Había veces que ni me acordaba de todo lo malo ocurrido entre nosotros, puesto que nuestra compenetración estaba empezando a aparecer de nuevo y eso me hacía inmensamente feliz.

Jeremy llevaba ya media hora en el comedor con mi madre; habían tomado esa sala como la de estudio. Yo estaba inquieto en la planta de arriba, pensando todo el rato en si debía bajar o no. Deseaba ver a Jeremy, pero no quería parecer el típico desesperado. Al final mi desesperación ganó y acabé bajando. Les espié desde la cocina, ocultándome tras la pared. Mi madre le explicaba el temario y Jeremy le prestaba toda su atención. Me parecía adorable verle tan concentrado. No quería entrar sin más, así que subí a mi habitación a por mis apuntes y volví a bajar, pegando en el marco de la puerta con mis puños antes de entrar.

—Hola.

—Hola, cariño. ¿Qué pasa? —dijo mi madre. Jeremy me miró.

—¿Puedo pasar mis apuntes aquí? Prometo no molestar —sonreí inocentemente.

—Claro —me devolvió la sonrisa—. ¿Te importa? —miró a Jeremy esa vez.

—No, no. Además, es su casa —soltó una carcajada leve.

—Pero al que ayudo es a ti.

—Bueno, ¿me siento o no? —alcé una ceja.

—Siéntate —mi madre rio y el rubio la siguió.

Pasó una hora en la que no paré de pasar apuntes a limpio, y en la que no podía parar de mirar disimuladamente a Jeremy. Me encantaba verle esforzándose tanto, preguntándole confuso cosas a mi madre, respondiendo las que sí que sabía y sobre todo que me mirara de reojo de vez en cuando. Cada vez que lo hacía, yo rápidamente simulaba que estaba súper concentrado en los apuntes, aunque en realidad mi atención era acaparada por él y sólo por él.

—Voy a la cocina a por algo de picar —anunció mi madre a la vez que se levantaba.

—Tráeme palitos de queso —pedí en voz alta cuando ya salió del comedor. Miré a Jeremy, y este frunció el ceño—. ¿Qué?

—¿Puedes dejar de mirarme? —se cruzó de brazos.

—No puedo, eres precioso —sonreí, notando cómo el rubio se sonrojaba.

—Pues deja de hacerlo, ¡me pones nervioso! —titubeó. Estaba tan adorable que me lo quería comer.

—Ese es mi propósito —le guiñé un ojo. Él los rodó.

SEASONS; Un Amor A Través De Las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora