Hombre al fin.
Solté un bufido y continué haciendo algunas cosas que le correspondían a Lauren. Sentía molestia y me encontraba algo irritable.
¿Por qué todas esas personas, con las que no he soñado ni sabía que existían, me recuerdan pero parece que él no?
Admito que desde que su presencia está en la oficina, siento hasta más tranquilidad que cuando soñaba. Él era calidez para mí. Aunque, a diferencia del sueño, lo sentía más real.
Él era real.
Y sabía que era real porque podía escucharlo reír, y me encantaba hacerlo, pero que lo hiciera con Sabrina, la chica de edición, no me encantaba.
—... ¿Puedes creerlo? —Sabrina rió a carcajadas en compañía de Froy. No me había dado cuenta lo irritante que era la voz de ella.
—¿Puedes creerlo? Ña, ña, ña, ña —la imité en voz baja y más aguda—. Claro que voy a creerlo, las personas se caen, Sabrina —espeté apretando la tecla de la laptop con intensidad.
Hoy estaba muy lenta, casualmente. Maldita computadora.
Entre mi arranque de ira, dejé de presionar la tecla y me alejé un poco de la laptop en busca de algo de calma. No podía desquitarme con la pobre máquina, ella me ayudaba aquí.
Respiré hondo y comencé a girar en mi silla giratoria. Aunque no quisiera, mi mirada se posaba en el chico de los ojos lindos y oscuros, de sonrisa encantadora, de risa cautivante, de movimientos relajados y que a mí vista eran hipnotizantes, de voz profunda... Y, claro, también en Sabrina.
Era como si mis ojos tuvieran un imán que sólo son atraídos hacia donde están ellos.
Hombre al fin.
Fruncí el ceño y volví a mi trabajo. Si él no me recordaba, no podía hacer nada. Ni siquiera yo lo recuerdo. Sólo he tenido sueños y mis sentimientos han estado alocados.
Al volverme a cuestionar sobre el recuerdo que él tiene hacia mí, llegué a pensar que, tal vez, la brujería que había hecho Matza, había terminado afectándolo también. Eso tendría sentido. Pero de ser así, ¿él no sueña conmigo?
Volví a fruncir el ceño, molesta.
¿Por qué yo tengo que soñar con él mientras que él está coqueteándole a Sabrina de lo más fresco, libre y campante?
Desgraciado.
Volví mi mirada para buscarlo en el mismo lugar de antes, pero ya no estaba. Y Sabrina tampoco.
Quiero llorar.
Ahora no los podía vigilar.
Seguro estaban en el baño de arriba, del piso cinco. Eso hacían algunos. Por eso, si realmente quieres hacer tus necesidades, debes ir a los baños de abajo, del piso tres.
—¿Buscas a alguien?
Me sobresalté al escucharlo. Estaba en el cubículo de Lauren, asomándose por encima de la pequeña pared que separa nuestros lugares de trabajo. Estaba tomando un refresco por un sorbete.
—No —respondí tratando de ignorar su mirada para enfocarme en mi trabajo—. ¿No tienes algo que hacer más que hablar con las personas? No sé si lo sabías pero estamos en horario laboral.
No pude ocultar mi tono molesto, y él pareció causarle gracia, ya que soltó algunas carcajadas. Y no pude evitar relajarme un poco.
Subí la mirada para verlo observarme con un brillo en sus ojos que, si no estuviera bebiendo refresco, podría decir que está sonriendo. Sentí un cosquilleo que hizo que juntara las piernas.
—Hoy me ocurrió algo inimaginable y me siento feliz.
No pude evitar sonreír.
Y estoy casi segura que terminaré volviéndome loca entre lo que siento por Froy y lo que siento por Dylan.
Después de tanto tiempo, fue la primera vez en que no pensé en Dylan en toda mi jornada laboral. Solamente lo recordé cuando salí del trabajo y él se encontraba allí, esperándome.
No sabía qué sentía más: si enojo por lo que me hizo o miedo ya que podía encontrarse con Froy. Sé que reconoció a Patricio en aquel cuarto de hotel, pero no sabía si podría reconocer a Froy, no sé si se conocen o al menos, se han visto.
—¿Cómo te fue hoy? ¿No te dolió nada?
—No, tuve un día tranquilo —espeté alejándome cuando intentó darme un beso—. No pretendas ser el novio perfecto, Dylan. No he olvidado lo que me hiciste y si aún estás aquí conmigo, es porque te necesito para estar bien y tranquila. Pero ahora me encuentro molesta contigo.
—Te prometí que no sucedería de nuevo.
—Cúmplelo. No quiero palabras sino acciones.
Realmente, no lo quería cerca. No me daba tranquilidad ni me hacía sentir bien, pero mientras esté a su merced y sin que Matza haga algo para quitarme hasta el mal de ojo que no dudaría que Dylan me echara, no puedo apartarme de él.
No puedo poner en riesgo a nadie.
Mucho menos a mí.
![](https://img.wattpad.com/cover/359657776-288-k909938.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El beso del recuerdo [Libro I]
Romance«¿Por qué me duele tanto no poder recordarte?» Desde el momento en que Priscila encontró una foto de un chico en una nube por buscar una foto que había agregado en su currículum y que no recordaba haber hecho, sintió un gran vacío que la dejó descon...