XXXVI

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—¡¿Qué pasó?! ¡Dónde está!

—No sé qué pasó; lo encontré en el pavimento rodeado por dos personas que ya habían llamado a urgencias.

—¿Y Priscila?

Miré a Katrina sintiendo un inmenso escalofrío recorrerme por completo.

—¿No está con ustedes?

—Patricio fue a acompañarla —respondió Katrina en un susurro.

La señora Santander era consolada por su esposo, quien me miró con preocupación.

—¿Dónde está mi hija, Froylán?

No supe qué responder aunque el nombre del responsable no paraba de resonar en mi cabeza. No podía estar pasando esto. ¿No se cansaba?

—Familiares de Patricio Santander.

Ambos padres se giraron al doctor que nos miraba con seriedad.

—¿Está bien mi hijo? —preguntó la señora Santander con la voz entrecortada y ahogada.

—El paciente ha sufrido una herida de arma blanca en la espalda baja —comentó mirando una tableta donde estaban los datos—. Esta área del cuerpo contiene órganos vitales, como los riñones y la columna vertebral, por lo que es una lesión grave. La puñalada ha causado un sangrado rápido, lo que indica que se ha afectado algún vaso sanguíneo importante —Levanta la mirada para fijarla en ambos padres—. Sin embargo, a pesar de la gravedad de la situación, estamos trabajando arduamente para estabilizar al paciente y controlar la hemorragia.

Me alejé de ellos para pensar con más claridad, aunque la situación me sobrepasaba. Es decir, no sabía dónde estaba Priscila y Patricio estaba grave.

Lo más seguro es que el hijo de puta de Dylan se la llevara, y me preocupa lo que le llegue a hacer. ¿Hará que pierda la memoria otra vez? ¿La tendrá secuestrada de por vida? ¿Se la llevará a otro lugar? ¿A otro país? Sobre todo, me preocupa que le pueda hacer más daño.

Tendría que  recurrir a la policía. Tal vez, una cámara del lugar haya grabado algo; sin embargo, si no lo hizo, ¿por dónde comenzar? Y debíamos ser rápidos. A este punto, lo creo capaz de asesinar solamente por el capricho de no tenerla a su lado.

Debo encontrar a Matza.

Tal vez, ella tenga una manera de encontrarla. Pero el problema es que no sé dónde buscarla. Ella era quien contactaba con Patricio. Yo, en cambio, pedía a algún ser celestial que la colocara en mi camino para que me esclareciera alguna duda o me dijera el siguiente paso a dar.

Sentía un nudo en la garganta y en la boca del estómago, causado por la ansiedad. Debería buscar al enfermero que siempre está con ella.

Katrina se me acercó junto con el doctor. Era un manojo de nervios: retorcía sus manos y respiraba un poco más rápido de lo habitual.

—Patricio perdió mucha sangre y necesita transfusión. Iré con el doctor ya que soy del mismo tipo que él —Tomó mis manos mirándome expectante. Estaban algo sudadas y podía notar un leve temblor de ellas—. Te encargo a mis padres mientras vuelto. La policía viene en camino.

Asentí y la vi alejarse con el doctor. El hospital donde estábamos, no era el mismo donde trabajaba aquel enfermero, así que debía comunicarme con la sede.

Ambos padres estaban sentados en esas silla metálicas y frías. El señor Santander todavía consolaba a su esposa, quien poco a poco lloraba con menos fuerza.

Saqué mi celular del bolsillo del pantalón y busqué el número en las redes sociales del mismo hospital. Pregunté por el enfermero y, por suerte, se encontraba en servicio.

¿Quién habla?

—Lamento molestarle pero necesito comunicarme con Matza y no sé a quién recurrir.

Ella se encuentra en su casa. Últimamente, no ha pasado mucho por aquí.

—Necesito hablar con ella: se han llevado a Priscila.

No obtuve respuesta al momento. Creí que me había colgado o había interferencia. De repente, escuché algo de movimiento del otro lado, y hasta cuestionamientos del enfermero.

Le diré al hospital que serán mis nuevos secretarios —Escuché a Matza al cabo de un rato—. Sabía que algo así pasaría. Necesito que vengas a la dirección que te daré.

—No estoy en la ciudad.

Soltó un bufido de fastidio.

Si yo no estuviera involucrada en todo este problema, no iría —respondió—. Dame un momento, estaré allá lo más rápido que pueda.

Y colgó.

Me separé del aparato y lo miré por un momento.

¿Cómo va a llegar aquí si no le dije mi ubicación?

El beso del recuerdo [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora