El beso del recuerdo [Libro I]

XXXI

Mientras cantaba, no paraba de mirarme y sin darme cuenta, comencé a cantar esa canción tan desconocida para mi mente, pero que mi corazón no pudo olvidar.

Inmediatamente, pude a asociarla con el sueño de los árboles de hojas rojas y tostadas por el otoño.

No pude evitar llorar sintiendo esa impotencia y nostalgia. Me desesperaba no recordar mi vida desde hace un año, el no entender por qué Froy no me recuerda, el no poder desligarme de Dylan.

Limpié mis lágrimas sin tener éxito, puesto que no podía parar. Sentía el corazón apretado mientras cantaba esa balada.

Volvió a acercarse al terminar la canción. Agradecía infinitamente que mis compañeros estuvieran peor que yo como para no darse cuenta de mi estado.

—¿Estás bien? —interrogó. Quizá ya me estaba volviendo loca pero la sonrisa que poseía parecía burlesca.

Desgraciado.

—Tengo que irme.

—¿Tan mal canté?

Se acercó lo suficiente para tomar mi rostro con delicadeza y limpiar mis lágrimas con sus pulgares. Dejé de respirar un momento, sintiendo ese tacto cálido contrastando con esa sensación fría por el camino de lágrimas en mis mejillas.

Cerré los ojos con fuerza, dejando que las lágrimas aglomeradas en mis ojos se deslizaran por mis mejillas. Posé mis manos sobre las suyas, presionándolas y aferrándome a ellas.

Me duele el pecho. Tenía la certeza de que no era obra de Dylan y su vudú. En realidad, a pesar de que Froy estaba delante de mí, lo sentía tan lejano.

Me separé de él, haciendo una fuerza inhumana contra lo que realmente quería hacer.

—Debo irme.

La voz se me quebró, y como pude, salí de ese bar. Sólo quería llorar. Quería controlar lo que sentía y me pasaba.

La cabeza comenzó a darme punzadas que sólo empeoraban por mi estado de ebriedad. Salí de bar tratando de no tambalearme, sin poder disipar mis lágrimas.

Alguien me tomó de la muñeca e iba a golpearle. Estaba algo ebria pero sé que puedo partirle el brazo si no me soltaba. Solamente me detuve sintiendo que mi estado de alerta se apaciguaba porque era Froy quien lo hizo.

—¿Estás bien? ¿Qué te ocurre? ¿Por qué lloras?

Las comisuras de mis labios bajaron, causando que hiciera un puchero.

—¿Por qué me duele tanto no poder recordarte?

Él simplemente me observó con esos ojos lindos que me idiotizaban más que en los sueños.

—¿Por qué me duele que tú tampoco lo hagas?

Él iba a responder pero cerró la boca tan pronto como la abrió. Mi mirada se quedó fija en esa boca que me era tan apetecible. Mi pecho dolía y mi cabeza también, pero el pensamiento que me golpeó con tanta fuerza, me hizo meditar si era una buena opción.

—Creo que lo mejor es...

Lo imterrumpí tomándolo por sorpresa, al dejar mis manos en sus mejillas y acercarlo a mí para besarlo.

En el pecho, sentí una especie de explosión que me causó un escalofrío de pies a cabeza. Mi corazón latía con fuerza pero con un palpitar lento.

Parecía colegiala al querer chillar de la emoción cuando él correspondió el beso. Una de sus manos, la llevó hacia mi cintura, mientras la otra, la dejó sobre mi mejilla. Era un beso lento pero deseoso, como si ambos hubiéramos esperado este momento por mucho tiempo para deleitarnos con el otro.

Dejé una mano sobre su cuello y la otra la dejé avanzar hasta su pecho, en su corazón, y sentí que latía al mismo ritmo que el mío.

Después de tanto tiempo, desde que tengo buena memoria, logré sentir paz. Esa calidez que siento a su lado, me recorrió entera, y me sentí segura.

Me sentí tranquila.

Me sentí feliz.

Y si me separé de él, no fue por voluntad propia, sino porque me debía ir. Debía solucionar esto antes de que Dylan le hiciera algo.

—No puedo permitir que el rey sea lastimado por el villano.

Le di un pequeño beso para quitarme el antojo que volver a besarle y me alejé para parar un taxi que me lleve al departamento.

Sonreí por recordar esa mirada oscura y profunda, su respiración entrecortada y esos labios que curvaban un imperceptible sonrisa, la cual esperaba recordar también mañana. Todo él me parecía un deleite.

Pero sonreí aún más al saber que le gané a Sabrina.