Estamos en la final, los dos partidos se van a jugar al mismo tiempo, así que ninguno sabe qué va a pasar con los demás y estoy asustado.
Recuerdo
- Por favor, Noon, todo va a salir bien; ustedes son muy buenos y merecen ganar.
- Todavía tengo ganas de vomitar.
- Si te sientes mal en el partido, vomita en la cancha del enemigo - dijo Laia mientras me guiñaba el ojo.
- Ven aquí - dije mientras rodeaba a Laia con mis brazos.
- ¿Por qué me tocas, Noon? ¿Qué pasa? Demasiado contacto.
- Cállate y déjame abrazarte para tener suerte en la final.
- Está bien.
Fin del Recuerdo.
La final masculina estaba llena de tensión y emoción, pero también marcada por la decepción que sentíamos en cada punto perdido. El aire estaba cargado de expectativas y el sonido del balón golpeando las manos resonaba como un eco constante en el Minneapolis Convention Center.
Desde el principio, el otro equipo mostró una feroz determinación. Cada saque y remate venían con una potencia y precisión impresionantes. Nuestros esfuerzos por contrarrestar sus ataques no siempre eran suficientes, y las jugadas que solían ser nuestras fortalezas se volvieron más difíciles de ejecutar. Yo hacía lo imposible para mantenernos en el juego con defensas certeras, pero enfrentábamos un rival formidable.
A medida que avanzaba el partido, el marcador se volvía cada vez más desfavorable. La ansiedad y la frustración se apoderaban de nosotros. Mis compañeros de equipo y yo luchábamos con todas nuestras fuerzas, pero parecía que cada punto era un paso más lejos de nuestras manos.
En los momentos cruciales, recordé las palabras de aliento de Laia antes del partido. "Por favor, Noon, todo va a salir bien; ustedes son muy buenos y merecen ganar". Pero a pesar de nuestros esfuerzos, la victoria se escapaba de nuestras manos.
En el último set, cuando estábamos al borde de la derrota, el equipo contrario cerró el partido con un poderoso remate. El sonido del balón tocando la cancha resonó como un eco melancólico. La final masculina había llegado a su fin, y no de la manera que esperábamos.
La desilusión era palpable en el rostro de cada jugador. Nos reunimos en el centro de la cancha, tratando de asimilar la realidad de la derrota. Era difícil aceptar que después de tanto esfuerzo y dedicación, el título nacional se nos escapara entre los dedos.
La caminata de regreso a los vestuarios fue silenciosa. Aunque habíamos perdido la final masculina, la competencia había sido feroz y dejó un amargo sabor en nuestras bocas.
Nuestro partido se nos había hecho eterno y estábamos agotados mentalmente y tristes, pero aún así nos dimos cuenta de que las chicas seguían jugando. Estaban en el tercer set cuando llegamos. Se veían cansadas y hartas de ese eterno partido.
En cuestión de segundos, Laia me miró y yo le hice una mueca dándole a entender que perdimos. Ella se reunió con su equipo y les dijo algunas palabras que no estoy seguro de cuáles eran. El marcador iba 23-22, ganando nuestras chicas. Estaban a dos puntos de ser las campeonas nacionales.
El momento cumbre había llegado, estábamos en el último set de la final femenina, y la tensión en el aire era palpable. Laia, con sus ojos decididos y su determinación evidente, lideraba el equipo femenino en una situación que parecía un vaivén constante.
Con el marcador igualado, Laia tomó la posición de líbero, lista para recibir cualquier ataque del equipo contrario. El saque del equipo contrario fue fuerte y preciso, pero Laia reaccionó con una defensa magistral, devolviendo el balón con precisión. El juego se desarrollaba en una danza intensa de remates y bloqueos, y nuestras chicas demostraban una resistencia admirable.
En un momento crucial, Laia se encontraba en el fondo de la cancha cuando el equipo contrario lanzó un remate potente hacia nuestro campo. Con una rapidez asombrosa, Laia se lanzó hacia el suelo, extendiendo sus brazos con una elegancia casi coreografiada. El balón, que parecía destinado a caer en nuestro lado, fue devuelto con una defensa espectacular.
Laia no solo había salvado el punto, sino que también había puesto en marcha una jugada perfecta. El balón elevado llegó a manos de nuestra armadora, quien, con una precisión milimétrica, lo dirigió hacia la atacante estrella. El remate final fue imparable, colocado estratégicamente en un punto débil del bloqueo contrario.
El estadio estalló en júbilo cuando el balón tocó el suelo en el campo contrario. Ganamos el punto decisivo gracias a la jugada maestra de Laia. El marcador se inclinó a nuestro favor, estábamos a un paso de la gloria.
A partir de ese momento, el equipo femenino siguió imponiendo su dominio en
la cancha. Laia lideraba cada defensa, cada remate, y sus compañeras se unían con un espíritu renovado. El equipo contrario luchaba tenazmente, pero nuestras chicas, alimentadas por la jugada perfecta, encontraban respuestas a cada desafío.
El último punto llegó con un remate fulminante, ejecutado con maestría por nuestra atacante principal. El balón se estrelló contra el suelo del campo contrario, sellando nuestra victoria y coronando al equipo femenino como campeón nacional.
GANARON, LAS CHICAS SON CAMPEONAS NACIONALES
Todo el estadio estalló en gritos y todas las chicas empezaron a llorar abrazadas, otras estaban tiradas en el piso y todos los chicos corrimos a felicitarlas. Y ahí estaba mi Laia, mi líbero favorita, mi número 4 tirada en el piso, agotada pero llorando de emoción.
- Laia, eres asombrosa - dije mientras llegaba corriendo a abrazarla mientras ella seguía en el piso.
- No siento mi cuerpo.
- Eres la mejor líbero del mundo.
- No puedo creer que perdimos, merecíamos ser campeones juntos.
- Laia... - dije mientras me separaba suavemente de ella y su mirada confundida estaba clavada en mí.
- Estoy enamorado de ti.
- ¿Qué?
- Laia, me gustas. He estado enamorado de ti desde el primer día en que te vi en la clase de matemáticas. Tenías una camisa verde y tu pelo recogido. Después me enteré de que eras la chica por la cual sentía celos porque todos hablaban de ti y lo buena que eras en el voleibol. Te tenía celos, lo admito, pero poco a poco me empecé a enamorar de ti, y fui un idiota por no ser honesto contigo en el baile. Fui un completo idiota porque te veías hermosa con ese vestido. Eres completamente hermosa, y yo soy un simple idiota que tenía miedo de confesarte mis sentimientos.
- ¿Me estás jodiendo, verdad? ¿Esto es una broma? No quiero que esto sea una broma, Noon.
- No es una broma, Laia. Me gustas de verdad.
Creo que Laia ahora estaba llorando por lo que le dije, y se me tiró encima (Seguíamos en el piso).
"Chicos, vengan que ya va a empezar la premiación".
- Laia, vamos, tienes que recibir tu premio.
- No te quiero soltar.
- Vamos juntos.
- Tú no puedes ir conmigo, primero eres hombre y segundo perdiste.
- Yo gané algo mejor.
- ¿Qué es mejor que ser campeón nacional? Tal vez olímpico, pero...
- A ti.
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𝙏𝙝𝙖𝙩 𝙇𝙞𝙗𝙚𝙧𝙤 - 𝘽𝙧𝙖𝙙𝙮 𝙉𝙤𝙤𝙣
FanfictionBrady, el talentoso libero del equipo masculino de vóley, se enfrenta a la envidia cuando Laia, una nueva y asombrosa libero, se une al equipo femenino. Aunque inicialmente celoso, Brady busca superar sus sentimientos y, a lo largo de los entrenamie...