Capitulo 8: Regreso

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3 Marzo
Estimado diario, discúlpame por mi prolongada ausencia, pero la huida no salió como yo esperaba.
Durante todo este tiempo he sufrido severos castigos que son más torturas que tratamientos.
El día que intenté fugarme, cuando no me importó dejar atrás los cuerpos de aquellos carceleros sin alma, y ya sin aliento, ese día pasó lo que comúnmente se conoce cómo cruzar la línea. Así es diario, algo en mi interior cambió en el preciso instante que arrebaté la primera vida y no hay vuelta atrás.
Todos sus intentos por dormir a esa bestia que ha nacido en mi han sido en vano, todas esas horas en inconsciencia, y todos los cubos de agua hirviendo cayendo sobre mi rostro una y otra vez. Pero nada importa ahora, y nada importará porque he emprendido un viaje sin retorno del cual la única salida es la muerte. Esto no es una derrota, sólo un intento más antes de la victoria, porque aquí sólo existe la victoria y yo soy un vencedor. Ni los gruesos muros, ni las duras puertas oxidadas de metal, ni los altos barrotes me retendrán, encontraré a Jaqueline.
Ya tengo otro plan en mente, pero primero tengo que dejar pasar algún tiempo para que vuelvan a pensar que soy pacífico, y está vez nada fallará.
Lo haré un día de tormenta, cuando haya menos carceleros vigilando y esta vez no puedo enfrentarme con ninguno a menos que sea total y completamente necesario. Encontrarme con alguno llamaría la atención, los gritos, los golpes.... Y una pérdida de tiempo.
No, en esta ocasión evitaré todo contacto con nadie, escurridizo como una serpiente, me moveré por las sombras y treparé los muros hasta salir. Allí fuera tendré que caminar durante horas a través del viejo bosque abandonado, pero al fin seré libre, y podré buscar a Jaqueline, ahí ya no nos separarán. Huiremos a Rusia, o a las Américas, no me importará dónde si ese es el lugar donde envejeceremos juntos.
Presta atención diario, por que, aunque vives de mis palabras, tú me mantienes lúcido. Cada vez que leo en las páginas arrancadas que conservo bajo la cama los últimos momentos aún guardados en mente que pasé con Jaqueline, puedo recordar el perfume de sus sábanas, el aroma de su piel, el delicado tacto de su cuerpo al acariciarlo lentamente, sus besos de caramelo...
Se me encoge el pecho, tengo ganas de llorar pero no lo hago, aunque es inevitable que alguna lágrima se resbale por mis mejillas. Esos recuerdos a su vez me causan dolor y melancolía, que esperanza y fuerzas para seguir adelante, sólo para volver a tenerla entre mis brazos una vez más.
Pero gracias, tú haces posibles que esos recuerdos sigan ahí, reales por toda la eternidad, ocultos para el resto del mundo.

Tengo que ser fuerte, sé que conseguiré huir, pero en mis pensamientos está clavada una espina: ¿Habrá recibido Jaqueline mis cartas? ¿Me habrá respondido? ¿Y si no puede hacer ninguna porque está muerta?
A pesar de que estas son las cosas que me hacen perder el sueño, hoy me siento terriblemente agotado, no me costaría creer que esas alimañas me hubiesen inyectado algo para asegurarse de que no cause más problemas, al menos no hoy. Pero yo sé cómo esconden las pastillas, y con tanta lluvia es fácil deshacerse de ellas.
Hablando de pastillas, ahí viene la cena.

Diario de un suicida, cartas a JaquelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora