Capítulo 25: Efecto Mariposa

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9 julio   

Las cosas más grandes siempre nacen de algo pequeño, insignificante, así lo cuenta el efecto mariposa, según el cual, el aleteo de una mariposa puede desembocar en un tornado en la otra parte del mundo. Me preguntó cuál fue la mariposa que cambió el curso de mi vida. Solo la diferencia de unos segundos podría haberme evitado presenciar el suicidio de mi hermana, tal vez si no lo hubiese visto nunca habría abierto los ojos y seguiría a merced de esos monstruos. Tal vez si nunca hubiésemos ido a verlos ella estaría todavía viva... Son tantas las alternativas... ¿Por qué tuvo que suceder la única que me alejaba de Jaqueline? 

Dicen que es en los momentos más difíciles donde se demuestra lo mejor de uno mismo, del mismo modo que una estrella no brilla si no está oscuro, pero nadie habla del miedo que siente el astro reluciente y solitario mientras todos la contemplan desde la lejanía sin comprender todo lo que hay detrás.
Pues maldita la mariposa que batió sus alas, atrayendo el tornado hacia mi celda, también conocido como familia. Hacía meses que no pisaban por aquí, nunca he aceptado sus visitas de todos modos, pero podía notar sus miradas a través de la pequeña ranura de la puerta, una lastima fingida, como aquel que mira un animal enjaulado con tristeza pasajera que olvida al llegar a casa.
Me produce repulsión su falso llanto al verme todo lleno de magulladuras, como si sufriesen más ellos por tenerme aquí que yo mismo, cuando ellos se limitan a soltar billetes para tenerme controlado y fuera de sus planes. Imagino que su visita de "cortesía" se limita a renegociar mis condiciones con la nueva dirección de este tugurio, quieren asegurarse de que esté bien vigilado y no pueda escapar y arruinar sus planes. Pues no deben preocuparse porque mi atento vigilante se asegura de darme mi paliza diaria justo antes de la lujosa comida atiborrada de sedantes para poder sentir plenamente el dolor de sus golpes antes de anularme y tirarme a un lado, despojado de todo derecho. Estoy seguro de que pese a su creciente e infundado odio hacia mí, jamás me apalearía hasta la muerte, no me daría tal satisfacción y descanso. Para él su mejor forma de sufrimiento no es la de arrebatarme la vida a base de golpes, sino asegurándose de que el dolor no desaparezca de mi cuerpo. Anda tan errado... Llega un momento en el que tu cuerpo no siente más, te acostumbras al dolor hasta tal punto que no distingues cuando deja de estar presente, forma parte de ti mismo como una cicatriz del alma, y eso lo sé tan bien... Cada día siento los pedazos de mi corazón roto punzantes en cada aliento... Muerto en vida me hallo, Diario, con las escasas visitas de Wesley que hace tiempo cesaron. 

Todo el día encerrado aquí, siento que voy a desfallecer, noto como retumban mis pulsaciones en las decenas de heridas y golpes propiciados por mi guardián, que tras desquitarse conmigo me deja caer en medio de un charco de sangre y al borde de perder la conciencia. A veces consigo ver a Wesley en la ducha semanal,  como se le resbala el agua oscura y rojiza, ojeroso casi famélico sin ningún ápice de aquella sombra de cordura que todavía le quedaba cuando lo conocí. También él se topó con la mariposa equivocada y ambas suertes nos unieron, nuestro último propósito es quitarnos la vida juntos pues ya nada nos queda en este mundo. No hablamos mucho, en este lugar no sobran las palabras, pero puedo sentirlo, está vacío como yo, es un alma atrapada por el ego que lo condena a vagar entre sufrimiento. Pero ya nada importa, nada más, dentro de poco todo habrá acabado, y los dos conseguiremos nuestra tan merecida paz. 

Porque algo tan simple como un segundo puede cambiar todo el curso de nuestras vidas, un segundo es lo que se necesita para estar vivo o muerto, un segundo hace falta para estar en lo alto y caer en picado sin final... ¿Cuándo empezó mi caída? Ya ni lo recuerdo. Puede que simplemente nunca dejé de caer, con el tiempo te acostumbras a vivir con ese vértigo, ese nudo en la garganta y las lágrimas en los ojos. Primero mi hermana Charlotte y luego Jaqueline con nuestro dulce retoño... 

Caí preso del elixir del amor, esa dulce medicina que combatía los pesares del vivir. Me dejé cegar y no vi el peligro, fue todo culpa mía, Diario, solo mía. Jamás debí haber regresado a "casa", tal vez jamás debí haberme marchado... ¿Qué más da mi eterna infelicidad si de ese modo la luz de mi vida hubiese seguido brillando en la otra parte del mundo, aún sin conocerme..? Es un sacrificio que hubiese estado dispuesto a hacer... Antes de ver su sonrisa. Esa sonrisa de caramelo que desprendían esos aterciopelados labios... Esos labios carnosos que incluso entre estos barrotes hacen efecto, y aunque no curen las magulladuras que me propicia el salvaje del celador, si sanan mi despedazado corazón y me aporta los ánimos suficientes como para luchar por mi objetivo. Gracias a su recuerdo que me rehúso de esta, una vida que no es vida sino depresión, y me da fuerzas para seguir con el plan. Ahora debo reunirme con Wesley, y decidir cuándo daremos el paso a nuestro último aliento. Lo haremos juntos, pero él quiere primero confesarse... 

Es curioso, ¿no, Diario? Arrepentirte de acciones que un ser desconocido, omnipresente y todopoderoso ha tachado como inadecuadas y las ha calificado de pecados. Que solo basta con una de esas malas acciones para entrar en un infierno sin retorno, mientras que toda una vida de pecados con un arrepentimiento antes de morir basta para que la deidad misericordiosa te perdone y puedas entrar a un mundo idílico post-mortem. Contradicciones de la religión...  Pero, ¿quién soy yo para negarle a la sociedad el último soplo de esperanza que le queda? Todos necesitamos algo a lo que aferrarnos cuando ya no queda nada... Así como mis lágrimas son ofrendas de mi adorada Jaqueline... Y aquí me encuentro, rezándole poemas a esa diosa de belleza celestial, en u  vano intento de borrar el dolor de mi cuerpo... 

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2017 ⏰

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Diario de un suicida, cartas a JaquelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora