Capítulo 13: Cenizas

168 12 1
                                    

15 Abril

Antes de darnos a conocer al mundo, en el vientre de la que nos dio la vida, cuando adquirimos consciencia y nuestro corazoncito empieza a later,  ahí se enciende un fuego interior al que llamamos espíritu. 

Otrora, cuando estaba preso por mi familia, jamás hubiese concebido la idea de tener descendencia, pese a que se las hubiesen arreglado para manipular su vida a su antojo, pues sería demasiado cruel decidir traer a este tergiversado mundo una inocente vida que será corrompida. Pero, con Jacs era distinto, su mundo era diferente, como de otro planeta, te transmitía un sentimiento de paz, armonía, tranquilidad... Felicidad. Es que me hubiese gustado haber podido compartir todas sus virtudes en algo conjunto, algo que llamar nuestro. Pero no llegó a estar en cinta. Me hubiese gustado que fuese una niña tan hermosa como lo fue ella, que fuese su vivo reflejo para poder hacer algo con todo el amor rebosante que tenía. 

Que ingenuo de mi parte pensar que podría llegar a tener una vida normal, sencilla y feliz, la tragedia, el sufrimiento y la desgracia forman parte de mi código. 

El sueño hace mella en mis párpados, el cansancio se apodera de mis extremidades, pero debo seguir diario, por ti. Ya no me queda mucho tiempo, me he cansado de vivir, se está apagando mi fuego interior y todo se está llenando de cenizas. Aunque, para quitarle importancia a mi desgracia, ha vuelto a aparecer Charlotte, esta vez mientras dormía. Se ha posado en mi cabello y me ha susurrado cosas que no logro recordar. Sé sincero diario, ¿valgo para algo? ¿Qué utilidad me queda ya en este mundo si MÍRAME, soy un despojo! 

¿Sabes ese momento cuando miras a alguien fijamente a los ojos y ver a través de ellos tu reflejo? Mil veces hubiese dado mi vida entera para que todos hubiesen podido ver a Jacs del modo en que yo la veía. Aunque, a veces, me pregunto que si alguien más la hubiese sabido apreciar tanto o más como yo... ¿Me hubiese elegido a mi? 

Cansado estaría de vivir, si a esto se le pudiese llamar vida. Es una muerte consciente, la peor de las torturas. Veo, por así decirlo, como poco a poco me desvanezco. Ay Jacs... Apareces en mis sueños, pareces tan real con tu vestido de seda que se ajusta perfectamente a tu cintura y me acunas con mi cabeza reposando en tu pecho como si fuese un niño pequeño desconsolado y lloro hasta deshidratarme, lloro porque me miro en tus pupilas y no me veo, he perdido mi imagen, mi identidad. Ya no sé quién soy ni adónde pertenezco. Mi alma está perdida, y como está aquí encerrada en mi cuerpo no puede encontrar su camino. Puedo verla, a mi alma, me susurra por las noches posada en mi cabello. Sufre, quiere escapar, pero no puede, está atada a mi vida y eso le impide ir al encuentro de la tuya.

 No sé qué sentido tiene seguir hablándote Jacs, nunca leerás todos mis escritos, al principio guardaba con esperanzas el anhelo de que estuvieses con vida, que empezases otra vida con otro hombre y fueses feliz sin mi... Pero me he vuelto egoísta, y tan solo deseo que, cuando pueda emprender  mi camino, tú ya hallas pasado para que estés esperándome. Puede que... Si ya estás ahí ahora estés velándome por las noches y eres tú la que baja mientras duermo y te cuelas en mis sueños, y puedes leer todo lo que te escribo y todo lo que te pienso. Así sabrías lo mucho que te amo, y lo mucho que me arrepiento de no haberlo gritado más veces y más alto. ¿Recuerdas aquella tarde de un día de abril como hoy, pero más feliz, cuando paseábamos sin rumbo hasta perdernos en el amanecer? ¿Te acuerdas de que te proclamé mi amor a los cuatro vientos chillando desde el faro? Mis palabras tal vez se perdieron en el mar o se fueron volando con el viento, pero no el recuerdo que está grabado a fuego en mi corazón. 

¿Qué atrocidades debí haber cometido en otra vida para tener que enfrentarme a todas estas adversidades? 

Es tan horroroso estar encerrado tanto tiempo aquí, sin poder hablar con nadie, me tienen miedo, creen que no se puede razonar conmigo, me traen la comida que me pasan a través de una rendija pero ni una sola palabra. Toda la puerta blindada, habitación más pequeña y sin ventanas. la única luz, la que pasa debajo de la rendija de la puerta, y por algunos agujeros para ventilar la habitación. 

Si llego a saber que acabaría en un sitio peor que la cárcel, habría cometido mi venganza antes y con suerte hubiese obtenido la pena de muerte, eso si que hubiese sido un buen plan, incluso un regalo si me apuras. Aquí en mi celda te tengo a ti diario, un bolígrafo, una letrina, una cama de hormigón y poco más. Quién hubiese imaginado que alguien con tanta fortuna a sus espaldas acabaría compartiendo habitación y retrete, con permiso cada dos o tres días para ir a una mugrosa ducha. La comida es nefasta, y no he tenido el placer de conocer al resto de reclusos, pero creo que su locura también se ha agraviado por el simple hecho de estar internos aquí. Aunque creo que ya es hora de volver a mi antigua habitación y mostrar la parte más sociable que hay en mi. Puede que consiguiendo aliados consiga completar mi misión. 

Diario de un suicida, cartas a JaquelineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora