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No pudo dormir absolutamente nada durante aquella noche.

Se mantuvo mirando el techo de su habitación durante horas, su mente estaba hecha un caos y los pensamientos se arremolinaban haciéndole sentir mareado por lo que se levantó un par de veces a vomitar durante la madrugada.
Había dos maletas hechas junto a la puerta, su habitación estaba completamente hecha y no sabía si se sentía emocionado o si debía comenzar a planear cómo escapar de la ciudad y cambiar su nombre.

El sol ya comenzaba a salir y sus primeros rayos se filtraban por las cortinas, desde su cama escuchaba las lejanas voces de los transeúntes dirigiéndose a sus trabajos o escuelas y el murmullo de los automóviles en las calles. Sus padres habían comenzado a discutir unos quince minutos atrás, intentaban que sus voces no se alzaran sobre los sonidos del exterior pero le era casi imposible no estar al tanto de la poco disimulada discusión.

Se levantó perezosamente y se metió al baño, su reflejo le devolvió la mirada con desinterés y no pudo evitar fijarse en las ojeras bajo sus ojos y su aspecto tan desarreglado, estaba hecho un desastre.

Se metió bajo la regadera y dejó que el agua tibia bañara su cuerpo, frotó su rostro y observó sus manos. En verdad no tenía idea de que era lo que sentía ni tan siquiera era capaz de comprender si le gustaba o no.

Media hora después ya estaba desayunando bajo la mirada poco disimulada de su madre. Podía darse cuenta fácilmente de que quería decirle algo, pero continuaba mirándole en silencio y sin abrir la boca.
Su padre cargó sus maletas al automóvil y se despidió de su madre y de el, dejándoles solos y deseándole lo mejor a Katsuki.

-Ya es hora- dijo levantándose de su silla- te llevaré a casa de tu alfa.

Katsuki se movió en silencio, saliendo de lo que había sido su hogar desde que tenía memoria.

El automóvil se puso en marcha y comenzaron con el trayecto sin compartir palabra. Katsuki se mantuvo mirando por la ventana, el viaje de apenas unos minutos le parecieron horas hasta que al fin se detuvieron frente a un edificio, no era muy alto ni muy lujoso, ni siquiera parecía habitado. No se encontraba en mal estado, pero parecía tan solitario que incluso él se la pensaría dos veces antes de pasar por aquella calle durante la noche.

De repente la idea de vivir bajo un puente le pareció el sueño americano.

-Es aquí, engendro- murmuró su madre.

-Lo sé.

Ambos salieron del vehículo y sacaron las cosas de Katsuki del maletero.

-No voy a acompañarte hasta el departamento, eso lo harás tú solo. Está en el último piso.

-¿Y si prefiero saltar por la ventana?- inquirió mirando de soslayo la cima del edificio.

-Iré llamando a una ambulancia.

Ambos se unieron en un abrazo, sabía que para su madre era difícil dejarlo ir de esa manera y a tan temprana edad, pero en cierta parte comprendía que ella estaba convencida de que hacía todo lo posible para que su hijo llevara una buena vida.

Se metió en el edificio y caminó hacia el elevador, marcó el último piso y las puertas se cerraron frente a él, no pudo evitar mirarse en el espejo, aún parecía algo descuidado pero en verdad que se veía mucho mejor que el día anterior, no pudo evitar preguntarse si a su alfa podría llegar a gustarle a pesar de su físico, la diferencia de edad y de su conocido mal humor, se frotó el cabello en un intento de acomodarlo, observando sus ojos en aquel reflejo y por primera vez desde hacía tanto tiempo observó miedo reflejado en el.

El ascensor se detuvo después de un tiempo y le mostró un corto pasillo, apenas y podría llamarse así ya que unos cuantos pasos después estaba la puerta del hogar del alfa. No había macetas con plantas ni tapete de bienvenida, las paredes desnudas pintadas de un color blanco hacía ya tanto tiempo que en algunos lugares comenzaba a despegarse de la estructura, observó también la puerta sin ningún timbre al que llamar, salió del elevador arrastrando sus maletas junto con el y la observó frente a él reuniendo el valor de golpearla. Pero antes de que tuviera oportunidad la puerta se abrió de golpe. El rostro de su alfa mostraba sorpresa y le miraba atentamente desde el interior de su departamento, claramente no esperaba verlo ahí justo en ese momento pero al poco tiempo se aclaró y se movió a un lado para permitirle el paso sin decirle nada, ni siquiera para saludarle, pero Katsuki no pudo reprocharle ya que las palabras ni siquiera se formaron en su cabeza.

No te alejes de mí  >AizaBaku<Donde viven las historias. Descúbrelo ahora