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EL MUNDO SE CONVIRTIÓ en una sociedad superhumana y cerca del 80% de la población del mundo ahora tiene un trato especial. En este mundo rebosante de caos, la profesión que todos una vez soñaron y admiraron entró en el centro de atención.
Héroes de la justicia que pelean contra villanos y salvan a las personas de desastres.
Sí, esta es la historia de cómo me convertí en una de los más grandes heroes.
●•●
El sonido de un teléfono sonaba desde hace unos minutos atrás.
—No puede ser..— Gruñó la dueña de este molesta.
Alzó su mano a la mesa de noche a su derecha.
—¿Hola..?— Una risa se escucho al otro lado.
—¿Kioko, seguías dormida..?— Interrogó su amigo. Shoto Todoroki.
La chica encendió la pantalla de su teléfono para ver la hora. "6:47 am"
—Maldicion. En 10 minutos estoy lista.— Rodó para caer de su cama, corriendo por su cuarto buscando sus cosas.
—Bien. Estaré ahí en doce minutos, adiós.— Informó colgando.
La cabeza de la chica de cabellos azules era todo un caos, eran sus últimos días de secundaria.
¿Cómo podía quedarse dormida?
Entro a darse una ducha. 7 minutos bastaron para que saliera ya limpia, con su respectivo uniforme.
Comenzó a buscar su calzado, su cabello estaba suelto tirando pequeñas gotas en su informe.
Preparó rápidamente su mochila con todo lo que necesitaría para su día académico.
Que hablando de ello, ella era una de las mejores estudiantes en su escuela.
Shoto y ella iban a la misma escuela Secundaria de Corusan.
Se conocieron a la edad de 7 años. Gracias a sus padres, al principio, ninguno tenía interés en formar un vínculo con el otro.
Aunque con el pasar de los meses, ambos se fueron acercando.
Todoroki al no poder convivir con nadie más porque según su padre "Solo era una pérdida de tiempo" se emocionó cuando Kioko apareció en su casa junto a su padre, Kayko.
