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El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de matices dorados, anaranjados y carmesíes.
Quizás algunos no estaban del todo contentos con los resultados del festival, pero debían aceptar esa sensación.
—Buen trabajo a todos.— Felicitó el profesor Aizawa frente a la clase 1-A. —No habrá clases en los próximos dos días. Seguramente agencias querrán reclutarlos.
Algunos alumnos mostraban más heridas que otros, como Midoriya y Kioko. El primero llevaba el brazo izquierdo enyesado, y la peliazul tenía la cabeza y cuello vendados. Aun así, irradiaban emoción.
-—Organizaremos todo y les informaremos a su regreso.— Dijo Aizawa mirándolos con orgullo. –Por ahora descansen y esperen noticias. ¡Buen trabajo heroicos!
—¡Sí!— Gritaron la mayoría, entusiasmados ante las puertas que se abrirían para ellos. Su etapa como aspirantes a héroes profesionales apenas comenzaba.
Al salir del aula, Shoto ayudó gentilmente a Kioko con su mochila. Ella le sonrió en respuesta.
—¿Vendrás con nosotros, Shoto?— Preguntó la peliazul haciendo un pequeño gesto con su cuello vendado.
—No te esfuerzes.— La regañó. —Y sí, no quiero ver a Endeavor ahora.
Kioko asintió. —Entonces podemos comer hasta tarde juntos.
Al bajar las escaleras, la chica notó a Bakugo alejándose del grupo con su habitual caminata hostil. Torció los labios en una mueca involuntaria.
—Dame un momento, Shoto.— Dijo Kioko antes de correr hacia donde estaba Bakugo.
Escuchó las palabras de ánimo de su padre, y deseaba decirle algo también.
—¡Bakugo, espera!— Gritó.
El rubio se sobresaltó al sentirla chocar contra él al detenerse.
—¿A dónde estás viendo?— Preguntó burlón, notando su dificultad para levantar la mirada por las vendas.
La joven dio unos pasos atrás. —¡Excelente trabajo, Bakugo! Espero verte mejorar aún más.— Exclamó con todas sus fuerzas.
El aludido enarcó una ceja, sonrosado por las miradas curiosas.
—¿Pero de qué demonios hablas, rarita?— Masculló.
La chica le sonrió a pesar de no verlo. —Estoy segura de que nos volveremos a enfrentar cuando ambos estemos en la cima. ¡Y entonces yo seré la vencedora! ¿No te parece divertido pensarlo?
—¿Crees poder ganarme la próxima? ¡Ja!— Se burló Bakugo. —¿Acaso quieres quedar de nuevo hecha añicos?
—¡Eso no pasará!— Replicó Kioko con fiereza. —¡Me volveré más fuerte! Y si llegara a perder de nuevo.. significaría que no merezco ser heroína.
