|Capítulo 1|

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Estaban cerca del final de la tarde cuando golpearon la puerta de la habitación de Harry en el caldero chorreante. Dos días atrás el muchacho de cabello desastroso había pasado su cumpleaños huyendo de sus tíos, con quienes vivía, tras inflar como un globo a su tía Marge por hablar horriblemente de sus padres; y acabó en el mundo mágico, su mundo, teniendo una pequeña charla con el ministro de magia antes de ser abandonado a su suerte, con todo pago, en una habitación del Caldero Chorreante por el resto del verano.

Desde entonces el muchacho mantuvo lo que los muggles llaman, un perfil bajo. Sus nervios estaban a flor de piel, si el ministro sabía lo que había hecho ¿Quién en el mundo mágico no lo era? Ya había recibido una advertencia el año anterior sobre el uso de la magia fuera de la escuela, ¿Qué evitaba que lo expulsaran ahora? Incluso las palabras del ministro, asegurando que todo estaba bien y no tenía problemas, no habían ayudado.

Harry abrió la puerta lentamente imaginando varios escenarios, la policía mágica buscándolo para encerrarlo por hacer magia fuera de Hogwarts, o la mujer que le dio la advertencia el año anterior preparada para darle una carta de expulsión de la escuela y todo el mundo mágico por defecto.

No era ninguna de las opciones que tenía en mente quien estaba al otro lado de la puerta.

Era su amiga quien estaba allí parada frente a él, insegura, balanceándose sobre sus zapatillas de tela algo gastadas, jeans desteñidos, un morral marrón colgando en su hombro y sus manos ocupadas jugando con las mangas de su campera ligera. Su cabello castaño estaba tan rizado y enmarañado como siempre, creando el efecto de una melena de león sobre su amigable rostro.

Hermione Granger sonrió cuando la puerta terminó de abrirse y saltó sobre Harry. Habían pasado meses sin verse por las vacaciones y por la noticia que estaba en todos los diarios ella solo podía imaginar lo terrible que fue para él estar con su familia.

Harry, por otro lado, se encontraba sorprendido. No esperaba que Hermione apareciera en su puerta dos días después del incidente con su tía Marge, de hecho, no esperaba verla hasta que terminara el verano.

¡Se suponía que estaba en Francia con sus padres por amor a Morgana!

—¿Qué —empezó— porque estás aquí? —preguntó cuando la muchacha lo soltó.

—Recibí tu carta —fue toda la respuesta que dio la chica, entrando a la habitación de Harry en lo que este parpadeaba.

—¿Qué carta?

—¿Enserio Harry?

—Mione, enserio, ¿de qué carta estás hablando?

La niña miró a Harry un largo rato, su amigo se estaba comportando extraño, ¡él le había escrito que fuera a verlo! ¿Por qué estaba actuando como si ella hubiera hecho trampa en los exámenes?

—La carta que enviaste con Hedwig —explicó, pero viéndolo confundido agrego información —ya sabes, en la que agradecías los regalos y me pediste que viniera a verte —continuó Hermione, frunciendo el ceño cuando lo vio aún más desconcertado —me contaste de lo horrible que fue tu tía con tus padres.

—Mione, yo nunca te envié una carta, ¡ni siquiera recibí tus regalos! —exclamó Harry desordenando aún más su cabello —envié a Hedwig lejos la semana pasada cuando me enteré de que la tía Marge venía de visita.

La observó mientras pensaba, y buscaba desenfrenadamente algo en su bolso. Su ceño se fruncía más y más a cada segundo que pasaba, si era por furia contra él o por confusión Harry no estaba del todo seguro, su amiga era difícil de leer a veces.

—¿Qué estás...? —Hermione lo interrumpió, empujando muy descuidadamente un pedazo de papel sobre su cara.

—Es tu letra vez —inquirió aún frenética, aunque su tono implicaba más un hecho que una pregunta.

Manual de supervivencia en el mundo mágico para tontos y novatos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora