|Capítulo 9|

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***ADVERTENCIA: mensión no explicita de abortos espontaneos***

[Miércoles 11 de agosto de 1993]

Hermione suspiró, concentrándose en la fascinante visión de las tierras que eran de su hermano y ella. Era una absoluta alucinación ver la amplia calle principal del pueblo, adornada por un largo camino adoquinado con mármol blanco, que iba desde el castillo hasta la línea de árboles que señalaba el inicio del bosque

Las largas hileras de bares y tiendas que se extendían a lo largo del camino blanco, todas brillantes y prístinas bajo la luz al sol naciente, con gente ya deambulando entre ellas, acomodando sillas o apagando las lámparas guirnaldas que colgaban de lado a lado.

Y más allá de donde terminaba el pueblito, el bosque se extendía muchos kilómetros más de lo que era humanamente posible. Mahnoor les había contado que eso se debía a un muy poderoso y antiguo tejido de hechizos ilusorios, mentales y protectores entre otras cuantas cosas más, que modelaban el espacio en el que se encontraba el clan, volviéndolo mucho más grande e impenetrable para cualquiera que no estuviera autorizado por el clan.

¡Hermione estaba emocionada por investigar más sobre ello! Si tan solo no tuviera que pasar por todas las absurdas clases para señoritas sangre pura primero.

Soltó otro suspiro.

Desde que llegaron por primera vez a estas tierras, que descubrió de hecho se llamaba Nyhedell, todo había sido un caos.

Entre tener que seguir con la farsa de ser Hermione Granger y hacer apariciones diarias en el mundo mágico, encontrar excusas para desaparecer por un día entero, las clases de sangre pura y sus deberes como matriarca del clan, ¡se estaba volviendo loca!

Y eso sin contar el tiempo perdido entre ir y volver de Londres a Nyhedell. Su hermano y ella estaban jugando un partido de yenga muy complejo contra el tiempo y el sentido común, y su torre estaba a punto de derrumbarse sobre los escasos cimientos que le quedaban.

Ella solo quería mandarlo todo a la mierda, y quedarse en Nyhedell con los retratos de su familia, escuchando historias de la vida de sus padres y abuelos, incluso aceptaría seguir con las clases para señoritas y sufrir las constantes críticas de su tutora, hasta que fuera hora de volver a Hogwarts.

¡No quería seguir teniendo que pasar días enteros en el Callejón Diagon sin hacer absolutamente nada cuando podía están en casa, aprendiendo de su familia!

Pero era necesario, ella lo sabía. Todo el mundo observaba a Harry, sobre todo con el fugitivo Sirius Black todavía libre, si desaparecían por más de un día, todo el mundo lo sabría.

Y ella dudaba que pudieran escapar de los planes del malnacido que los separó una segunda vez.

—Este es el tercer suspiro que sueltas princesa —dijo la voz de su padre a su lado. Padre, que extraño sonaba incluso pensarlo, por años había pensado en otro hombre como tal, un hombre que, si bien no la había aislado y le compraba los libros que quería, o le daba un oído atento cuando podía, no era como el que ahora la llamaba.

James Potter, incluso como retrato, le había prestado más atención en la última semana, cada vez que ella pudo escaparse al salón de los recuadros, que Richard Granger en los últimos tres años.

Hermione se sintió más conectada con un retrato que con el hombre que cuidó de ella los últimos doce años. ¿Y era eso tan malo? se preguntó una parte de ella, James era su padre biológico, el hombre que la quiso desde el momento en que fue concebida —si hay que creer en los pocos relatos que pudo escuchar antes de dormir cada vez que se quedó en el castillo—.

Manual de supervivencia en el mundo mágico para tontos y novatos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora