Capítulo 2

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Casualmente, la primera vez que conoció a Kim Yongsun fue en una fiesta navideña.

Eran sus primeras Navidades en el bufete y había entrado en el local alquilado con más emoción de la que merecía una fiesta de empresa. Pero, maldita sea, se sentía jodidamente feliz consigo misma, después de haber sido reclutada por Wilkens & Granger solo un año después de acabar la carrera de Derecho, y tras haber trabajado en un bufete mucho más pequeño.

Era el típico club de hombres en los círculos más altos, como lo seguían siendo muchas empresas de la vieja escuela. Pero Byul no se amedrentaba por ello, y la mayoría de la gente parecía bastante decente. Varias personas le habían asegurado que podía llevar a su novia, pareja o esposa a la fiesta.

No es que tuviera una para traer, dado que su novia había terminado con ella. Una semana y media antes de Navidad.

Frunció el ceño. Por supuesto.

En fin. Fue una buena fiesta. W&G puso todo su empeño en el catering y la decoración, con música navideña a todo volumen por los altavoces. Y Byul se encontró detrás de la mesa de aperitivos, con una combinación mortal de no haber comido en todo el día y una grave debilidad por las galletas.

—¿Te gustan? —Una voz suave preguntó desde su izquierda, sorprendiéndola.

Byul se dio la vuelta rápidamente y, al instante, se atragantó con la galleta que había estado masticando. La rubia más despampanante, con unos ojos gris plomo que la cautivaron en el acto, estaba de pie a unos centímetros, con una pequeña sonrisa en los labios, mientras señalaba la colección de galletas de azúcar escarchadas que había en su plato.

Era unos centímetros más alta que ella, con un vestido largo, dorado pálido, que brillaba, y la hacía parecer como si ella misma estuviera resplandeciendo. Era completamente hechizante, fue la única palabra que le vino a la mente.

Después de unos momentos de boquiabierta vergüenza, se las arregló para tragar la comida en la boca antes de toser.

—Este… sí, son realmente increíbles. Y lo dice alguien a quien, normalmente, no le gustan las galletas de azúcar a pesar de —bajó la voz con complicidad—, tener un romance tanto con el azúcar como con las galletas.

Un encantador rubor recorrió las mejillas de la mujer.

—No se lo diré a nadie. Pero como la persona que las hizo, me siento muy complacida.

Con una mirada que sabía que era similar al asombro, miró de la mujer a su plato y viceversa.

—¿Las hiciste tú? Asumí que todo era servido…

La pequeña sonrisa se transformó en una más grande y radiante y, con ella, el estómago de Byul se llenó de mariposas. Una sonrisa de respuesta se dibujó en sus propios labios.

—La mayor parte lo es, en realidad. Pero estoy en el consejo de eventos de la empresa y pensé… ¿por qué no contribuir un poco?

—Estás contribuyendo terriblemente a mi autocontrol.

—Creo que en esta época del año es cuando el autocontrol de todo el mundo cae en picado. —respondió la rubia con un susurro burlón.

Tenía un comentario coqueto en la punta de la lengua cuando Taeyang —que se había comportado como un completo imbécil desde el primer día: había pasado del coqueteo a comentarios homófobos apenas velados cuando ella le había dicho que era lesbiana, y luego a pelearse amargamente con ella por los casos— se acercó a ellas.

Puso los ojos en blanco, ya de mal humor, y se preparó para interponerse entre aquella mujer y aquel imbécil. Porque estaba segura de que iba a hacer algún comentario sarcástico sobre la sexualidad o algún comentario grosero sobre el muérdago, sobre todo por la mirada furiosa que le dirigía.

Cuando Menos Te Lo Esperas [MoonSun] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora