[01] Cambio de aires

33 6 1
                                    

New year's day- Taylor Swift

Tan solo faltaban 10 minutos y el año nuevo llegaría. Desde hace un tiempo atrás no he sido fanática de estas fechas ya que siempre era lo mismo; cenar, esperar a que el reloj marque las doce de la noche, dar abrazos a toda la familia sin importar lo mucho que te desagraden y luego ir directo a dormir. La rutina ya empezaba a ser demasiado cansina para mi propio bien.

Aunque todos los años siempre reflexionaba sobre lo que hice en el año y las cosas que me faltaron por lograr, esta vez no tengo ganas de hacerlo, porque no había hecho la gran cosa que amerite dicha reflexión. Me salí de una escuela la cual era mi más grande infierno, y tuve que cambiarme a otra para poder seguir estudiando.

Abandone el deporte que más amo en todo el mundo haciendo que todo el proceso construido estos años se vaya directamente a la basura y ahí se quedará por siempre. Fue un año con muchos más bajos que altos y no entiendo cómo este próximo año podría ser algo diferente.

También, por más que intente negarlo e ignorar su existencia, me rompieron el corazón en mil pedacitos y hasta ahora no he sido capaz de encontrar un pegamento lo suficientemente fuerte para lograr arreglarlo por completo. Sentirte así te drena las ganas de todo y para todo, pero lo peor de morir por un corazón roto es que no te mueres y tienes que existir en un mundo donde no quieres estar.

Y las palabras que mi mamá dijo aquella vez que me encontró destruida en mi habitación se cruzan por mi cabeza cada vez más fuerte: "Lo malo de arreglar los mil pedacitos rotos del corazón, es que solo quedan 999" porque tiene tanta razón. Siempre la tiene.

Tal vez mi respuesta a la felicidad está enfrente de mí, pero necesito verla. Tocarla. Sentirla. Ser capaz de disfrutarla sin tener miedo a que en un segundo se esfume lejos de mi alcance.

Creo que ese será mi único propósito para este año. Poder encontrar la felicidad. Cumplir 18 está lleno de bastantes responsabilidades y no estoy demasiado segura si podré con todo esto. El tan solo pensar en lo que tengo que hacer este año, una fuerte migraña empieza a llegar a mi cabeza. El lado bueno es que faltaba menos para salir del lugar en donde actualmente vivo y tener mi tan esperada independencia, lejos de este entorno "familiar" que desde hace tiempo empezó a tornarse demasiado insoportable, tóxico y miserable para mi.

Ahora estaba sentada en uno de los tantos sillones incluidos en la sala donde vive mi abuela viendo las redes sociales, observando como todos mis amigos o compañeros se la estaban pasando de fiesta en fiesta, cosa que no me molesta tanto, pero sí me irrita que nunca he podido pasar estas fechas con amigos por la "dedicación" que obligadamente debo tener a mi familia. Hablando de familia, de repente escucho la puerta principal abrirse y no necesité levantar la vista para saber qué se trataba de mi primo Mathew ya que era el único integrante de mi familia que hacía falta.

-Perdón por llegar tarde. El tráfico a esta hora es horrible.

Desde hace unos años el y yo nos hicimos extremadamente unidos, como las hermandades de hombre y mujer en las películas de Disney que siempre veíamos de pequeños, y cada que tiene oportunidad dice lo mucho que él me cuidaba cuando yo estaba recién nacida aunque solo nos separen 5 años así que tal vez por eso tenemos un lazo fuerte o como a mí me gusta llamarlo para dramatizar, un hilo invisible con destellos rojos.

-Te perdiste a Tía Mar peleando con su nuevo novio, se acaban de ir.

-Los vi cuando me estacioné. – Se sentó a mi lado al mismo tiempo que ambos reímos por lo bajo para no atraer ningún tipo de atención hacia nosotros.

- ¿Cuánto falta? –Pregunte. Y mi primo abrió la boca para responderme pero no alcanzó a hacerlo ya que, en ese preciso momento, el resto de la familia empezó a vitorear, dándonos a entender que ya eran las doce, y que el año nuevo ya había comenzado.

- Feliz año nuevo, Any. – Me sonrió satisfecho, aun sabiendo lo mucho que odiaba ese derivado de mi nombre.

-Feliz año, Mat. – A él sí que le gustaba ese apodo y mi intento de irritarlo se desperdició, por lo que hice un pequeño puchero.

Y los siguientes minutos los pasé abrazando familia.

********

Habían pasado unas cuantas semanas y ya estaba de regreso en la escuela después de las vacaciones de invierno. St. Marks era una de las más prestigiosas de la ciudad, pero realmente a mí no me importa eso, solo decidí estudiar aquí porque tiene conexión con The Lorge, la universidad de mis sueños.

Tenía que ir con mis amigas Susana y Noé a una cafetería para empezar a trabajar en el tan famoso proyecto de fin de año, ya que nosotras estábamos en el comité estudiantil. Decidí ir caminando para hacer un poco de ejercicio.

Fue muy fácil reconocer el lugar que habíamos elegido gracias a su brillante letrero, indicando que "Milk & Go" se encontraba enfrente de mí.

Me adentre y el olor a café y pan dulce me llegó a la nariz instantáneamente. Había poca gente y estaba agradecida por ello. No me gustaban los lugares repletos de gente al punto de no poder respirar ni moverme. Mis amigas apenas venían en camino así que me pidieron ordenar bebidas para ellas. Una vez instalada en una mesita de color rojo con las sillas suficientes para todas, fui a la barra para ordenar; El mostrador estaba repleto de todo tipo de postres, de los cuales hice una foto mental porque con sus precios nunca podría probarlos.

-Buenas tardes y bienvenida a Go & Milk, ¿Qué desea ordenar hoy? - La voz del chico que estaba del otro lado de la barra me sobresaltó un poco, ya que estaba asegurando las órdenes de mis amigas que todavía faltaban para llegar.

-Buenas tardes, perdón por tardarme es que estoy ordenando por unas amigas y estaba checando eso. –El chico sonrió al mismo tiempo que hacía un gesto despreocupado.

Mientras tomaba mi orden, yo seguía débilmente apenada. Nunca me había dirigido mal hacia cualquier persona que me atendiera a menos que realmente lo mereciera y el no haberle prestado atención me sentó mal.

Regrese a la mesa para empezar mi parte del proyecto y a los minutos la puerta de la cafetería se abrió dejando ver a dos chicas que rápidamente identifique como mis amigas. Susana llevaba sus típicas camisas 3 tallas más grandes con un diseño demasiado abstracto para darle sentido, un short de mezclilla y sus distintivos botines negros con una pequeña cadena plateada colgando de ellos. En cambio, Noé llevaba una falda celeste y un top negro de manga corta que combinaba perfectamente con su piel igual de perfecta, incluidos unos zapatos de plataforma.

-Ya les pedí sus bebidas amores. –Ambas me respondieron con una sonrisa mientras se sentaban a mis costados.

- ¡Angie! - Escuche mi nombre ser llamado por el chico de antes y me levante.

-Gracias. - Ambos nos regalamos una sonrisa amable y esta vez no pude evitar notar todos los aspectos del chico frente a mí.

Lo más obvio era su estatura, me podían confundir con un duende a su lado, deduzco que mide aproximadamente 1.90; Su cabello esta en ese punto medio donde no tiene rulos definidos, pero tampoco es lacio, de color castaño claro y estoy segura que en el sol se ve incluso más claro. Tiene los ojos de un verde esmeralda muy bonito y en el momento que me dio mi bebida pude visualizar una cicatriz muy notable y larga en su brazo junto a un pequeño gafete que colgaba de su pecho donde perfectamente se leía "Samuel Collins" así que supuse ese era su nombre.

Salí de mi trance al recordar la fila de gente que había parada detrás mío y regresé a mi asiento junto a mis amigas.

-Te tardaste mucho – Susana me miró de una manera que me costó descifrar, así que solo le saqué la lengua. –Muy madura Angie.

-Empecemos con el trabajo y ya. – Noé nos miró con una mueca divertida para después sacar sus propias cosas de su mochila y así inició una tarde de trabajo que terminó en una noche llena de chismes.

Pero la única cosa que no me podía sacar de la cabeza era ese bartender alto que me había atendido hoy.

Serendipia (SAGA METANOIA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora