[17] De vuelta a la realidad.

13 1 0
                                    


This feels right- Jeremy Shada

Me desperté con el brazo de Sam rodeando mi cintura. La cobija cubría nuestros cuerpos. Intenté no hacer mucho ruido para poder salir de la cama y dirigirme al baño para asearme un poco antes de que Sam despertara y me viera con el cabello todo horrendo.

Lo cepillé unas cuantas veces hasta asegurarme que estuviera completamente libre de nudos, me lavé los dientes y volví a la cama. Cuando esta se hunde, Sam se movió hacia mi dirección tallándose los ojos.

- ¿Preciosa? - Su voz de recién levantado me tomó por sorpresa, pero me formo una sonrisa de boca cerrada. - Te ves bonita. - Mi sonrisa se ensanchó.

- Creo que ya deberíamos levantarnos, porque nuestro vuelo es en unas horas. - Él asiente y lo próximo que veo es sus músculos de la espalda cuando se levanta para buscar sus sandalias y buscar nuestras maletas. Las mariposas de mi estómago vuelven a revolotear como recordatorio de la noche anterior.

Así pasamos un largo rato, empacando nuestras pertenencias y los pocos regalos que habíamos comprado para nuestra familia cuando estuvimos de turistas por toda la ciudad.

Al llegar al aeropuerto, no pude evitar sentirme algo nostálgica. Mi primera vez en Londres había durado muy poco. Sam lo notó, pero no dijo nada, solo me paso un brazo por los hombros atrayéndome a él. Le sonreí un poco y al instante me devolvió el gesto el doble de contento.

- ¿Cuánto le das a tu primera vez en Londres? - Giré mi cabeza hacia mi novio quien se encontraba al lado de mi en los asientos del avión.

- ¿Del uno al diez? - Él asintió, y ni siquiera tuve que pensarlo. - Diez.

-Me alegra. Y que me hayas elegido a mí como tu acompañante en esta corta aventura. Yo también le doy un diez a la experiencia. - Sabía que se refería a otra cosa y no pude evitar que el color carmesí llegase a mis mejillas. El rio por lo bajo al ver mi reacción, dejando un beso en mi sien.

Llegamos al aeropuerto de nuestra ciudad horas después. El cansancio empezaba a ser parte de mí. Regresamos al apartamento de Sam en un taxi.

Me tiré en su cama, suspirando. El hizo lo mismo, pero buscando mi mano y cuando la encontró, entrelazó sus dedos con los míos.

-No quiero volver a casa. Quiero quedarme contigo y poder ir a Londres otra vez. - Él suelta una risa corta, mirándome de reojo.

-Podemos ir cuantas veces quieras, Angie. - Niego con la cabeza cerrando los ojos por un segundo.

-Todavía no termino la escuela. - Escucho como sale de su boca un sonido dándome a entender que le resta importancia.

-Estas a meses de graduarte. - Iba a responderle. Pero me quedé pensando por mucho más tiempo de lo que me hubiera gustado.

Tenía razón. Estaba a meses de graduarme y aun no encontraba una nueva universidad. Lo más seguro es que ya no están en época de exámenes de admisión mucho menos para becas de colegiatura o extracurriculares.

¿Y si no consigo el futuro que quiero? ¿Qué haré entonces? ¿Tendré que buscar trabajo? No tengo experiencia en nada. NADA. ¿Qué haré con mi vida?

Me senté en la cama, desenlazando el agarre que tenía con la mano de Sam, quien también se enderezó al ver mi expresión preocupada. No quería llorar, pero sentía que mis ojos empezaban a arder. No quería mostrarme débil ante Sam, no ahora que ya estábamos de lo más perfecto. Y como solo soy una simple terrenal, las lágrimas cayeron hacia las sábanas.

-Hey, hey, ven aquí preciosa. - Me jaló hacia él con una rapidez que casi me causa un mareo. - ¿Dije algo mal? Lo siento. Saca todo lo que quieras llorar. Estás a salvo conmigo. - Esas palabras hicieron que un sollozo estruendoso saliera disparado de mis labios. Uno de los brazos que me envolvían empezó a dejar pequeñas caricias en mi hombro y parte de mi pelo. Cada tantos segundos Sam se encargaba de dejar un beso en la coronilla de mi cabeza, tratando de reconfortarme. Al paso de unos minutos, me separé de él, tallando mis ojos en un intento de detener las últimas lágrimas que amenazaban por volver a salir.

-Perdón por esto, deje tu camisa toda empapada. - Él echó un vistazo a su hombro y ni siquiera hizo una mueca, solo me volvió a mirar con esa misma preocupación de antes.

-No te disculpes. Es de humanos el sentir emociones como la tristeza. - Le dediqué una sonrisa de boca cerrada por unos pocos segundos. - Ahí está la Angie que me encanta ver. - Eso causó otra sonrisa un poco más duradera. - ¿Qué pasó, amor? ¿Por qué empezaste a llorar?

-No es nada. - Ladeó su cabeza hacia un lado, claramente sin creerme, lo cual me hizo suspirar, arrugando mi nariz. - No he buscado otras universidades. - Él asintió repetidamente, entendiendo a lo que me refería.

-Te voy a ayudar. - Negué con la cabeza. No quería ser una carga para él. Esto es algo que debo resolver por mi cuenta. - Angie. Sabes que me gusta tu terquedad, pero en estos temas no. Te voy a ayudar a buscar otras universidades. No tomaré un no como respuesta.

Lo miré con los ojos entrecerrados tratando de contener una sonrisa, pero al ver que su boca se curvaba en una, no me pude resistir más y copié su gesto. Vi cómo se paraba de la cama, buscando algo con la mirada. Cuando pareció encontrar el objeto chasqueó los dedos y lo agarró con ambas manos. Se volteó hacia mí y observé que era su laptop. Volví a entrecerrar los ojos al saber que quería hacer, pero no reproché.

La encendió y empezó a teclear "universidades de humanidades y artes". A los segundos, muchísima información llegó a mis ojos. Pero nos encargamos de escoger solo las que tenían exámenes de admisión y de becas abiertas.

-Está la universidad de Nueva York. - Sam señaló en la pequeña pantalla dicha escuela, pero al instante descarte esa opción. - ¿Por qué no?

- ¿Viste que está a 1,346 millas? Es muchísimo. No podría estar separada de mi hermana ni mis amigos. - Me miró significativamente- Ni de ti, Sam.- Una risa corta salió de mis labios al ver que asentía aprobando mi argumento, volviendo a mirar la pantalla.

-Preciosa... Esa es la más cercana. Las otras están a millones de millas a distancia. - Suspiré pesadamente. Le eché un vistazo a la página de internet. Esa universidad tiene todo lo que estudiaría normalmente en The Lorge. Y tienen admisiones abiertas. Es como si estuvieran esperando a que yo los contacte.

- ¿Angie? ¿Qué dices? - Dejo de mirar la pantalla para enfocar mis ojos sobre mi novio.

-Tendría que hablarlo con mis papás primero. A fin de cuentas, ellos pagarán mis estudios. - Él asintió, cerrando su laptop. Se quedó mirándome unos segundos, sin ninguna expresión en su cara. Reí nerviosamente- ¿Qué?

No dijo nada. En cambio, puso una de sus manos en mi nuca, atrayéndome hacia él y dejando un beso sobre mi frente. Ese simple gesto me causó una sonrisa de oreja a oreja, dejando ver mi dentadura.

Voy a tener el futuro que quiero y lo pasaré con quien... ¿Amo? Que miedo me dan los sentimientos.

Me quedé callada mientras veíamos una película. Traté de ponerle atención, pero mi mente seguía divagando.

Mi cerebro batallando contra mi corazón. ¿Seguir la razón o los sentimientos?

No tengo ni idea. 

Serendipia (SAGA METANOIA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora