Pablo, Sara, Héctor y Mariela son cuatro amigos que tienen sus vidas adultas resueltas o eso es lo que aparentar tener. Con el inicio de un divorcio entre Pablo y Sara y el casi matrimonio de Mariela, ellos comenzaran a reflexionar si sus decisiones...
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Remordimientos, esos pensamientos que nos mantienen contrariados, crean angustia en nuestro interior y se replican con los años atormentándonos. Se sabe que nuestra vida no se puede modificar como una historia con muchas páginas, pero, si pudiera modificar eso que deseabas eliminar, ¿lo harías?
Una buena pregunta, pero una respuesta muy filosa que puede más complicada de lo que parece.
—Dos mil cinco...
—La fiesta de confraternidad...
Nuestros susurros resuenan en el segundo piso de la casa de mi mejor amigo, ambos seguimos sentados sobre la alfombra plateada de su piso. Llevamos más de una hora intentando entender cómo fue que de un momento a otro estábamos en el pasado y ahora habíamos regresado a nuestro presente.
Acaso, ¿Era otro sueño?
—¡No entiendo nada! —grito exasperado y desordeno mi cabello hastiado.
—Volvimos a casa, ¿verdad? —Héctor me observa y yo lo miro de reojo y asiento sin convencerme en mi totalidad. —No entiendo, ¡mierda como volvimos!
—No lo sé, deja de gritar que no me dejas de pensar idiota—Regaño a mi mejor amigo y al verlo con la misma ropa de aquella vez que se embriagó y ambos regresamos en el tiempo.
¿No había transcurrido el tiempo aquí?
—P-pablo tienes que ver esto—Suspiro molesto porque lo único que hace es quejarse—Es muy extraño, no tenía esto antes—Alzo la mirada y al ver que se retira la camisa y se observa en el espejo, solo muevo mis brazos delante de mí rostro evitándolo.
—No quiero ver tus miserias idiotas, intento concentrarme en lo de antes, en lo que volvimos y...—me arrastro al ver una cicatriz en su abdomen que se ve incluso algo reciente. —¿Ya tenías eso antes? —pregunto pensativo.
—Eso quería decirte, no lo tenía, lo juro—responde asustado y me coloco de pie, pero el zumbido en mis oídos hace que me apoye en la repisa, por el mareo que siento tan repentino. Y muchas imágenes pasan por mi mente.
—Oye, siéntate, ¿Estás bien? —Escucho la voz de Hector, pero me siento aturdido por todo lo que logro visualizar en mi mente muy rápido, pero la imagen de Sara a sus diecisiete años arrodillara en el piso con su celular en sus manos mientras que las lágrimas caen por sus mejillas y Mariela presiona el abdomen de Héctor.
—¡No fue un sueño, eso te lo hiciste en el evento de confraternidad! —exclamo asustado, Héctor asiente y observa su herida. —Aunque hay algo que no entiendo, si hace unos minutos estábamos en dos mil cinco, como es posible que al volver Mariela sea tu novia, si antes de eso se odiaban.
Héctor encoge los hombros, pero parecer recordar algo y se sienta a mi lado.
—Quizás hice algo que altero los recuerdos—susurra y lo observo confundido. —Ten, pero antes de seguir a mi hermano, cuando Sara y tú saludaban a sus padres, le pedí a Mariela que fuera mi novia—susurra y yo me cubro los labios. —Aunque no entiendo como logramos modificar algo en nuestro futuro.