Pablo, Sara, Héctor y Mariela son cuatro amigos que tienen sus vidas adultas resueltas o eso es lo que aparentar tener. Con el inicio de un divorcio entre Pablo y Sara y el casi matrimonio de Mariela, ellos comenzaran a reflexionar si sus decisiones...
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Muchas personas suelen decir que uno sabe lo que tiene hasta que lo llega a perder, a veces si sabemos, pero necesitamos distanciarnos a pesar de eso, para poder valorar lo malo y también lo bueno que esa persona nos brindó en algún momento.
—Listo jóvenes, nos vemos el lunes para que puedan presentar sus proyectos. —Guardo mis pertenencias en mi mochila y aunque el profesor del curso me observa, salgo muy rápido del aula, cruzo el pasillo de mi facultad y de la universidad con la misma prisa.
—¡Pablo espera! —Me detengo en seco al escuchar la voz de Héctor desde el interior de su auto.
—Estoy ocupado, hablemos otro día—Le respondo y cruzo la acera, pero el me sigue. —¡Ahora que! —Grito y Héctor baja la mirada, desordeno mi cabello ofuscado.
—Lo siento—Ambos nos sentamos en los asientos del parque en silencio.
—También lo siento—mantengo la mirada gacha.
—No puedes seguir así, ya paso un mes desde que todo eso ocurrió. —Explica, pero yo aun continuo en silencio—Sara también está sufriendo, te necesita a su lado.
—No... ella se ira en unos días—Respondo y suspiro con pesar, debo volver a casa—Respondo ignorándolo y subo al primer autobús que se detiene en el paradero principal, aunque Héctor me sigue, me coloco mis audífonos y lo ignoro.
Ambos descendemos del auto y él no deja de seguirme, ingreso a casa con Héctor detrás de mí, pero cuando siento que la habitación esta desolada, comienzo a buscar a Sara, pero no logro hallarla.
Nuestra distancia en este último más me hace entender que quizás ella, se alejó de mí. Pero una nota sobre el escritorio me facilita la comprensión.
"No puedo continuar así, todo lo que ocurrió fue mi culpa, debí tener más cuidado con el bebé, quizás no estudiar era la mejor solución, entonces mis padres estarían vivos y el pequeño también, he intentado seguir ahí contigo, pero no puedo, lo siento mucho por no tener el valor de decírtelo de frente, pero ya no puedo, perdóname."
—No...—Es lo único que logro decir y dejo aquella nota en su lugar, abro la puerta muy rápido y camino desorientado por el vecindario. Intento localizar a Sara por medio de una llamada, pero su celular esta fuera de servicio.
Los minutos transcurrieron y luego de tratar de aferrarme a la idea de que quizás pueda cambiar lo que quiero, entiendo que esto iba a pasar. Yo había pedido lo que estaba ocurriendo.
Me siento en el umbral de la habitación y aprieto mis manos con fuerza.
Mis pensamientos de aquella primera vez que pedí una oportunidad, en julio de dos mil veintitrés, no fui consiente de todo lo que podía perder.
—Vete Héctor, necesito estar solo.
—¿Qué? —Me coloco de pie dispuesto a irme, pero Héctor me detiene. —No, me quedare aquí, arreglaras las cosas con Sara y todo será como antes.