Capitulo 5: Lo que no puedo decirte

73 12 78
                                    

Nuestras decisiones pueden ser erraras o correctas, nadie más que nosotros podemos saber que curso tomaran, con los años entenderás si fue lo mejor o solo un gran error, intentar evitar eso que te hizo feliz una vez, no siempre es posible, menos c...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nuestras decisiones pueden ser erraras o correctas, nadie más que nosotros podemos saber que curso tomaran, con los años entenderás si fue lo mejor o solo un gran error, intentar evitar eso que te hizo feliz una vez, no siempre es posible, menos cuando el destino no quiere apoyar.

—Pablo, si no te quedas quieto, te juro que te dolerá.

—Pero Héctor, lo estás haciendo demasiado fuerte.

—No seas un niño, aparte tú elegiste esto, ¿No?, ahora no te quejes y colabora.

—Ay dios, dejen de quejarse, cualquiera que los viera pensaría que están interrumpiendo una escena romántica—ambos giramos la mirada observando molestos a mi hermana. Héctor aún tiene sus manos sobre mi corbata tratando de hacerme un nudo o queriendo ahorcarme.

Créanme que lo he pensado.

Ambos nos alejamos al ver la sonrisa de mi hermana.

—¿Qué haces aquí enana? —pregunto colocándome frente al espejo mientras trato de hacer el moño por mi cuenta, pero me frustro al ver que este solo se enreda y aunque no quiera un recuerdo muy claro regresa a mi mente.

—¡Sara es un desastre! —Grite observándome frente al espejo—¡Ven rápido, apresúrate por favor!

—¿Qué ocurre Pablo?, Carlitos estaba por dormir y... ay dios que hiciste—observe a mi esposa con una expresión triste y ella caminó muy despacio, hace que me siente en la cama.

—¿De verdad tengo que ir con esto puesto? —pregunto observando el traje negro que llevo y ella asiente mientras ata mi corbata en un moño perfecto—Es que siento que esto me quiere matar, el traje me ajusta, los zapatos también y la corbata me asfixia.

—No lo hace, ni siquiera un poco, son tus nervios por no fallar, es todo, Pablo mírame, todo está bien, lo harás increíble, yo confió en ti—Susurra sosteniendo mi rostro con sus manos y me observa con tanta dulzura que solo asiento sin dejar de observarla. —Ven aquí, sin importar que ya llevamos un año juntos, sigues siendo el mismo niño que una vez me hizo llorar con sus palabras, te amo Pablo. —dice sosteniendo mis manos y yo solo sonrió.

—¿De verdad confías en que lo haré bien? —pregunto con temor.

—Claro que sí, verás que cuando ese director vea tu esfuerzo, tu sinceridad y tu destreza, sabrá que no encontrara mejor docente que tú, si lo dice tu esposa así es, ¿Está bien? —Rodeo con mis brazos por su cintura atrayéndola hacia mí y ella corresponde a mi abrazo.

—Gracias, hace mucho hubiera dejado todo, si no fuera porque estás aquí conmigo, me esforzaré mucho, cuando regrese serás la esposa del nuevo profesor permanente—digo convencido y ella me abraza con más fuerza y ambos nos observamos sonriendo.

—Estoy segura de que así será, no hay nadie mejor que tú—responde y yo asiento bromeando, ella ríe desordenando mi cabello, pero es el llanto de un bebe el que hace que ambos desviemos la mirada al mismo momento—Tu hijo me necesita más que tú—susurra mirándome y yo la observo desganado y ella ríe ante mi expresión. —Te amo, en un ratito vengo, mucho ánimo.

Aquel año nuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora