El miedo es un sentimiento natural, todos lo hemos sentido en algún momento, de este proviene el temor y el terror que alguna decisión nos puede generar, pero no es tan malo como parece si al menos lo intentas, al menos sabrás si valió la pena intentarlo, pero la duda es... ¿Estarás listo para sobrellevar las consecuencias?
—¡Pablo, te estoy hablando, regresa! —Abro la puerta de mi casa mientras sigo forcejeando con mi corbata y trago saliva al ver que mi madre me sigue por la calle principal de mi vecindario.
—No lo haré, me están esperando. —Respondí a un metro de distancia, me observa muy molesta y a pesar de que ya anocheció y es casi las nueve de la noche, no hay marcha atrás.
—No lo repetiré dos veces, que seas casi mayor de edad, no significa que puedas mandarte solo, ¿Lo entiendes? —asiento restándole importancia, observo a mi alrededor esperando a Héctor, ella continúa regañándome y yo solo muevo mis labios porque sé sus reclamos de memoria. Pero el sonido de un claxon cerca la alerta y al ver que se acerca corro hacia la acera principal.
—Sube o nos matará a ambos—Héctor se baja del auto y su chofer nos observa. Dudo en seguirlo más cuando mi madre me amenaza y se acerca. —¡Sube ya! —grita mi mejor amigo y cierro los ojos haciéndole caso.
—Joven Héctor, ¿Cuál será la siguiente parada? —pregunta Jorge, su chofer, un hombre de unos treinta años que ha servido a su familia desde que tengo memoria. Ambos nos observamos en silencio, ladeo la cabeza cuando él me presume su traje plomo y su corbata de marca, le empujo y él solo se burla al ver que el traje negro que llevo no me queda tan mal.
—Lo lamento Jorge, sigue directo, te indicaré en el trayecto, ¿Tu madre no irá a buscarte? —pregunta observándome, niego con la cabeza por qué recuerdo bien los gritos que recibí al regresar al siguiente día.
—No ha dejado de llamarme como más de cincuenta veces, solo me castigara unos meses, puedo soportarlo—respondo desordenando mi cabello, me giro al ver que está en silencio y él no deja de mirarse en el espejo de mano que retira de su chaqueta, luce nervioso.
Y pensar que en mis recuerdos este escenario no existía, ¿Estaremos haciendo mal, al querer modificar nuestros recuerdos?
¿Deberíamos detenernos?
—Aquí tienes, cuando entremos con las chicas, ya sabes qué hacer, ¿Cierto Pablo? —salgo de mi ensoñación cuando él me observa con insistencia, asiento no muy convencido.
—Olvídalo, yo lo haré solo, es mi hermano después de todo.
—Estamos juntos en esto, podemos sobrellevarlo—sonríe y me da palmadas en la espalda—Héctor, tú sabes mi motivo de estar aquí, solo quiero saber algo antes de continuar—me observa curioso.
—¿Quieres saber por qué volví a esta edad? —pregunta y aunque me sorprende su pregunta, asiento.
Ambos observamos que Jorge lleva puesto sus audífonos mientras sigue conduciendo y respiramos aliviados.
ESTÁS LEYENDO
Aquel año nuestro
Ciencia FicciónPablo, Sara, Héctor y Mariela son cuatro amigos que tienen sus vidas adultas resueltas o eso es lo que aparentar tener. Con el inicio de un divorcio entre Pablo y Sara y el casi matrimonio de Mariela, ellos comenzaran a reflexionar si sus decisiones...