Pablo, Sara, Héctor y Mariela son cuatro amigos que tienen sus vidas adultas resueltas o eso es lo que aparentar tener. Con el inicio de un divorcio entre Pablo y Sara y el casi matrimonio de Mariela, ellos comenzaran a reflexionar si sus decisiones...
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Hay personas que dicen que nuestro destino ya este trazado y las decisiones que estamos tomando son pequeños fragmentos o pensamientos que están en nosotros como pequeños recordatorios sabiendo que fin tendrán, ¿Sera cierto?
—Es entonces cuando uno debe reflexionar sobre sus acciones, el antes o el después de nuestra existencia, no es más que solo eso, el resto de nuestro destino depende nosotros, ¿No lo creen? —asiento mientras sigo tomando apuntes ante las palabras del profesor Javier, un genio en lo que es Ciencias humanas.
—Eso fue bastante genial profesor—responde Juan Pablo y todos asienten.
—Si Méndez hay algo de razón, pero mejor sigan tomando apuntes que casi es hora de su recreo—se escuchan murmullos en el aula y yo solo ignoro mientras guardo mis útiles en mi mochila.
No lo se... pero entre mas tiempo pasamos en dos mil cinco, mis recuerdo comienzan a confundirme.
Observo de reojo a mi mejor amigo y como si pudiera sentir mi mirada, me observa, pero segundos después me ignora, coloca su brazo derecho sobre su pupitre y se gira dándome la espalda.
Suspiro sonoramente ante su comportamiento.
Volvimos a pelear otra vez, sinceramente no recuerdo si discutíamos tanto en el pasado, quizás sea una consecuencia de tantos cambios, aunque sean minúsculos.
—Chicos, no olviden que el primer examen trimestral está a la vuelta de la esquina, los exámenes serán la semana que viene, estudien, prepárense y esfuércense que sus notas serán publicadas en el periódico mural. —las quejas de mis compañeros no se hacen esperar.
Tres meses ya habían transcurrido...
Y aún no hallaba la forma de regresar a mi tiempo actual o quizás era mi terquedad de tratar de cambiar hasta lo más mínimo, fracasando muy rápido.
Es complejo si quiero explicarlo, sin importar lo que pueda cambiar, siempre terminaba sucediendo, de forma distinta, pero se lograba.
Como aquella vez en la fiesta de Juan Pablo, ese incendio no estaba en mis recuerdos o tal vez solo lo olvide, pero sin duda aquella noche Héctor y yo hicimos un cambio.
Es cuando entendí que ambos estábamos atrapados en los dos mil otra vez, ¿Hasta cuándo?
No lo se. Ni se cómo llegamos aquí, mucho menos como volveremos.
Reviso el dinero que tengo de mis ahorros para comprarme mi refrigerio y me siento frente al pupitre de Héctor, él me observa y vuelve a girarse dispuesto a ponerse de pie, pero lo detengo.
—Debo irme, hazte a un lado—responde de forma brusca.
—¿No crees que estás exagerando? —pregunto y él me observa molesto—Quiero decir, solo fue un pequeño error el que tuve, ¿Acaso olvidas que estamos juntos en esto?