Capítulo 9 : El secreto de Izan

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—Entonces, ¿quién vino a mi baile de máscaras? —quiso saber Stella, quien estaba muy perdida

—Describe como es él, físicamente—le pidió Peter.

Stella le dio todos los detalles que recordaba, ya que no tenía ninguna foto para mostrarle. Cuando la muchacha acabó con su descripción, Peter tenía claro de quién estaba hablando.

—Izan Blackburn, sin ninguna duda es él, es un buen amigo mío; dentro de estas paredes—explicó Peter.

—¿Blackburn? —dijo Stella aún confusa.

—Izan, técnicamente vive aquí, su padre es nuestro herrero—aclaró Peter.

En ese momento el mundo de Stella se desplomó y no sabía cómo debía asimilar todo aquello, pero quería salir de allí. Se fue corriendo sin tener ni idea de hacia dónde iba.

—Stella, espera, no te vayas—le pidió Peter, pero ya era tarde.

Stella no sabía que rumbo tomar, ni siquiera sabía si se dirigía a la entrada del castillo. Pero tenía que salir de ese lugar, sentía que su corazón iba a explotar, estaba demasiado angustiada para pensar con claridad, no sabía que debía hacer, ni distinguía sus emociones, solo notaba un terrible y profundo dolor en su pecho. Lágrimas comenzaron a caer por su rostro.

Cansada de que algunos sirvientes la miraran y la saludaran a pesar del estado en el que estaba, cruzó varios pasillos hasta que encontró uno bastante alejado de todo, en el que se paró y pudo estar tranquila. Posó su espalda contra la pared de piedra y se dejó caer al suelo. No podía creerse lo que acababa de descubrir, no podía entender todo lo que Izan le había hecho. Se sentía impotente, vacía y con ganas de gritar, aunque no podía hacerlo.

—¿Stella? —preguntó una voz que la joven reconoció al momento.

La muchacha levantó la mirada del suelo, solo para comprobar lo que ella temía, Izan Blackburn, la última persona a la que quería ver en aquel momento estaba delante de ella. No le dijo nada, pero se secó las lágrimas y se levantó del suelo.

—¿Cuánto tiempo pensabas que podrías seguir con toda esta farsa? —dijo Stella, muy enfadada.

—Yo no pretendía hacerte daño—reconoció Izan, que se dio cuenta de que la joven sabía la verdad.

—¿Qué no pretendías hacerme daño? Mejor fingir ser algo que no eres, para que luego quede como una tonta—exclamó Stella furiosa.

—Hablaste con Peter—dijo Izan.

—Obviamente, aunque eso es lo de menos, me has mentido, me has hecho creer que eras alguien que no eres y yo solo he sido sincera contigo. Izan Wells, sonaba demasiado bueno para ser verdad—respondió Stella muy molesta.

—Siento lo que pasó, no planee nada de todo esto—se sinceró Izan.

—Me hiciste creer que eras diferente, pero solo eres el hijo del herrero—mencionó Stella de forma hiriente.

—Eso no lo dices en serio, estás enfadada eso es todo—dijo el muchacho que ahora se sentía abrumado.

—Solo he dicho la verdad—masculló Stella.

—Tú y yo sabemos que mientes muy mal—confesó Izan. 

A continuación, el muchacho realizó un acto a la desesperada y besó a la joven, pero aquel beso no duró nada, ya que Stella se apartó de inmediato y después, le dio una bofetada en la mejilla

—Olvídame Izan, será lo mejor—dictó la princesa y después se alejó del joven y andando hacia el centro del castillo nuevamente.

Mientras la joven deshacía sus pasos, dos amigos se encontraron en el ala este del castillo.

Confesiones de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora