—¿Estás bien? —preguntó la joven.
—Estoy bien, pero ya veo que mi pie derecho no lo está—respondió molesto.
—Me alegra saberlo—admitió la princesa.
—¿Cómo has acabado aquí? —quiso saber Izan.
—Peter me llamó, y vine cuando pude hacerlo. Tu padre quiso quedarse, pero tenía que trabajar y luego Peter y yo nos quedamos contigo hasta que se hizo de noche y luego, me quedé yo porque soy la única sin obligaciones—explicó la muchacha.
—Le debo una más a Peter. Y sí, me comentó lo de la expulsión, no me parece correcto, los dos sabemos que tú no hiciste eso—reconoció el joven.
—Lo sé, pero era lo correcto y la verdad, no lo llevo tan mal, aunque haya perdido mi reputación—confesó Stella.
—Pero no deberías de pagar tú lo que otros te hicieron, no es justo—le comentó Izan.
—Ya, pero ahora eso ya no me importa—aseguró Stella.
—¿Qué te importa? —quiso saber el muchacho.
—Tú—dijo muy segura.
A continuación, se acercó al muchacho y le besó, no duró mucho tiempo, pero el suficiente para que los dos dejaran sus preocupaciones.
—¿Lo has hecho porque estoy en el hospital? —preguntó Izan.
—No, lo he hecho porque me importas de verdad—confesó la joven.
—Y tú a mí—contestó el joven.
Iban a besarse nuevamente cuando entró el médico y una enfermera.
—Siento la interrupción, pero al ver que estás despierto, tenemos que hacerte unos últimos análisis. Que tu novia espere fuera de mientras—dijo el médico.
Stella iba a corregir al médico, pero no lo hizo. Aprovechó ese tiempo para llamar a Peter y decirle que Izan estaba bien y que se había despertado. También llamo a Vanessa para preguntarle si su idea había salido bien, o si cuando volviera a su casa iban a estar muy molestos con ella.
Se sintió aliviada cuando la condesa le dijo que se lo habían creído, ahora solo quedaba dar otras excusas para llegar a horas extrañas a su casa, sobre todo dependiendo de cuando Izan pudiera volver a la casa de los Wells. Unos cuarenta minutos después, Stella vio que los médicos dejaban a Izan solo de nuevo y ella volvió con el muchacho.
—¿Qué te han dicho? —quiso saber la joven.
—Está todo bien, puedo irme a mi casa esta tarde—aseguró el joven.
—Eso es genial, y ¿ qué hay de tu pie? —preguntó la princesa.
—En dos semanas debería de haberse recuperado por completo, no es tan grave como parece al final—dijo Izan.
—Me alegro de que no haya sido nada grave, siento tener que preguntártelo, ¿ qué pasó? —pidió saber Stella.
—Yo iba por la avenida principal del centro de la ciudad y estaba haciendo unos recados para mi padre, y un coche se saltó un stop y no recuerdo mucho más—explicó el muchacho.
—Lo importante es que estás bien—reconoció la joven.
—¿Y nosotros?, ¿estamos bien? —se atrevió a decir Izan.
—Sí—contestó Stella y a continuación besó al joven.
Cuando se separaron, Stella miró la hora y supo que, aunque no quería debía volver a su casa.
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Confesiones de una princesa
Teen Fiction¿Qué pasaría si una princesa se enamorara de un completo desconocido? Sigue la historia apasionante de Stella, una princesa de 17 años, quien se ve envuelta en un romance prohibido con un irresistible joven llamado Izan, quien esconde muchos secreto...