Capítulo 15 : La ilusión de Stella

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—No he pedido nada de la cocina—comenzó a decir el muchacho.

En aquel instante Stella, levantó la vista, la cara de Izan cambió totalmente.

—¿Stella? —dijo sin poder creérselo.

—Hola—respondió la princesa.

—¿Qué estás haciendo aquí y como se te ocurre hacer una estupidez como esta? —preguntó el muchacho que estaba tumbado en su cama.

—Tenía que verte—confesó la joven.

—Así que has cogido un uniforme prestado y te has colado hasta aquí, arriesgándote a que te vean, solo para poder estar conmigo un rato—comentó Izan.

—Exactamente, aunque el uniforme me lo he comprado, mis amas de llaves no llevan este tono gris—le rectificó Stella.

—Estás loca—contestó Izan.

—Tal vez un poquito—confesó la joven riéndose.

—¿Cómo sabías donde encontrarme? —preguntó el muchacho.

—Le pedí un favor a Peter—aclaró la princesa.

—Vale ahora tiene más sentido todo—respondió el joven.

—¿Cómo estás? —quiso saber Stella.

—He estado mejor, pero bueno, lo peor es que no puedo hacer lo que quiero con tanta libertad—aseguró el joven.

—Me imagino—dijo Stella.

—Por favor, no vuelvas a hacer una tontería como esta, aunque quieras verme—pidió Izan.

—Está bien, quería recuperar el tiempo perdido, eso es todo—confesó la princesa.

—Explícate—le pidió el joven.

—No sé, siento que debo estar aquí, contigo, eso es todo—aclaró Stella.

—No puedes arriesgarlo todo por un chico corriente—le recordó Izan.

—Eres de todo menos corriente—contestó la muchacha.

—Eso no es cierto—dijo Izan con una sonrisa en el rostro.

—No puedo quedarme mucho tiempo—aseguró la joven.

—Tampoco deberías, mi padre podría volver a por cualquier cosa—explicó Izan.

—¿Cuándo te quitan la escayola? —quiso saber Stella.

—Al final me lo quitan el próximo viernes—contestó el joven.

—¿Y haces algo ese sábado? —preguntó Stella.

—No, ¿por qué? —dijo Izan.

—Es nuestra segunda primera cita, yo me ocupo—aclaró Stella.

—¿No estabas castigada y expulsada? —le recordó Izan.

—Sí, pero hay cosas más importantes—reconoció Stella.

—No quiero meterte en más líos, no por mi culpa—mencionó el muchacho.

—Lo sé, pero ya me encargaré de que todo esté bien, tengo algunos ases bajo la manga—comentó la princesa.

—¿Me haces compañía un rato? —pidió Izan, haciendo referencia a que quería que se sentara junto a él en su cama.

—Claro—dijo Stella a la vez que se acomodaba en la cama, posando su cabeza en el pecho del muchacho.

Pasó una hora cuando Stella miró el reloj, y vio que se le estaba haciendo tarde y aunque estaba exactamente donde quería estar, debía deshacer sus pasos y regresar a esa biblioteca.

Confesiones de una princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora