Más de una vez me vi obligada a crear un campo de energía alrededor de la aldea y a lanzar mis flechas. Que por consecuencia produjeron desmayos por causa del agotamiento físico y espiritual.
Ya no había casi tiempo para estar con Inuyasha lo que me ponía muy triste y a el igual. Esa tristeza la sacaba con su mal humor a desquitándose con Shippou, lo que me parecía injusto, pero ya se sabe como es el.
Que mas podía hacer yo?
No podía mandar a la gente a volar lejos o a que molestara a otro, pues la anciana Kaede era mayor y ya no estaba para desgastes, así que yo debía sustituirla.
Solo cuando el día no era tan denso, podía estar con Inuyasha y repetir bajo el árbol sagrado lo vivido en el templo. Pero eso no era muy seguido que digamos.
Yo tenía en mi cuello dos incisiones que me había hecho Inuyasha cuando me marco como su "hembra" eso para el tenia un gran valor, y solo sobre salía cuando estábamos haciendo el amor. Luego pasaban desapercibidas al ojo humano.
Pero nada, me había preparado para lo que tuve que ver, nada, ni el duro entrenamiento como sacerdotisa, nada me preparo para volver a ver a la persona que menos deseaba ver en ese momento tan feliz de mi vida… nada…