CAPITULO 13

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Eros volteó para mirar a su hija y en cuestión de segundos, sus ojos pasaron de un semblante asesino a una expresión mansa y gentil. Con cuidado, retiró el cuchillo de su mano y lo depositó sobre la mesa. Después, alzó a Eos entre sus brazos y la acomodó nuevamente en su entre sus brazos y la acomodó nuevamente en su asiento.


-Alfa guapo, quiero sentarme en tus piernas para curar tu manito -dijo Eos haciendo puchero.


Eros y Hércules estaban completamente ablandados por el amor; Hércules estaba enamorado de su cachorra hasta la médula, y a Eros la emoción le llenaba el corazón por completo. Él simplemente deseó complacerla, sabía que su mano se curaría sola en unas cuantas horas.Él volvió a tomar a su hija en sus brazos y la sentó en sus piernas.


-Alfa guapo, dame tu manito; es una herida grande y fea. Te debe doler. Yo lloro mucho cuando me corto, ¿crees que soy cobarde?


Eros y Hércules negaron con la cabeza como unos tontos. Eros hizo una mueca de dolor disimulando que le ardía.


-Sana, sana, sana, manito -ella pasaba sus dedos sobre la herida, luego, con una tierna sonrisa, levantó la mirada para ver al alfa, Taran, taran, alfa guapo, estás curado. Eros estaba tan embobado que no se dio cuenta de lo que su hija hizo. Miró la herida y no estaba; frunció el ceño sorprendido por no saber qué había pasado. 


Él estaba petrificado. Eos le dedicó una sonrisa llena de diversión.

Luego, extendió su manita derecha, acercó su plato de cereal y agarró la cuchara, entregándosela al alfa, lo cual lo sacó de su aturdimiento. Eros parpadeó varias veces, confundido. Hércules emitió un gruñido mental en su cabeza para comunicarle.


"Nuestra cachorra tiene hambre, dale la comida en la boquita".


Eros accedió con gusto, especialmente ahora que Hércules había regresado por su cachorra. En ese momento, no tenía intención de contradecirlo; no deseaba pasar por el abandono de su lobo nuevamente. A pesar de que su relación era muy complicada y hércules lo trataba de manera poco amable, entendía que su lobo tenía razón y se lo merecía por cobarde e idiota.


Con una amplia sonrisa en su rostro, Eros agarró la cuchara llena de cereal y Eos abrió su boquita, permitiéndole darle de comer. Entre risas, la niña disfrutó de su comida; el alfa demostraba una delicadeza excepcional con su pequeña princesa.


-Gracias, alfa guapo, tenía mucha hambre - expresó sobándose la barriguita.


Eros agarró una manzana, la peló y se la ofreció a la niña, quien la aceptó con gusto y la comió con entusiasmo mientras charlaba sin parar, como un lorito. Le preguntaba sobre su trabajo, por qué era tan grande, por qué era tan fuerte; para la niña, la idea de saber de la vida del alfa de alfas era una auténtica alegría.


-Alfa guapo, quiero ir afuera de la casa, no me han sacado a pasear. Vamos de paseo, ¿sí? - rogó con las manitas juntas en su pecho y haciendo puchero. Eros no se podía negar a una petición de su hija; estaba derretido por ella, Se declaró fan de la princesa y hará lo que ella le diga.

La alfa Danna - Reina De Los Lobos Sin HumanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora