Capítulo 22

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Expresar. Comunicar. En ocasiones resultaba tan fácil, pero en otras imposible. En los arrebatos de ira e inestabilidad todo fluía con facilidad, sin embargo, en momentos determinados para conversar resultaba paralizante. ¿Y es que acaso lo había podido hacer alguna vez siquiera? No, por supuesto que no.

A pesar de que tenía conocimiento de que ese lugar, ese espacio, era seguro, tal y como lo había llamado Jungkook, no podía hacerlo. Se sentía extraño. Era extraño. El estar por primera vez en un espacio dispuesto a conversar sobre sí mismo, es decir, llevar a cabo lo que durante años intentó evadir por medio de inventos, creaciones, mentiras y falacias. No podía; sencillamente porque eso conlleva revivir y asumir lo que ha intentado olvidar ya sea con droga, con libros o con largas horas de trabajo en la cafetería. El lenguaje determinaría una realidad que negaba constantemente y que nunca aceptaría. Prefería negarla, porque de esta forma no existiría y si no existía podía ser un hombre digno de estar con alguien como Jungkook.

Lo único que Taehyung quería era a Jungkook; lo único a lo que se aferraba, tanto físicamente como psicológicamente. No pensaba soltarle ni aflojar siquiera el agarre. Se mantendría allí, sosteniéndose hasta el último segundo que la vida le permitiese.

¿Entonces por qué era tan difícil? Hasta el momento sobrevivir en modo automático con ayuda de estupefacientes, los cuales aún no podía dejar, parecía ser más fácil. No pensó que sería tan difícil despertar, pero eso era lo que Jungkook quería para él; la condición que estableció para estar con él.

"Tal vez le aburren mis gritos cuando despierto. O el ruido de los libros o el sillón" intentó buscar una excusa, pues para Taehyung la razón por la que Jungkook le solicitó asistir a un profesional no se debía a una preocupación real, sino más bien a una molestia.

Por ese motivo, no fue una sorpresa que ya no se levantara por las noches y se quedara completamente inmóvil en la cama hasta que Jungkook emitiera esa respiración característica de su dormir. Hasta entonces se aguantaba las ganas de orinar y no iba en busca de algo para comer. Cuando finalmente lo percibía tomaba una almohada, un libro y se acostaba sobre las baldosas frías del diminuto baño.

No quería molestarlo. No quería ser una molestia. No quería aburrirlo. No quería lo dejara.

Y entonces, yacía ahí. Las manecillas del reloj resonaban, por lo que pudo deducir que las paredes estaban elaboradas para aislar el ruido. ¿Es que acaso los pacientes gritaban? Algo así leyó en historias psiquiátricas de pacientes con psicopatologías graves con psicosis. Pero él no estaba loco, no debía estar ahí. No apartó sus ojos del reloj. Faltaba poco, veinte minutos para que la sesión finalizara. Sus puños estaban apretados sobre sus piernas. Estaba completamente rígido sentado sobre la silla y frente a él, el psiquiatra. Richard Beck, un hombre de cincuenta y dos años, con gafas, tan delgado como él y con una pequeña barba canosa. Podía sentir su mirada, no era maliciosa como la de los hombres de la cafetería o la de los hoteles, sino al contrario, era paciente y serena, y justamente por ese motivo se sintió más incómodo. Lo esperaba, en completo silencio.

Jungkook confiaba en Beck, porque fue su profesor y porque era homosexual. Su experiencia clínica era larga, al igual que su trayectoria educacional. No pudo poner en duda su saber; pues había una biblioteca que contorneaba casi en su totalidad la sala. Reconoció ciertos autores. Algunos le gustaban, otros no. También vio varios de la autoría del doctor.

—¿Cómo es que accedió a hacerle terapia al novio de su estudiante? —le había preguntado a Jungkook mientras tomaban desayuno.

The City | Taekook KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora