Capítulo 14

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Sin darnos cuenta el tiempo pasa. Se desliza por nuestras manos, cuan arena en el mar. No percibimos el pasar del tiempo hasta que nos miramos al espejo o hasta que otra persona identifica algún cambio. O cuando personalmente se concluye el surgimiento de un nuevo sentimiento que antes no se había concebido. El cambio desea hacerse notar de una u otra forma tarde o temprano. Y Taehyung poco a poco, percibía que algo dentro de sí estaba en dinamismo.

Mientras se cambiaba en los vestidores de la cafetería apreció los hematomas en su cuello, pecho, abdomen y hombros. Luego de reafirmarle más de una vez que su cuerpo le pertenecía, Jungkook se desenfrenó y le hizo dos felaciones más, además de jugar con su entrada anal, lo cual duró más tiempo de lo habitual. Debía admitir que la atmósfera de felicidad mutua y correspondencia incidió en un aumento significativo en el deseo sexual. Tanto que incluso Jungkook pudo presionar un poco, luego de darle un beso negro.

Nunca le gustaron las marcas, pero el hecho de pensar que fue obra del individuo que le generó una necesidad proxémica y física, le formulaba inevitablemente una sonrisa en su rostro. Desde que conoció a Jungkook, la sonrisa en su rostro era más habitual y constante. Casi más persistente que la seriedad en sí misma. Inclusive, Sophie lo destacó, indagando el motivo, aunque no recibiera respuesta.

Sí, Jungkook lo hacía feliz.

Tal como habían quedado de acuerdo la noche anterior, Taehyung realizaría una visita en su universidad, posterior a su horario de salida en la cafetería. No quería perder el tiempo, por lo que salió del apartamento con los elementos que necesitaba para alistarse.

Se sentía extraño dedicarse tiempo en sí mismo para cautivar a un solo hombre. En el pasado disponía de un arsenal de implementos de cosmética y belleza de alta gama para los hombres cuya tarjeta bancaria reflejaba más dígitos de lo que tendría algún día, y que por vergüenza le solicitaban penetrarlo y, en ocasiones, ser penetrados. Sin esperárselo, ahora lo único que pensaba era en que Jungkook lo percibiera como la persona más hermosa, tal y como él mencionaba a menudo.

Se formó los rizos hacia atrás con el peine. Llevaba una camisa azul pálida, unos pantalones negros y un abrigo. Se puso su reloj en la muñeca. Buscó en el bolso el envase naranjo en donde estaban las pastillas. Las agitó ligeramente hasta que cayera una sobre su palma; a continuación, la introdujo en su boca. Solo bastaba una ese día por suerte. Se sentía bien. Introdujo su bolso dentro del casillero y lo cerró con el candado.

Se dio un último vistazo en el espejo; antes de salir se mordió el labio inferior para que se enrojeciera. Extrañaba su maquillaje al ver pequeñas pecas en su nariz.

—Taehyung, ¡Qué guapo! ¿Vas a alguna boda, acaso? —consultó Sophie, mirandolo de arriba hacia abajo.

—Tendré una cita. ¿No será mucho?

—Al contrario. Te ves hermoso —expresó contenta—. ¿Quién es la persona afortunada?

—Pronto te lo diré —se acercó y la abrazó a modo de despedida—. Nos vemos mañana.

—¡Los clientes se enamorarán más de ti cuando salgas! —Rió.

Ciertamente fue así. Si bien naturalmente la belleza de Taehyung atraía tanto a hombres como mujeres (aunque más a hombres por su presunta "feminidad"), en esa ocasión destacó más de lo usual. Al salir del mostrador, las miradas de los consumidores se enfocaron en él. Taehyung no se daba cuenta de su belleza; para él esas simples miradas eran producto a una intencionalidad sexual, y no era algo que lo halagase, sino al contrario. Se interirizó a sí mismo como un imán del sexo; un acto sexual implacentero que, para disipar el asco, se drogaba hasta tal punto de perderse en el espacio y tiempo.

The City | Taekook KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora