Capítulo 26

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23:45 hrs.

Yoongi yacía mirando hacia ventanal. Las luces del salón estaban prendidas, pero la luna iluminaba lo suficiente como para poder observar con claridad el agua de la piscina y los arboles a su alrededor. El viento meneaba las hojas de los arboles.

Escuchaba con atención a Jungkook, quien relataba situaciones de su trabajo en la biblioteca. Ambos sabían porqué había llamado, pero ninguno se atrevía a cambiar el foco de la conversación. Fingían que nada había ocurrido. Reían e incluso hacían bromas. En más de una oportunidad pudo escuchar el tono de voz de Taehyung; Jungkook le respondía tapando el teléfono.

¿Qué había ocurrido realmente? ¿Era lo que pensaba? ¿Será que no confiaba en él realmente? Pero... no podía juzgarlo; él tampoco tenía la confianza en sí mismo como para contarle siquiera a Jin lo que le había ocurrido hace unos años. Tenía la certeza de que sabían sobre su intento suicida y su adicción a las drogas, aunque nunca hubiesen preguntado.

Había intentado acabar con su vida. Era extraño recordarlo. Evocar el nivel extremo de desear huir de su familia y del sistema mediático. Con ese acto autolesivo, quería retarse así mismo y al control de su familia sobre él. Si no hubiese sido por su psicóloga y psiquiatra, aún lo estaría intentando.

Para él, era curiosa la idea de desear dormir, apagarse, dejar de existir, y luego, retractarse. De la misma forma en la que deseó morir, también deseó vivir. Si bien aún deseaba ocultarse y negarse a sí mismo que su apellido era Lee, comenzó a tomar acciones contrarias al ritmo y pensamiento familiar, como ser parte del Centro de Estudiantes, aún cuando esto implicara posturas políticas e identitarias. Optó por tomar el riesgo de que preguntaran, de que cuestionaran e indagaran sobre su familia y su historia.

Pero no lo hicieron. Justo cuando lo deseó, no ocurrió. Fue ahí cuando comprendió el peso de ser el hijo de uno de los hombres más ricos del país. El privilegio del dominio sin estar consciente.

Por lo tanto, a raíz de las decisiones que tomó y siguió tomando es que cualquier pensamiento que pudiese juzgar las decisiones de su amigo se difuminaban, cuan viento limpiase las hojas de otoño. No podía recriminar sus decisiones, porque no era quien para hacerlo.

Sin embargo, una parte de él anhelaba conocer aquello que no quería escuchar. Quería acercarse a esa verdad, que de alguna forma, abriría una herida que creyó estar cicatrizando. Porque finalmente, uno se acostumbra al dolor, al malestar. A la sensación de soledad y el deseo vehemente de llorar. Sin darse cuenta, el malestar y el odio a sí mismo comenzó a ser parte de su estabilidad, y de lo que constantemente buscaba.

Porque quería castigarse. Y el castigo por los pecados y errores puede traer satisfacción; un acercamiento al perdón, que con cada paso se alejaba más.

Ciertamente, había una tendencía en él de acercarse a la tristeza, aunque no le perteneciera, aunque no le correspondiera.

Soltó una sonrisa por una broma dirigida referente a Jin. La última vez que lo vio fue en la feria. Durmieron abrazados a penas llegaron a su cuarto. Le acarició la espalda y el cabello para que pudiese dormir. También, buscó un balde en el cuarto auxiliar de los dormitorios de la universidad. Allí estuvo él y el balde en caso de que Jin quisiera vomitar o reír o llorar.

—Me dijo que ha intentado llamarte. Quiere que nos reunamos —comentó Jungkook. Dedujo que, al trabajar en la biblioteca de la universidad, Jin lo visitaba con frecuencia. Sintió envidia.

—No he estado pendiente del teléfono —mintió, porque nunca lo había tenido tan cerca como en ese periodo mientras esperaba una llamada o mensaje que nunca llegó. Rechazó cualquier llamada a penas ingresaba, pues creía que en ese mismo minuto Jimin podría llamar. Pero finalmente la espera había terminado—. Lo llamaré mañana. Te avisaré en qué quedamos.

The City | Taekook KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora