28: Un día con Jos.

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28: Un día con Jos.





—¿Qué haremos exactamente?—pregunto, mirando por encima de mi hombro hacia el pequeño estante de libros sobre su cama.

Después de una deliciosa mañana en la que por primera vez descansé (y eso se lo debo a Jos por dormir demasiado), pasé un largo rato con Margot hablando sobre su futuro y resulta que ha pensado en mudarse a Nueva Jersey en donde es nativo su esposo Dylan. Aún así, me aseguró que no desaparecería de mi vida hasta que estuviera segura de que me ha dejado en buenas manos, y por buenas manos se refiere a que ha pensado en conseguirme otra agente de confianza, no estoy lista para aceptar tal noticia, pero sé que no soy dueña de su vida y que en algún momento tiene que irse. Claro que eso no impide que la noticia me ponga triste de tan solo plantearmelo en la cabeza.

—En realidad no lo había pensado—Confiesa, sin mirarme—, ¿qué quieres hacer?

No respondo de inmediato, en su lugar, me limito a observar alrededor de su habitación en busca de algo que logre distraerme por un largo rato, me detengo en cuanto veo su gran colección de discos.
Jos no dice nada mientras me observa caminar hacia la gran pila de discos.
Me detengo a observarlos y sonrío con suficiencia.

—¿Sabes que al menos la mitad de estas bandas son mis favoritas?

Jos me sonríe mientras se acerca a mí, toma el disco de Arctic Monkeys que sostengo en la mano.

—¿Lo dices enserio o es sólo porque a mí me gustan estas bandas?

Alzo una ceja, mirándolo realmente divertida.

—Por favor Jos, podré ser una verdadera Coder pero jamás mentiría sobre mis gustos musicales para agradarle a alguno de ustedes.

—Menciona una sola canción de Arctic Monkeys que en verdad ames y si la respuesta es acertada, te dejaré conservar el disco.

Oh, pobre de ti Canela.

—Mencionaré dos, ya que estoy de buenas—digo—, Suck it and see y Flourescent Adolescent

La sonrisa en el rostro de Jos desaparece mientras que la mía se ensancha.
Jos rasca su cabeza nerviosamente mientras me tiende el disco para obsequiarmelo, reí ante tal acto y negué con la cabeza haciendo que el pelinegro me mire confundido.

—No te voy a quitar algo que yo misma tengo en casa—murmuro dejando los discos en su lugar.

—¿No estabas mintiendo después de todo?

Pongo los ojos en blanco. Saco de mi bolsillo trasero mi teléfono celular y lo prendo entrando en mi álbum de fotos, selecciono la carpeta con el bago nombre de "Classic Rock" y le tiendo a Jos el teléfono.
El chico lo toma y mira cada una de las fotos de mis preciados discos de Rock clásico. Con cada foto que pasaba los ojos de Jos se abrían hasta tal punto que creí que se le saldrían.

—¿Todos estos son tuyos?—asiento, mordiendo mi labio inferior—. Es una colección realmente impresionante.

Y vaya que lo es, después de todo he coleccionado cada uno de los discos desde Pink Floyd hasta Foo Fighters, había calculado que tengo al menos setenta discos de rock clásico. Sin tener que contar los innumerables LPs que mi padre me había obsequiado en navidad y en mi cumpleaños.
Jos me tiende una vez más el teléfono y yo lo tomo guardándolo en mi bolsillo trasero.

—¿Te confieso algo?—pregunto, Jos me mira y asiente—, de los cinco, con quien más tengo en común es contigo.





—¡Por Dios __________!—exclama Jos—, eres como mi alma gemela..., espera, no se lo digas a Alonso o podría llegar a asesinarme y aun no estoy listo.

Alcanzar una estrella. (A.V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora