El tiempo no pasa

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Al final me quedé una hora, pensando en todo lo que había descubierto.
¿Cómo era posible que no lo supiera?
Rebusqué en mi bolsillo hasta coger mi móvil para mirar la hora.
Tenía que irme, mi papá debería de estar a punto de llegar. Me levanté y salí de allí.

El resto de la mañana pasó tranquila, no hablé con nadie, ya que todos estaban en el instituto u ocupados. Papá era el único libre. Pero no tenía ganas de hablar, él tampoco por lo visto.

Al acabar le dije que iba a dar un paseo, que llegaría sobre las cinco y media.
Aceptó tras discutir cinco minutos, ya que a él no le gustaba que fuera sola.
Comprensible, ni yo misma me fiaría. Aunque solo me dejó porque sabe que no tengo ganas de meterme en líos, como antes.

Está vez decidí ir a donde me llevaran mis pies, es decir, sin rumbo.
Solo quería despejarme un poco. Y eso hice.

Cuando volví me sorprendió no ver a Oliver por ningún lado. Papá estaba sentado en la mesa con el portátil.

-¿Dónde está Oliver?
-Está entrenando, dentro de poco tiene partido.
-Ah.

Cuando me estaba dando la vuelta para irme, volvió a hablar.

-Oye, Livvie.
-Dime.

Se levantó y... ¿me abrazó? Sí, me abrazó.
Cuando se separó me miró directamente a los ojos.

-Te he escuchado está mañana, estoy, muy, pero muy orgulloso de tí.  Créeme, mamá también lo estaría. Eres muy fuerte Olivia, cuando sepas lo que vales te comerás el mundo entero. Nunca lo olvides, ¿me oyes? Sé lo que te duele tocar, lo sé, porque cuando escucho música me recuerda a ella, y no soy capaz. Pero, hoy.. has demostrado que se puede pasar página, sin que duela recordar, hoy has demostrado que todo es posible.  
-Sí...
-No te pongas triste, por favor,  no quiero verte mal.
-No lo estoy, es solo que... no sabía que me estabas escuchando, perdón si te ha molestado que haya tocado el piano de mamá... yo...
-¿Qué...? Claro que no. ¿Por qué me iba a molestar?
-N-no lo s-sé, yo...
-Me hace muy feliz que vuelvas a tocar, es cómo si tú madre estuviera aquí, con nosotros. Gracias Olivia.

Me abrazó con tanta fuerza que casi me deja sin respirar.

-Voy a por tu hermano, son las... ¡¡¡LLEGO TARDE, MUY TARDE, MIERDA!!! Hasta luego cielo, nos vemos.

Gritó mientras corría hacia el coche.

Siempre igual, hay cosas que nunca cambian...

*****

Estaba en mi habitación estudiando cuando alguien tocó la puerta.

-Adelante.

Era Oliver, y parecía triste.
Dejé los apuntes a un lado y me centré en él.

-Livvie, papá me lo ha contado. ¿Es cierto que tocaste?
-Sí.
-Eso es muy bueno, ¿no?
-Supongo.
-Me alegro mucho.

Estaba a punto de irse, pero antes tenía que comprobar que estaba bien. No lo podía dejar ir en ese estado.

-Oli -lo llamé preocupada.
-¿Qué pasa? -Preguntó girándose.
-¿Estás bien?
-Sí, ¿por qué no iba a estarlo?
-Sabes que me puedes decir lo que sea, ¿verdad? Puedes confiar en mí Oliver.
-Es que... últimamente, yo... t-te veo m-mal, y n-no , no sé que hacer... me frusta bastante el no saber qué hacer. Porque tú siempre logras hacerme feliz, tienes ese don, logras hacer que todo lo malo desaparezca. Eres la luz, y si tú no brillas para guiarnos estamos perdidos, yo estoy perdido. Así que, por favor, dime.

No me había dado cuenta de que estaba llorando, y de que él se había sentido a mi lado con una cara de preocupación enorme.

-Estoy bien, Oliver, vamos a estar bien... solo que... -dije llorando, no me apetecía hablar de ello, y menos preocuparlo aún más.- ¿Sabes? Me gustaría mucho que vinieras a tocar o a cantar conmigo.
-Me encantaría, ¿vamos? Porfaaaaaa
-Venga, va, ahora te alcanzo ¿si?
-Va.

Recogí mis cosas y las guardé.
Cuando llegué al garaje, mi hermano ya estaba sentado en un extremo de la banqueta del piano para dejarme un sitio.

-¿Qué vamos a tocar?
-Lo que tú quieras Oli.
-Mmm... ¡¡Si no estás de Íñigo Quintero, porfiii!!
-Esta bien, está bien.
-¡¡¡Siiii, gracias Olivia eres la mejor hermana del mundo!!!
-Gracias, supongo -dije riéndome.- Yo toco, pero tienes que cantar conmigo, ¿vale?
-¿Acaso lo dudabas?
-Va.

****

Cantar con mi hermano otra vez, fue... mágico. Era como si mamá estuviera con nosotros. Y si, lo admito, puede que contáramos hasta que nos doliera la garganta, y que hiciéramos un poco el tonto, también.

Nos estábamos riendo cuando se abrió la puerta del garaje.

-A cenar, chicos.
-Ya vamos papá.
-Sí, un minuto.
-Rápido.


Al acabar de cenar recogimos entre los tres, después Oli y yo decidimos subir a mi cuarto para ver una película juntos.

Teníamos un vínculo muy fuerte muy bonito. Adoraba a mi hermano, y él a mí. Éramos uña y carne. Nos ayudábamos el uno al otro sin siquiera pensarlo dos veces. Confiábamos ciegamente del otro. Nos cuidábamos siempre. No lo cambiaría por nada del mundo. Siempre había estado para mí, y yo para él. Pero tras la muerte de nuestra madre nos habíamos distanciado un poco.
Él poco a poco lo fue asumiendo, mientras que yo..., no.
Era incapaz.
Pero unos meses después nos volvimos otra vez inseparables.

Nos quedamos tumbados en mi cama viendo Campeones, ya que era una de nuestras películas favoritas. Cuando ya estaba por terminar noté que él ya se había quedado dormido. Lo tapé mejor con la manta.
La suerte era que no roncaba...
Era muy bueno, demasiado.
Era mi pequeño ángel, un pequeño saltamontes, mi hermanito pequeño..., mi bicho raro.

Jeje, bicho raro, je.

Mis abuelos, eran mis ángeles protectores.
Mi tía, mi apoyo.
Mi mamá, era mi mundo.
Mi papá, el pequeño gruñón.
Mi hermano, mi mejor compañero, amigo y cómplice.
Y yo, la luz.

Me hundí en una grieta sin salida, donde todo es oscuro, gris y negro.
Pero he decidido que no quiero seguir, quiero salir de ahí.
No quiero hundirme más.
Quiero liberarme de esas cadenas que me detienen.
Quiero bailar bajo la tormenta.
Disfrutar, bailar, reír, saltar, gritar...
Vivir.
Hacer lo que quiero, sin que me importen los demás.
Ya no les voy a dar más ese poder, ya no.

¡¡Nunca más!!

La niña del piano [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora