La niña del piano [BORRADOR]

Volver a empezar

Quedaba solo una actuación.
Diego desde el inicio del evento se había ido a la sala de control para que todo estuviera en orden. Era el encargado de que absolutamente, todo, quedara a la perfección.

Cada segundo que pasaba para mí era un sufrimiento. Quería irme corriendo de allí. Pero no podía, mi amigo me estaba ayudando, no podía hacerle eso ahora solo por miedo. Le había prometido a mi madre que lo haría por ella. Además, alguien me está vigilando, eso estaba claro, quería que saliera a actuar, y no sabía que quería exactamente de mí. Tenía que hacerle caso, a menos que quisiera que me hiciera daño, o a alguien. Tendría que ocuparme de ese asunto después.

Última actuación.

Qué coincidencia, las que estaban encima del escenario eran las mismas que se habían metido conmigo muchos años. Incluído ahora.
Lo peor es que lo hacen muy bien.
Sara, Alison, Vivian e Irene.

Sara, la mejor mentirosa de las cuatro.
Alison, la más lista, todas sus notas se basan en sobresalientes.
Vivian, la hija de la jefa de estudios, por lo que siempre la creían.
E Irene, la cara bonita y la principal animadora de nuestro instituto.

Me habían hecho mucho daño, sí, pero he de admitir que saben lo que hacen, y lo peor, es que son realmente buenas.
Cada una iba de un color, muy maquilladas, y muy seguras de si mismas.

Se habían subido al escenario.
La música empezó a sonar.
"Los del espacio" .
Se colocaron en sus posiciones, empezaron a bailar su coreografía.
Lo hicieron perfecto, lo he de admitir. En el medio hicieron un remix con otras canciones del momento, y cuando pensé que ya se había acabado, bajaron del escenario con pistolas de jabón y confeti, que fueron pasando por todos los lados, pasando entre los alumnos y profesores. Se volvieron a subir e hicieron su pose final, cuando acabo unos cañones de confeti junto a unos enormes globos y serpentinas de colores, cayó sobre todo el alumnado en medio de aplausos y demás.
Fue una increíble actuación, una de las mejores que había visto nunca.

Desde arriba Diego me dio la señal de que era mi momento.
Las chicas bajaron del escenario muy orgullosas de su trabajo.

Una vez abajo, mi amigo, bajó las luces para que yo fuera subiendo y habló por un micrófono que tenía en la sala de control que conectaba con unos altavoces que colgaban por el escenario.

-¡¡Hooooolaaaaa chicos y chicas, soy Diego, aquí desde la salita de controlii!! Es para mí un honor hoy presentar la sorpresa que todos estabais esperando. Antes de continuar decir que lo que vais a presenciar será lo mejor que veréis en vuestras vidas, os lo aseguro, promesa del chico de la sala de controli. ¡¡Ahora sí, no sé muevan de sus asientos, con ustedes...!!

Mientras que había dado el mini discurso, yo ya estaba en frente de aquel piano que había tocado tantas veces en las actuaciones del instituto. Cogí aire. Lentamente un foco me señaló.

Vale, había llegado mi momento.
Todos me miraban espectantes.
Desde luego, no se lo esperaban.
Pero aún así no dejé que se eso me frenara.
Diego desde arriba me daba ánimos, y mi profesora de música, la señorita Reynolds, me miraba entre sorprendida y entusiasmada.

Tú puedes Olivia, mamá estaría súper orgullosa de ti.

Dicho esto, empecé a tocar la canción mientras cantaba.

Mientras que tocaba la gente empezó a cantar conmigo y aplaudir cuando llegaba a una nota alta.

Cuando toqué la última nota, todo el mundo se puso como loco. Todos me aplaudían, me silbaban, me alababan... fue perfecto.
Miré hacia el público, estaban encantados. Mis profesores y la directora se habían quedado con la boca y los ojos abiertos como platos.
No me había dado cuanta de que tenía una enorme sonrisa dibujada en mi rostro.

-¡¡OLIVIA, PRECIOSA!!
-¡¡ERES LA MEJOR!!
-¡¡OTRA, OTRA, OTRA!!
-¡¡POR FAVOR CANTA OTRA!!

Me levanté y me puse en frente de todos con el micrófono en la mano, e hice una pequeña reverencia.

-¡Gracias!
-Bueno, bueno, bueno... qué gran actuación. Pues ahí la hemos visto, a nuestra mejor artista del Instituto Panteras Negras, Olivia.... Yo ya se lo había dicho, ¿o no? Jajajaja.
-¡¡GRACIAS DIEGO!!

Miré hacia la sala de control donde este se encontraba, me guiñó un ojo y sonrió orgulloso.

-¡Hola! Yo soy Olivia y...
-¡¡Bravoooo!!
-¡¡Guapa!!
-Solo quería daros las gracias a todos vosotros por darme esta oportunidad y sobre todo, dedicarle este mini concierto por así decirlo, a mí queridísima mamá, que en paz descanse...¡¡TE QUIERO MAMÁ, ESTO VA POR TI!!

El público se puso a gritar conmovido.

-Y... también quería darle gracias a Diego por ayudarme, a la señorita Reynolds por confiar siempre en mi, pero, sobre todo, a mí familia. Ellos... siempre estuvieron ahí para mí cuando más lo necesitaba...

Me senté en el borde del escenario con los pies colgando.

-Desde que falleció mi mamá, hace un año... no me atreví a volver a tocar, tenía ese dolor tan presente que me era imposible. Todos decían que era cuestión de tiempo volver a empezar, que el tiempo lo curaría... ese tipo de cosas. Yo no les creí, no los escuché, y tampoco les hice caso. Un año después, estoy aquí, tocando y cantando, frente a un público. Qué ironía. Pero... lo que sí aprendí, fueron dos cosas.
La primera, uno no madura por la edad, si no por el dolor. Y la segunda, cuando más grande sea la herida más privado es el dolor.
Son frases que he leído más de una vez, y siempre me habían parecido una frase barata, la típica que ponen en las tazas. Pero... cuánta razón.

Fue ahí cuando me di cuenta.
Estaba volviendo a respirar.

Di las gracias, me despedí y bajé del escenario de un salto.

-Olivia, tenemos que hablar.

Me dijo la señorita Reynolds junto con la directora.

-Sí, claro, ¿es algo malo?
-Tenemos una noticia que estoy segura de que te va a encantar.
-Adelante, ¿qué pasa?