Capítulo 8

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— No vamos a hacerlo aquí — la voz tajante de Itoshi me hace rodar los ojos.

— ¿Podemos besarnos por todas partes pero no tener sexo?

— No en la universidad — sentencia —. No es un centro de libertinaje.

Me río.

— Si usted supiera.

Me gustaría decir que después de ese intenso beso en el salón de química las cosas fueron más allá, pero la verdad es que solo nos besamos en la universidad, ni siquiera quedamos para salir fuera del horario de clases o algo así, tal vez porque es la primer semana de nuestra relación furtiva que Itoshi no ha intentado meterse entre mis pantalones y que mala suerte la mía porque yo si lo quiero y cuando lo sugiero — tres veces en lo que va del día — Itoshi me aleja.

— ¿Es porque soy virgen? — la indignación puede más que mi vergüenza en este momento que ni siquiera aparto la mirada cuando siento mis mejillas calentarse.

Itoshi me mira, imperturbable como siempre.

— ¿Qué?

— ¿Solo serán besos furtivos y ya? ¿No habrá sexo? ¿Es eso?

— ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? — pregunta.

— Pues mucho. Le gusto para besarme pero no para tener sexo porque soy inexperto.

Y oh maldito infierno, ¿por qué no me puse en modo necesitado hace días? Itoshi cierra la distancia entre nosotros, me besa y desabrocha mis pantalones con una mano, es todo prisa y movimientos elegantes, rompe el beso cuando mis pantalones caen al suelo y me voltea, me aferro a su escritorio y volteo para ver qué está haciendo, definitivamente no está quitándose los pantalones pero si está agachándose y lo segundo que sé es...

— Oh, mierda...

Me separa las nalgas, me inclina hacia adelante y entonces su lengua está en mi entrada.

Gimo de placer al sentirla, húmeda y caliente, entrando y saliendo y moviéndose. En pocos segundos estoy duro como una roca, mi pene choca contra la mesa de madera y la fricción sumada a la lengua de Itoshi en mi culo me hacen ver estrellas, cierro los ojos y llevo mi trasero hacia atrás, pidiendo más profundidad.

— Oh si, Dios... prof...

Me aprieta las mejillas con ambas manos, su cara está de lleno en medio de ellas, su lengua está haciendo un magnífico trabajo y, jodido infierno, estoy al límite.

— Voy a venirme... — aviso.

Entonces deja de hacer lo que estaba haciendo, me voltea, manejándome como un muñeco a su antojo, sus ojos conectan con los míos y sin apartar la mirada, se lleva mi polla a la boca mientras un dedo tantea mi entrada, lo siento, entrando de a poco, es un poco más invasivo que la lengua pero no lo suficiente para molestarme, Itoshi está haciendo un fantástico trabajo con su boca, sus ojos siguen fijos en los míos y yo no tengo la fuerza para girarme y mirar a otro lado, intento apartarme pero no me deja.

— Estoy cerca —murmullo pero no se aparta y luego me corro en su boca.

Tararea cuando mi semen lo llena y se aparta hasta que he dejado de bombear el líquido, se limpia la comisura de la boca con sus dedos y chupa el resto de semen en ellos. Se acerca y me besa y estoy saboreando mi propio sabor y no me importa.

Se aparta, se ajusta la corbata — porque como siempre tiene que estar pulcramente presentable — tiene una mirada de suficiencia que se notaría a kilómetros.

— Vistase — dicta —. ¿O lo tengo que hacer yo?

Niego, pero me encuentro diciendo: — Podría hacerlo.

Hay un atisbo de sonrisa en su rostro que no menciono porque no quiero que deje de hacerlo, decido que es mejor una fotografía mental y me la guardo para próximos recuerdos.

— ¿Por qué lo hizo? — pregunto ya con los pantalones en su sitio.

— ¿No era eso lo que quería? — exige.

Ladeo la cabeza. — No exactamente, quiero decir, estuvo fantástico, pero no tenía por qué...

— Si no lo hacía iba a tener su feo rostro suplicándome durante las próximas dos horas de clase y no quiero distracciones.

Sonrio ampliamente, ignorando lo de "feo"

— ¿Soy una distracción?

Me mira.

— No debería enorgullecerle.

— Pero lo hace — acepto.

— No se vuelva codicioso, es lo que es.

Suelto un bufido.

— Ya sé, no es como que me vaya a enamorar de usted por una mamada. No tema.

— No tengo miedo — está escribiendo en la pantalla, así que no le veo la expresión cuando lo dice pero supongo que aunque lo hiciera, su rostro sería el mismo serio e impenetrable de siempre.

— Bueno, de todos modos...

— No lo arruine — sentencia y es suficiente para ir a mi asiento a esperar a los demás chicos.

Es entonces que me doy cuenta, lo hicimos con la puerta abierta, cualquiera pudo haber entrado y habernos visto, la inquietud me llena el pecho ahora que lo sé y me siento culpable por haber sugerido tal cosa sin antes haber cerrado la puerta o algo, también pude haberme esperado, ¿y si alguien nos hubiera visto? No es solo mi cuello el que está en juego, en el mejor de los casos yo saldría bien parado, pero Itoshi se quedaría sin empleo y probablemente iría a la cárcel por acoso.

— Mierda. — susurro.

Él no me ve, sigue escribiendo en la pantalla mientras los demás van llegando de a poco.

— Me debes una enorme — me dice Bachira al oído. Tiene las mejillas sonrojadas.

— ¿Qué?

— Casi los descubren — me pega en la frente con su puño

— Oh. — Bueno, mierda.

— ¿Oh? A la próxima cierren la maldita puerta.

Asiento, le doy las gracias y vuelvo la mirada al frente, Itoshi nos está viendo con el ceño fruncido.

Parece... ¿enojado?

Doblemente mierda.

Incorrecto [Rinsagi+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora