Capítulo 13

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La casa de los padres de Rin está a las afueras de la ciudad, hay que subir unas colinas antes de poder ver lo impresionante que es, con enormes árboles recibiéndonos desde la entrada hasta lagos con peces koi nadando de una lado a otro, el camino es de tierra, todo lo demás es verde por donde lo mires.

Rin aparca el range rover al lado de una jeep grand cherokee del año y otro par de autos que ni siquiera me molesto en comprobar su marca porque todos están por el mismo rango de súper autos que a papá le hubiera gustado ver y antes de que comience a divagar y me ponga triste, Rin habla:

— Maldita sea, todos llegaron ya.

Golpea sin demasiada fuerza el volante de la camioneta, frunzo el ceño y miro de Rin a la casa.

— Pensaba que tenías una buena relación con tu familia.

— Oh, la tengo — pone su mano sobre la mía, sus dedos acariciandome los nudillos—. Es solo que los hijos de puta han llegado antes para no perderse tu presentación.

Ladeo la cabeza, aún sin entender.
— ¿Mi presentación?

— Bueno, no puedo simplemente aparecer con alguien en la casa de mamá y decir, hey, pongan un plato más, ¿sabes?

Asiento, aguantándome la risa.

— Entiendo. Si.

— Vamos. — me roba un beso antes de bajarse de la camioneta, yo hago lo mismo y tomo la botella de vino que he traído para no llegar con las manos vacías, Rin me tiende la mano y me uno a él como el hierro al imán.

Rin llama al timbre un par de veces antes de que una voz masculina se escuche del otro lado, las carcajadas paran y la puerta se abre, revelando a un hombre alto de hombros anchos y pelo de un rosa opaco, si lo miras detenidamente, es una réplica de Rin, aunque no demasiado, Rin tiene los ojos más esmeralda y el ceño más marcado, al contrario de este, que parece más relajado.

— Solo tú sigues insistiendo en llamar a la puerta. Puedes solo entrar, hermanito. Esta fue tu casa por años, ¿recuerdas?

Si no había quedado claro lo de hermanos, el pelirosa acaba de confirmarlo.

— Pero ya no lo es — responde Rin, —. ¿Nos dejas pasar?

— Por supuesto — la sonrisa en el rostro del hermano se ensancha y deja ver una hilera de dientes blancos, me mira y me tiende la mano —. Tú debes ser Isagi, soy Sae, pero puedes decirme cuñado. ¿Quieres que lleve eso por ti?

— ¿Eh? Oh, si, gracias. Espero que sea de su agrado.

Le doy el vino lo suficientemente rápido para que no note que estoy tratando de procesar lo de cuñado. Ciertamente no me había puesto a pensar que la relación entre Rin y yo nos da ese tipo de... etiqueta.

Siento la mano de Rin en la parte baja de mi espalda y espabilo, encontrándome con su profunda mirada.

— Vamos.

Seguimos a Sae a través de la casa hasta que abre la puerta corrediza de cristal que da al jardín trasero y un gran comedor nos saluda. La mamá de Rin —supongo — me recibe con una sonrisa de oreja a oreja, el padre, en cambio, está sentado en la cabeza del comedor con la mirada firme.

— Ahora entiendo por qué das miedo — le susurro antes de que su madre llegue a nosotros.

— Hola querido, ¿eres Isagi? Encantada de conocerte por fin. Desde que Rin nos habló de ti, me moría de ganas de verte.

Rin bufa a mi lado.
— Te hablé de él hace unas horas, madre.

— Ya sabes cómo es mamá — interrumpe Sae —. Incluso cambió el menú por si algo no era del agrado de Isagi.

— Oh, no tenía que hacer eso — aseguro, un poco cohibido por toda la atención recibida —. Estoy bien con cualquier cosa.

— Ya lo veo — suelta Sae en tono burlón y su madre le lanza una mirada desaprobatoria.

Su padre carraspea la garganta.

— ¿Cómo va todo en la escuela? — llega hasta nosotros, envuelve a Rin en un abrazo y al separarse me mira solo un poco.

Mierda. No pensé que mi primera impresión con el padre de Rin sería tan... tensa.

— Va bien padre, lo tengo resuelto.

— ¿Ya pensaste en encargarte de la empresa y dejar de jugar al profesor?

Uh, oh.

Puedo sentir el cambio repentino de humor en el ambiente, Sae y su madre comparten una mirada cómplice mientras siento el cuerpo de Rin tensarse a mi lado.

— Sabes mi respuesta a eso.

— Lo sé — parece que se ha dado por vencido y regresa a su lugar en el comedor —. Tomen asiento, es hora de comer.

Nos cuesta nada retomar las pláticas simples y las preguntas convencionales después de ese momento aterrador. Así que no soy el único luchando contra algo que su familia cree que está mal.

Siento un poco de pena por Rin aunque tampoco se la expreso verbalmente, en cambio, procuro robarme toda su atención con tonterías sin sentido mientras los demás están absortos en sus propias conversaciones.

— Isagi — es su madre la que habla, le sonrio de vuelta. Ella deja su servilleta sobre su regazo y los antebrazos apoyados en la mesa, no sé por qué siento que vendrá algo peor que la tensión de Rin con su padre así que me preparo —. ¿Hace cuánto que son novios?

Y, bueno, mierda. No hay nada que me prepare para esta pregunta porque, ¿somos novios? Ciertamente no es como que nos hayamos puesto a platicar sobre eso, mucho menos cuando estoy a medio ciclo escolar de casarme, entonces, miro a Rin como pidiendo ayuda, la cual afortunadamente llega de inmediato.

— No te dije que estamos saliendo, madre.

— Oh.

— ¿Es solo un amigo, entonces? ¿Los amigos se toman de la mano debajo de la mesa? — señala su padre.

Sae suelta una risita.

Me alegro que sea el único divertido aquí.

— Eso no... — comienza Rin.

— Llevamos poco tiempo — me escucho decir —. No creo que sea necesario apresurar las cosas poniéndonos una etiqueta — miro a Rin y sonrío —. Me gusta como estamos ahora.

Y maldición si el destello en los ojos de Rin no hace que mi polla salte entre mis pantalones. Sé lo que significa ese destello y si sus padres nos descuidan, estaremos follando sobre esta maldita mesa en un segundo.

Bueno, no tan así porque no soy un exhibicionista, pero ustedes me entienden.

Me aclaró la garganta mientras Rin sigue mirándome y no puedo evitar sonreírle y darle un suave apretón de manos que me devuelve de inmediato.

— Dios, solo vayan a una habitación o algo — Sae rompe el silencio —. Están desbordando sexo.

— ¡Itoshi Sae! — reprende su madre con un jadeo —. Esas cosas en la mesa no.

Sae se ríe.
— Madre, como si no supieras lo que estábamos haciendo en nuestras habitaciones con nuestras novias de instituto.

Sae esquiva la servilleta de su madre y es hasta que su padre golpea la mesa que todos prestamos atención.

— Suficiente, no creo que sea correcto importunar a nuestro invitado — dice el señor y, bueno, no esperaba esa consideración de él pero ya que la tengo, la tomaré.

Aunque...

— ¿Tuviste novia? — susurro al oído de Rin.

Se encoge de hombros.
— Tenía que experimentar para saber mi sexualidad.

— Pobre chica — pincho.

— No realmente — me mira —. Ninguna de ellas se quejó.

Jadeo ante su desvergonzada respuesta.
¿Chicas? ¿O sea que hubo varias?

No puedo hacer mi pregunta porque Sae interrumpe con algo sobre ir a esquiar en navidad y toda la familia se pone a ello, dejándome a mí con un pinchazo en el pecho y mi pasta a medio bocado.

Incorrecto [Rinsagi+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora