22.

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El día siguiente, Saray se encontraba en su habitación, acurrucada en su cama, sintiendo cómo los pensamientos y emociones la abrumaban por completo. Había pasado una noche mágica junto al hombre con el que estuvo por primera vez íntimamente, y se encontraba completamente enamorada de él. Sin embargo, también se sentía abrumada y llena de miedos y ansiedad.

Por un lado, sentía una enorme felicidad al pensar en lo bien que se habían complementado esa noche, en cómo se habían entregado el uno al otro de forma sincera y apasionada. La sensación de sus cuerpos entrelazados, la calidez de sus abrazos y el roce de sus pieles aún seguían grabados en su mente. Se sentía afortunada de haber encontrado a alguien con quien compartir esa conexión tan especial, y no podía evitar sonreír al pensar en él.

Sin embargo, también sentía un profundo miedo y ansiedad al escuchar sus palabras: "quiero estar contigo para siempre". Esas palabras habían desatado en ella una ola de inseguridad y miedo. ¿Era ella realmente lo que él quería? ¿Podría mantener su interés y amor por ella en el futuro? ¿Sería capaz de ser una buena pareja para él?

Los pensamientos se amontonaban en su cabeza, y por un momento, se sintió paralizada por la incertidumbre y el miedo. Pero a medida que respiraba profundamente, se dio cuenta de que tenía que enfrentar sus temores y hablar con Axel. Tenía que ser honesta acerca de sus sentimientos y preocupaciones, y confiar en que juntos podrían encontrar una manera de hacer funcionar su relación.

Con esa determinación en mente, se levantó de la cama y se preparó para enfrentar lo que vendría. Sabía que no sería fácil, pero sentía una fuerza interior que la impulsaba a seguir adelante. Porque sabía que, aunque no sabía lo que el futuro le deparaba, estaba dispuesta a luchar por lo que realmente quería: estar con él.

Saray se dispuso a prepararse e irse a su casa para su sesión diaria, recordando que Axel casi le había suplicado que se quedara con él aquella tarde noche, a lo que ella se negó. Quería irse a casa, tomarse un tiempo para ducharse, mimarse y calmar las sensaciones que había recibido su cuerpo. Calmar las sensaciones que sentía su cabeza.

Cuando estaba a punto de empezar sus quehaceres, su móvil sonó.

—Hola ¿cómo estás? —dijo Saray con voz animada al responder el teléfono.

—Hola mi amor, estoy bien, pero un poco triste —respondió Axel con voz apagada.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Por qué estás triste?

—Verás, tengo la sesión de fisioterapia contigo hoy, pero el tratamiento no me lo puedo hacer y no sé si podré verte. Es una mierda —explicó Axel con un dejo de preocupación en su voz.

—¡Ah! Vale, ¿pasó algo?

—Lo siento mucho Saray, pero tengo un compromiso muy importante en el club de boxeo y no puedo perdérmelo. Ya sabes lo que significa para mí el boxeo actualmente, pero surgió una situación y tengo que ayudar a Diego, mi amigo. El que tú has tratado en la clínica, ¿te acuerdas?

—Claro, ¿cómo no?

—Pues eso, me pidió ayuda para dar unas indicaciones a unos luchadores nuevos del club y le prometí que iba.

—Pero no vas a luchar, ¿cierto? —preguntó Saray con preocupación.

—No —Axel se rio del comentario que ella le hizo—, no te preocupes, mi amor. No voy a fastidiar tus tratamientos, te lo prometo. Son solo unas directrices para los que están empezando.

—De acuerdo. Confío en ti.

—Puedes confiar. Jamás haría algo a tus espaldas y no soy un inconsciente, lo sabes ¿no?

Combate de Amor | Terminada y completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora