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Axel abrió los ojos lentamente, intentando enfocar la vista en su entorno. Todo estaba borroso al principio, pero poco a poco pudo ver que se encontraba en una habitación de hospital, rodeado de máquinas y cables.

Trató de moverse, pero un dolor agudo lo detuvo. Miró hacia abajo y vio que su cuerpo estaba cubierto de vendas y aparatos médicos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había pasado algo terrible.

—¿Saray? —llamó Axel con voz ronca, intentando encontrar a su novia.

—Aquí estoy —respondió Saray, que estaba sentada en una silla al lado de la cama.

Axel se esforzó por sentarse, pero Saray lo detuvo.

—No te muevas demasiado, Axel —dijo Saray con voz fría—. La recuperación del coma es un proceso lento y tú no llevas ni veinte y cuatro horas fuera de él.

Axel se sorprendió por el tono de Saray. Había esperado que ella estuviera aliviada al verlo despierto, pero en su lugar, parecía estar enfurecida.

—Lo siento, Saray —dijo Axel, tratando de disculparse—. No quería preocuparte.

—¿No querías preocuparme? —repitió Saray, con los ojos entrecerrados y lágrimas en los ojos—. ¿Acaso te importaba lo que yo sentía cuando decidiste luchar sin decirme nada? Después de todo lo que habíamos recuperado de tu hombro. Después de todo lo que pasamos juntos... ¿No querías preocuparme? —Su sonó acida e irónica.

Axel bajó la mirada, sintiéndose avergonzado. Sabía que había sido irrespetuoso con Saray al no contarle lo que pasó.

—Lo siento mucho, Saray —dijo Axel, tratando de explicarse—. No pensé que me lastimaría tanto.

—No se trata solo de eso, Axel —dijo Saray con voz firme—. Se trata de que confiaba en ti para que tomaras decisiones importantes en nuestra relación, y tú tomaste una que afectó a ambos sin consultarme.

Axel asintió con la cabeza, sabiendo que tenía razón. Se había dejado llevar por la emoción del momento y había olvidado lo importante que era el consentimiento de Saray.

—Lo entiendo, Saray —dijo Axel—. Prometo que nunca volveré a hacer algo así.

Saray suspiró, pareciendo más calmada.

—Lo sé, Axel —dijo Saray, suavizando su voz—. Solo quiero que sepas que te amo y que quiero que te recuperes pronto. Pero no sé si podemos estar volver a estar juntos. 

Axel hizo una mueca débilmente, sintiendo una sensación de desespero al escuchar esas palabras. Sabía que tenía mucho que hacer para recuperarse de sus lesiones, pero al menos creía que tenía a Saray a su lado para ayudarlo en el proceso.

—Saray... por favor... Entiéndeme. Esto era un asunto personal entre yo y...

—Tu madre me lo contó todo —dijo ella interrumpiéndolo—. Me contó la historia de tu hermana. Ojalá me lo hubieras contado tú a mí en vez de ella. Y que no me hubieras ocultado algo así.

—No es fácil —Sus ojos oscuros brillaron con fuerza.

—Además, lo que hiciste fue premeditado. No puedo creer que alguien a quien consideraba una buena persona fuera capaz de algo así. Me das miedo.

Axel intentó incorporarse, pero le resultaba difícil respirar. Estaba atrapado en aquella cama.

—Ten... ten paciencia conmigo, mi amor.

—No me llames así. No más. En este momento no quiero oír ninguna mentira más en esos labios.

Axel musitó algo que parecía un improperio, y, además, no tenía fuerza para luchar contra su propia debilidad, pero estaba asustado de que Saray estuviera ella misma asustada con su actitud. Lo último que deseaba es que ella tuviera esa idea de él.

Combate de Amor | Terminada y completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora