2. Saray

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«El tiempo lo cura todo. O al menos eso es lo que dicen. ¿El tiempo lo cura todo? A veces el tiempo alimenta el sentimiento negativo y lo hace más dañino, más nocivo. Es mejor ser para la vida que para cualquier otra cosa que no sea vivir.», eso pensaba Saray mientras caminaba por los pasillos del hospital.

Acababa de salir de otra consulta médica, en la que había oído lo mismo que las semanas anteriores. Nunca había sido una chica ruidosa ni chillona: hablaba en voz baja, casi avergonzada, y a menudo sus palabras salían como un susurro. Sin embargo, en aquel momento lo único que le apetecía era soltar un improperio a grito pelado. Y que se oyera en todo el edificio, incluso en el sótano, en los garajes y preferiblemente en el depósito de cadáveres.

Cada año, entre 50 y 60 personas donaban médula ósea en la Comunidad de Madrid para pacientes que necesitaban un trasplante y que habían resultado ser genéticamente compatibles con ellos. Todos se inscribieron un día como donantes de médula ósea y esperaron a que alguien los necesitara. En algunos casos tardaba meses, en otros años, otras veces, nunca llegaba a haber una persona compatible. Como la que no llegó para Saray.

Los ojos enrojecidos por el esfuerzo que estaba haciendo para contener las lágrimas que amenazaban con salirse por las pestañas, los labios temblorosos por los nervios y el nudo en la garganta que no la dejaba respirar bien, la siguieron hasta la puerta principal. Cuando salió del hospital, el aire gélido del invierno de Madrid refrescó su rostro carente. Y eso fue lo suficiente para detener su estado de rabia. Saray se sentía embravecida con su sentencia.

Atacada por una enfermedad mortal y traicionera, estaba condenada a morir. Era imposible describir lo que pasó por ella en aquel instante. Una desesperación muda y concentrada cuando el médico dijo: "Lo siento, pero aún no hemos encontrado un donante compatible y se nos acaba el tiempo". «No, no se nos acaba el tiempo», pensó. «Acaba, pero solo para mí.» Las rosas de su vida acababan de abrirse y ya tenían en su seno el germen de la muerte que iba a hacer que se marchitaran. Todos sus sueños para el futuro, sus esperanzas, su amor puro, todo eso era una visión que estaba a punto de desvanecerse, una luz que parpadeaba a punto de extinguirse.

Le costó un esfuerzo sobrehumano ocultar a la multitud la certeza que tenía de su estado. Iba a morir. En un día, en dos, en semanas, meses, pero no serían años. No sería tarde, si no temprano.

En ese instante, mientras aún seguía parada en la acera delante del hospital al que acudía incontables veces, su teléfono sonó. Saliendo de su ensoñación, cogió la llamada al quinto tono.

—¿Sí? —contestó con la voz taladrada.

—¿Vas a venir o no? —le peguntó su mejor amiga.

—Eh... sí —indicó desconcertada—. ¿Dónde estás?

—Madre mía, Saray, ¿dónde quieres que esté?, en el bar, esperándote.

—Vale, ahora voy.

Saray pensó que romper una amistad podía doler tanto como dejar al gran amor de una vida. Y a pesar de que, a sus casi 22 años, nunca había tenido un amor profundo, teniendo en cuenta el valor que daba a la amistad y el tipo de relación que tenía con sus amigas, sabía a ciencia cierta que la pérdida sería más traumática. Su amistad con Mónica era así. Una de esas amistades que se convirtió en una gran sororidad.

La gente siempre hablaba de lo difícil y físicamente dolorosa que era una ruptura sentimental, pero ¿qué pasaba cuando se perdía a un amigo? El vacío y la angustia que se sentía cuando ese «amigo siamés» se iba al otro lado del mundo, se evaporaba porque se había desenamorado, o no te perdonaba porque una discusión había supuesto la sentencia de muerte de vuestra relación, alegando "diferencias irreconciliables". Eso también era muy doloroso. Pero era más doloroso morir. Dejarlo para siempre. Dejar de lado la amistad por causas mayores. Otro duelo en su vida era la intensidad con la que Saray imaginaba que Mónica experimentaría su pérdida. Proporcional al amor y al afecto que sentía por ella.

Combate de Amor | Terminada y completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora