24.

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Hace algunas horas, la noche parecía eterna mientras Axel se sumergía en la oscuridad de su habitación, sin poder conciliar el sueño. La discusión con Saray aún resonaba en su cabeza, como una melodía triste que se repite una y otra vez sin cesar. No podía creer que todo hubiera terminado así, en una discusión por una cena estúpida con su exnovia.

Había intentado explicarse, contarle la verdad sobre aquella cena, pero ella no quiso escucharlo. La ira y los celos nublaban su juicio, impidiéndole ver la realidad de la situación. Él sólo había aceptado cenar con su ex para poner fin a una historia que ya no tenía sentido, para cerrar un capítulo del pasado y seguir adelante. Pero Saray no quiso escucharlo, no le dio la oportunidad de explicarse, y ahora todo parecía haber terminado.

La soledad se apoderaba de él, mientras se debatía entre la tristeza y la ira. ¿Cómo podía haber terminado todo así? ¿Cómo podía ella no confiar en él, después de todo lo que habían vivido juntos? De todo lo que le había dicho. La impotencia lo invadía, mientras sentía como la distancia entre ellos se hacía cada vez más grande.

Los recuerdos lo asaltaban, momentos felices junto a ella, risas, besos, abrazos... pero todo parecía estar desvaneciéndose en la distancia, como un sueño del que había despertado. Ahora, se encontraba solo, preguntándose cómo pudo haber llegado todo a este punto, y si alguna vez podría recuperar lo que habían perdido.

La noche se desvanecía lentamente, mientras él seguía sumido en sus pensamientos y en su dolor. ¿Cómo podría vivir sin ella? ¿Cómo podría seguir adelante sin la persona que había sido su todo durante las últimas semanas? Una lágrima se deslizó por su mejilla, mientras se preguntaba si alguna vez volvería a sentir la felicidad que ella le había dado.

Pero a pesar de todo, algo dentro de él le decía que todo tenía solución, que quizás ella aún lo amaba, que quizás había una oportunidad de volver a estar juntos. Y con esa pequeña luz de esperanza, se aferró a su corazón, dispuesto a luchar por su amor y a recuperar lo que habían perdido.

La noche pasó, y el sol comenzó a despuntar en el horizonte. Él sabía que tenía que hacer algo, que no podía dejar que todo se desvaneciera sin más. Así que tomó su teléfono, marcó su número y esperó, con el corazón en un puño, a que ella contestara.

Y entonces, por fin, sucedió. Ella respondió, y él tomó una bocanada de aire antes de hablar, dispuesto a luchar por su amor, por su felicidad y por todo lo que habían construido juntos.

—¿Saray? —preguntó Axel, haciéndose anunciar.

—¿Qué quieres?

Saray, que había pasado la noche lavada en lágrimas, no comprendía bien que pasaba por la mente de Axel, solo sabía que le habían roto el corazón. Su respiración golpeaba fuertemente su pecho. Pero su cabeza estaba llena de pensamientos, intentando mantenerla despierta. Se acordó de todas las veces que sintió los labios abrasadores de Axel devorándole la comisura de la boca, y eso la devolvió a la realidad. Él era su enemigo. Le estaba prohibido amarlo, pensó ella. Estaba comprometido con otra persona, comprometido a ser padre del hijo de otra persona. Y Saray no podía ni quería desempeñar ningún papel en la vida de Axel.

—No quiero tener miedo, pero lo tengo, y cada parte de mí me dice que no debería seguir así, no sé si soy yo lo que está mal o tal vez no; quiero intentar cambiar, no quiero perderte, pero me encantaría volver al principio. Sé que es culpa mía lo que ha pasado y lo siento. Lo siento muchísimo. Déjame hablar contigo, por favor —suplicó Axel, como último intento, con más esperanza que certeza.

Varias veces Saray había sentido que todo a su alrededor se volvía un desastre, que lo que estaba viviendo o pasando en este mundo, no le correspondía, que era inconsciente al no tomar el peso de lo que había logrado y que no valoraba. Y por eso, no estaba dispuesta a cometer el mismo error.

Combate de Amor | Terminada y completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora