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Mentiría si dijera que no se encontraba emocionado, ese mismo día había hablado con el director Yoshinobu sobre quedarse en su hacienda para "monitorear" al joven Zen'in, claro detrás de esa mirada seria nadie se daría cuenta de las verdaderas intenciones que este aprovechador tenía en mente.

-Ya veo, pero dime, porque quieres ayudarlo? no es muy propio de ti.- mencionó el anciano mientras acariciaba su barba.

-Se lo que se siente, perder a alguien que aprecias, igualmente considero que estar en la academia avivaría los recuerdos de sus seres queridos, así que pienso que es mejor que esté en un entorno mas tranquilo, desde luego lo vigilaré y le proporcionaré todas las comodidades que necesite.- dijo el albino quien se encontraba mirando atentamente al mayor frente a el.

-Bueno, en ese caso acepto tu petición, mañ-. -

-Agradecería que fuera hoy, debe ser muy doloroso para el estar confinado.- sin mas que agregar a la conversación, tomó su casaca y salió del lugar, él mismo iría a recogerlo.

Shoko le advirtió de lo sensible y vulnerable que podría estar el azabache, las recientes pérdidas de sus familiares de seguro le dejó afectado, por el momento no haría ningún movimiento, le daría un informe detallado del estado de salud de Maki para calmarlo un poco, trataría de quedase lo más cerca del menor el mayor tiempo posible (maldito aprovechado).

El camino a la enfermería fue muy silencioso, se preguntaba como se lo tomaría el clan, al ver al mismo heredero de los Zen'in habitando bajo su mismo techo, tendría que "hablar" para que sean hospitalarios, sin darse cuenta ya se encontraba en la puerta del consultorio de su amiga, sin educación alguna, entró como Pedro por su casa.

-Tienes mi informe?- preguntó mientras se recostaba en una de las camillas del lugar.

-Buenos días para ti también Gojo.- habló la mujer de pelo castaño, dándole una calada a su cigarrillo. -Aquí tienes.- dijo mientras le pasaba una carpeta.

-Gracias querida, sabía que podía contar contigo.- no esperó una respuesta de la mujer, hasta que ella se diera cuenta, Satoru ya había desaparecido.

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-Como te encuentras?- mencionó un preocupado Satoru, mientras colocaba un gran haori negro sobre el cuerpo del menor.

-Bien, gracias.- tapados por una sombrilla, fue encaminado por el más alto hacia un vehículo negro. -Nuevamente, gracias por acogerme en tu casa.- su vos apagada y suave era casi inaudible a los demás.

-No te preocupes.- sus brazos aun continuaban rodeando el cuerpo del menor, quien al parecer no le molestaba aquel contacto físico.

Todo el camino hacia la hacienda Gojo fue muy silencioso, el azabache se había dormido en el camino y Satoru no apartaba la mirada del mas bajo, era simplemente increíble la manera en la que lo observaba, como si la naturaleza hubiera buscado un especie de equilibrio en el mundo y a Dios le hubiese mandado su propia deidad para adorarla, siendo esta en un futuro, incluso un poco más débil que el, la mirada del peliblanco era de completa adoración, observaba con detalle cada rasgo, cada movimiento y gesto que realizaba el ojiverde.

-Pareces un acosador.- habló de repente el pelinegro.

-Ah?! Estabas despierto...- su cara se había tornado roja, causándole gracia al mas bajo.

-Joven Gojo, hemos llegado. - anunció Ijichi mientras detenía el movimiento del carro, por una vez en su vida le dio gracias mentalmente al de lentes por sacarlo de aquella vergonzosa situación.

Siempre en mi mente [Gofushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora