La primera vez que lo vio, fue un momento que quedará grabado en su memoria para toda la eternidad, sus bellos ojos eran como un par de esmeraldas y tan profundos como el diópsido, sus largas pestañas y su cabello azabache, tan suave a plena vista, al igual que su tersa piel, tan blanca como la nieve, tan fina como la porcelana, sus labios...dios, esos malditos labios, tan perfectos, tan deseables.
Gojo Satoru se había enamorado completamente de aquel muchacho, tan radiante, tan hermoso, tan elegante, aquella vez que lo vio y la única, fue hace ya 4 años y aún así no ha logrado sacarlo de su cabeza, todas la noches su cerebro deslumbra la imagen inmortalizada del hermoso ser en un paisaje con la esperanza de volverse a encontrar.
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Y ahí estaba de nuevo, sumergido en un sueño del cual no quería despertar, miraba atentamente al chico frente suyo, los colores del atardecer lograban perforar la pared boscosa que se encontraba tras el joven, pero solo podía hacer eso, solo podía observar a aquel muchacho que miraba a los pájaros del sitio y no a él, si por él fuera, se quedaría mirándolo toda una eternidad.
-Satoru despierta! ya llegamos- la voz conocida de su amigo pelinegro y un movimiento algo brusco lo levantó de aquel hermoso recuerdo.
-Carajo, estaba teniendo el mejor sueño de mi vida- se quejó a su compañero quien la verdad no le importaba mucho.
-El mismo que tienes todos los días, ya hombre supéralo, pareces una ex tóxica- el peliblanco no hizo mas que cruzarse de brazos y darle la espalda al contrario. -Además, estas seguro de que no fue una alucinación tuya? digo puede haya sido una falla en la realidad y en verdad ese chico ni si quiera exis-
-¡Claro que existe, yo lo vi con mis 6 ojos!- hizo énfasis en sus últimas 4 palabras haciendo un gesto con sus dedos, apuntando hacia sus orbes relucientes.
-Está bien hombre, cálmate- sin mas bajaron del auto que se encargaba de llevarlos a misiones.
A veces las palabras de su amigo Suguru le hacían sobre pensar las cosas, y si en verdad solo fue una alucinación del momento? podría haber sido causada por el estrés de esa situación, cuando fue nombrado líder de su clan a la edad de 13 años y todo el mundo lo estaba presionando, esperaban demasiado del él, de un niño.
-Que tenemos para hoy?- preguntó el joven del mechó al hombre de traje que los había llevado en carro.
El mayor sacó unas hojas que se encontraban en un archivador y procedió a leerlas -Bueno, según nos informaron que hay dos maldiciones de primer grado y posiblemente una de grado especial, las cuales fueron atraídas por la energía maldita de un dedo de Sukuna que se encuentra en el área, se les confiere la tarea de exorcizar a las maldiciones y recuperar el dedo de Ryomen Sukuna a los estudiantes de grado especial Satoru Gojo y Suguru Geto- culminó con la lectura y procedió a poner el velo para que los dos hechiceros se encargaran de la tarea.
-Bien, pues que esperamos- El peliblanco fue el primero en adentrarse en el edificio seguido por su acompañante azabache.
Decidieron dividirse y cada uno iría por una maldición de grado uno y al final ambos irían por la de grado especial de esa forma sería más rápido y efectivo, Suguru se encontró con una maldición que echaba chillidos estruendosos, su forma se asemejaba a la de un pescado y si no tenía cuidado esa cosa le terminaría reventándole los tímpanos; mientras tanto Satoru se topó con una que echaba relámpagos y tenía una forma parecida a humo o nubes.
Al final se reencontraron y se dirigieron directo al lugar en donde se sentía una presencia maldita abrumadora, la maldición de grado especial era capaz de crear alucinaciones, incluso para Gojo era algo complicado diferenciar que era real y que no, pese a su técnica, se terminaron atacando entre los dos, el más afectado resultó ser Geto, tanto por la técnica maldita de la maldición como por los ataques de Gojo, les costó mas de lo que esperaban, porque justo cuando Satoru lo tenía en la mira, la maldición activo otra de sus técnicas, inmiscuyó en el subconsciente del albino y con la información recopilada creó otra de sus alucinaciones, Satoru paró en seco, estaba estupefacto, frente a él, se encontraba aquel joven, pero esta vez lo miraba fijamente.
Gracias al cielo que Suguru logró recuperar la compostura y sacó del trance a su compañero antes de que fuese atacado, lleno de cólera el de lentes atacó brutalmente a la maldición, ya que esta se atrevió a tocar lo mas sagrado que había en su mente y usarlo contra él, eso no se lo iba a perdonar...ni a el ni a nadie.
Regresaron exhaustos a la academia y fueron directo hacía su amiga Shoko para que tratase sus heridas.
-Y eso fue lo que pasó, puede que no fuera tan resistente físicamente, pero su técnica maldita estaba a otro nivel, ni los 6 ojos de Satoru podían distinguir bien entre lo real y lo imaginario. - La joven escuchaba atentamente a lo que el pelinegro le contaba ya que su otro amigo seguía sin decir ni pio desde que llegó.
-Y tu ¿Por qué no dices nada? - la castaña fue ignorada en su totalidad y esto tiene una explicación bastante tonta por así decirlo, Satoru se sentía celoso, celoso de que alguien mas haya visto a su "niño dorado", celoso de que Suguru y esa maldición lo hayan visto, algo que se guardaba solo para él, así que estaba haciendo un berrinche por eso.
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Siempre en mi mente [Gofushi]
DragosteDesde aquella primera vez que lo vio, tal vez de manera fugaz, quedó totalmente enamorado de el, pese al tiempo, su corazón lo sigue buscando...