III

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Después de la primera semana de rodaje, tenían por fin un día libre.

Era viernes y, después de cinco días trabajando juntos desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, todos los actores se habían relacionado de la mejor forma posible, incluso podría decirse qué empezaban a ser amigos, realmente amigos.

Todos tenían una forma de ser bastante parecida, eran divertidos y profesionales, eran graciosos y responsables, eran inteligentes y amables. Y era agradable estar junto a ellos.

Aún le hablaban de usted a Bayona, Belén y Rachel, aunque les parecía extraño decírselo a la última pues eran de la misma edad, pero seguía siendo una de las productoras.

Realmente no habían tenido mucho tiempo para convivir con alguno de los tres ya mencionados, pues ellos se habían enfocado en las escenas, en que no hubiera errores por parte de ellos. En cuánto a los errores de los actores, a ninguno de producción le importaba tanto, sólo volvían a grabar y no hacían ningún reclamo, ningún regaño, nada. Bayona les dijo que podían experimentar, podían equivocarse, y que no era algo malo. Les había dado un poco de libertad actoral y todos lo agradecían. Sentían menos presión de la qué ya tenían por trabajar con Bayona como director, con la presión de ser lo suficiente buen actor y, con la presión de contar una historia como esa.

—¿Están listos?—llegó Agustín a la habitación de Matías, en donde se encontraban todos los demás.

Se pudo varios "sí", "listos", "ya vámonos", a la vez.

Pidieron un par de ubers y se dirigieron a un restaurante-bar de España, estaban emocionados. La mayoría nunca habían ido a España, y les emocionaba la idea de poder conocer un poco más del país, de poder visitar lugares famosos o turísticos.

Estaban todos juntos, sentados en tres mesas juntas, riendo a carcajadas, hablando en voz muy alta, uno que otro grito, un montón de cervezas vacías, llenas y a la mitad en la mesa. Ya habían cenado y los meseros ya habían retirado los platos.

—Yo estaba muerto del miedo, sentía que temblaba y que todos se daban cuenta.—contó Matías, cuando fue su turno de contar lo que sentía cuándo iban a conocer a Bayona y a todo el equipo.—Sentía que olía a sudor y no sabia que hacer o decir, pero al final creo que salió bien.

—Bueno, yo creía que iba a cagarme en los pantalones—contó Francisco Romero y todos rieron—Se los juro, sentía que si me relajaba sólo un poco, iba a cagarme en los pantalones.

—¡Yo también!—dijo Felipe riendo fuertísimo. A ninguno le importaba lo que cualquier otra persona en el restaurante pensara, estaban ellos, disfrutando de su compañía, disfrutando del lugar en el qué estaban y de lo lejos qué habían llegado en cuánto a su carrera.—Estaba de verdad asustado, pensé que incluso cuando me vieran trabajar, podían despedirme y enviarme a casa. Estoy tan aliviado de que no fuera así.

Todos dirigieron su mirada a Enzo, quién era un poco más reservado que algunos, pero no tanto como otros. Enzo sonrió, sabiendo que ya era su turno y que no podría evitarlo.

—Bueno...—sonrió de nuevo—Yo ya había tenido contacto con algunos del equipo. Yo hice tres audiciones presenciales en Uruguay. Ahí me dieron la noticia de que me quede en la película—rio y pudo ver la cara sorprendida de sus compañeros, así como las sonrisas qué después se pintaron en sus rostros.—Y la verdad es que lloré ahí, frente a todos.—rieron.—Pero es que no podía evitarlo. Aunque no los conocía a todos, por ejemplo a Belén, y a Rachel no las conocía.

—¡Rachel!—gritó Esteban Kukuriczka de repente, todos lo miraron y sonrieron inmediatamente después de escuchar el nombre saliendo de su boca.—Es preciosa, ¿no creen?

—Ella es...—a Francisco se le salió un suspiró inesperado, mientras buscaba la palabra correcta—Es increíble. Es preciosa, es muy inteligente y es increíble en lo que hace.

—Es verdad—habló Felipe—Me parece más atractiva cuando ésta diciendo "cámara tres por la derecha", ó "esta cámara va a subir pero no quiero que ninguno de ustedes voltee a verla"

Todos soltaron una carcajada al escucharlo imitar a Rachel, la verdad es que parecía ser la más dura de los tres, incluso mucho más dura qué Bayona, cuando todos creyeron qué sería al revés.

Por unos minutos, todos hablaban de lo bella qué era, de lo inteligente que era, de lo agradable qué parecía y lo firme qué era en cuánto al trabajo.

Habían algunos qué no comentaban mucho y solo asentían, confirmando lo que escuchaban decir a los demás. Después estaban algunos pocos qué no decían nada, cómo Enzo Vogrincic.

—¿Porqué no estas colaborando en la platica, Enzo?—escuchó a Matías a su lado, hablándole cerca de su rostro, con una sonrisa algo divertida y un signo de pregunta en sus ojos. Estaba intrigado en aquél silencio de su compañero, en su personalidad reservada e incluso misteriosa. Le caía bien, era de los que mejor le caían, y esperaba que fuera un sentimiento mutuo—¿No te parece guapa?, ¿ó simplemente no es de tu gusto?. Personalmente creo que es el tipo de guapa qué es el gusto de todo el mundo, ¿sabes?

Enzo sonrió divertido, sabiendo por donde iba la conversación de Matías, a quién ya consideraba un amigo.

—Sí, lo sé.

Matías alzó las cejas al no recibir nada más de su parte. Esperaba un comentario más, un elogio para Rachel, una mención de su rostro o su cuerpo, de su acento o su forma de trabajar.

—¿Es todo?

Enzo soltó una risita divertida qué no pudo controlar ni ocultar.

—Obviamente no es todo—lo miró, sonriente—Es guapa, muy guapa.—suspiró y lamió sus labios—Pero no creo que sea correcto hablar de ella cuando es nuestra jefa

Los demás escucharon aquello y se callaron. Lo miraron, pensando en que tenía razón, pero tampoco querían dejar de hablar. Aún no tenían un tema de conversación base puesto que no se conocían, y Rachel parecía ser ese tema de conversación qué los unía.

—Bueno, pero tampoco estamos hablando cochinadas de ella—se defendió Felipe y a los demás.—Sólo estamos admirando su belleza, a lo lejos.

—Es una mujer con la que trabajamos, Enzo. La vemos todos los días y la veremos todos los días, por mucho tiempo.—le siguió Esteban. Y después Francisco continuó;—Es la primera semana, aún podemos verla solamente por su belleza física y mental qué conocemos, pero después la vamos a ver como una amiga, o una hermana, o quizá como una compañera de trabajo y ya.

—Yo tengo pareja, así que no digo mucho, pero los ojos no pueden negar el atractivo de otra persona.—comentó Agustín, que no decía mucho desde que hablaron de Rachel, sólo asentía de vez en cuándo.—Y no solo de Rachel, eh, que desde aquí y con las tres cervezas qué llevo, Matías me parece un bombón.

Todos rieron al unísono y Matías negaba con una sonrisa tímida en el rostro, mientras pensaba un tema para evadir qué siguieran bromeando sobre él, aún no tenía esa confianza con todos ellos.

—Bueno, que a mi me gustan más así como Belén—bromeó Simón, y todos rieron. Era el más pequeño de todos, apenas con dieciocho años. Y Belén rondaba los cuarenta y tantos.

—Bueno pero es que no está nada mal, tampoco.—le siguió Felipe. Esteban y Francisco rieron divertidos y asintieron, dándole la razón al primero.

La conversación se tornó a otros temas más graciosos después de eso, a bromas, a chistes, a anécdotas divertidas, y demás.

Lo único que sabían es que seguían tomando mientras reían, se relajaban y disfrutaban de ellos mismos, de sus compañeros y de España.

Rachel RodríguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora