Rachel salió del hotel dos minutos después de ver el mensaje de Enzo avisandole qué había llegado y que estaba afuera.
Lo vio y lo saludó con un abrazo, con los brazos alrededor de su, -increíblemente masculino-, cuello, y un gran beso en los labios, con esa desesperación de días aguantando besarse frente a los demás.
Decidieron ir a caminar por un parque cerca del hotel. Enzo quería ir lento con Rachel, quería conocerla de verdad y para eso sentía que debía ir lento. Aunque ya estaba claro que estaban conociéndose, era muy poco tiempo desde que empezaban a salir como algo más que compañeros de trabajo, y no quería arruinarlo yendo muy rápido y al final hacer las cosas incómodas entre ellos, puesto que también afectaría a todo el ambiente laboral, cosa que los limitaba a ambos.
—España es bastante lindo, eh—habló Enzo, admirando lo bonito del parque y los grandes edificios a lo lejos.
—¿Es la primera vez que vienes?
—Sí—sonrió y la miró—la verdad que no salgo mucho de Uruguay, o de Montevideo.
Ambos soltaron una risita por ello.
—Yo he vivido aquí un buen tiempo.—admitió.—Tengo un departamento aquí, bueno, en Madrid.
—¿En serio?—preguntó incrédulo. Rachel asintió. Le parecía increíble que ella, siendo cuatro años más joven que él, tuviera un departamento en Madrid y que en su carrera profesional era ya mundialmente conocida.—¿Qué otros secretos tienes, Rach?
La mencionada sonrió con algo de pena, y luego agarró el brazo de Enzo, abrazándose a éste.
—No es un secreto, sólo no son cosas que vaya diciendo por ahí.—se encogió de hombros—Pero por sí quieres saber, tengo dos departamentos y una casa. La casa está en México, que me regaló mi mamá cuando cumplí dieciocho, ella sabía que me iba a ir de la casa y bueno, lo compró para mí. Un departamento en Nueva York, porque todos queremos ir a Nueva York en nuestros veinte, y el de aquí.
—Es impresionante lo que haz hecho a tus veinticinco—su rostro demostraba total admiración por la castaña, quién a la vez llegaba a sentir algo de pena
—Sí, bueno, mi carrera se hizo fácil por mi papá, y por su dinero. Sin eso, quizá no sería nadie—admitió. Le daba pena qué su futuro siempre estuvo comprado, prácticamente.—Yo nunca tuve que esforzarme demasiado para llegar a una película, o para salir del país. Mi papá siempre me facilitó todo y, a veces he pensado que mi talento también fue comprado
—No digas eso, Rachel. Eres de las mujeres más talentosas que he conocido.
—Sólo piensa en esto; todo lo que sé, me lo ha enseñado Bayona. Es cómo sí solo fui a clases, aprendí y ya está, tengo contactos muy buenos.—lo miró—Todos ustedes, en cambio, estuvieron en castings, en teatro, en papeles secundarios, en lugares donde no los escogian a ustedes para los papeles, donde no les daban la oportunidad de demostrar su talento. Eso es algo que debes admirar, Enzo, no lo que el dinero me ha comprado.
—No seas dura contigo misma, Rachel. Tienes talento, demasiado. Yo estoy trabajando contigo y te juro,—la miró, deteniendo el paso de ambos—qué eres tan talentosa como dices que nosotros lo somos.
Rachel le dio un abrazo, un beso en la mejilla, justo en el hoyuelo qué se le hace al sonreír y después uno en los labios.
—Tú también tienes que creer en todo el talento que tienes, Enzo.
—Vinimos a hablar de ti, eh. No de mi.
—Vinimos a hablar de los dos. Los dos estamos interesados, ¿no?—Enzo asintió, con esa sonrisa—Yo también quiero saber sobre ti.
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Rachel Rodríguez
FanfictionTodos conocen al director de cine J.A. Bayona, pero el equipo con el que trabaja a veces se queda en las sombras. Rachel Rodriguez es una productora mexicana con la que Bayona ha trabajado por años, y en el nuevo proyecto del director, "la sociedad...