» Él era todo él, hasta los huesos. Todo Baratheon, nada Lannister. «
Desde las ventanas de la cámara de parto, los llantos de un primogénito se filtran, los rayos centelleantes de una tormenta furiosa brillan sobre él, como si la propia tempestad q...
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11. | Un vistazo de un ciervo furioso. ━━━━━━━━━━━━━ [ season two & three. ] ㅤㅤ
⚠️TW:Descripción gráfica de intento de 4busos3xu4l. Leer bajo riesgo. ㅤㅤ ㅤㅤ
Renly Baratheon estaba muerto.
Los rumores se esparcían como veneno en una copa de alcohol, llegando a la Capital y causando nada más que alegría en Joffrey y su madre.
Apesar de que probablemente su cadáver ni siquiera estaba frío aún, los nobles de Desembarco del Rey y caballeros incluso, no hablaban bastante bien del menor de los tres hermanos Baratheon. «Pasó sus días chocando espadas con Loras Tyrell bajo sus sábanas de seda costosa», decían, «en lugar de tomarse su posición en serio.» Raiden, sin embargo, no sabía cómo sentirse. Por supuesto, Renly Baratheon era su tío y aunque habían entablado una conversación breve una vez, él no lo había conocido lo suficiente como para llorar su muerte. Se preguntó, tal vez, qué habría resultado de su relación si Cersei nunca hubiera intentado deshacerse de él.
Quien parecía tener sentimientos encontrados, no era nadie más que el mismísimo Tyrion Lannister. La pérdida de Renly provocó lo esperado. Bastión de Tormentas le abrió sus puestas a Stannis Baratheon. Oficialmente, Lord Stannis superaba a los Lannister en su vanguardia y en sus flotas de navíos, y su ataque a Desembarco era inminente.
Raiden lo sabía. Las probabilidades de vencer eran pocas, casi nulas, por lo que huir era una opción considerable con cada día que pasaba. Si la propia sombra de Stannis, según uno de los tantos rumores que escuchó, había matado a Renly por querer intervenir con su "sucesión", ¿cuál sería el destino esperando por él? Porque estaba seguro de que no sería recibido con los brazos abiertos. Si la Capital llegaba a caer en manos del único hermano vivo de los Baratheon, Raiden encontraría a Sansa y se aseguraría de huir con ella lejos del campo de batalla.
Esa mañana, Bronn había sugerido que se abrigara bien, pero que no usara nada llamativo. Él cumplió. Iba vestido con una armadura de pecho de cuero que solía usar durante los entrenamientos con Robb en el Norte, unos pantalones gruesos y sobre sus hombros una capa negra azulada caía sobre sus hombros. Se alegró de haber obedecido. El frío en la larga y húmeda bóveda le hizo sisear por lo bajo, y la punta de sus dedos estaban heladas.
Estaban en algún lugar bajo la colina de Rhaenys, detrás del Gremio de los Alquimistas. Raiden tenía que entrecerrar sus ojos para ajustarse a la oscuridad de las paredes, y la única luz procedía de la lámpara de aceite sellada de hierro y vidrio que Hallyne el Piromante cargaba con sumo cuidado.
Los ojos de Tyrion inspeccionaban con cautela un recipiente redondo y arcilloso, un poco grande para su mano.
—Con cuidado, mi Lord. —la voz del viejo Hallyne, vestido con una extraña túnica desgastada de capucha amarronada, le advirtió. Raiden estiró la cabeza para ver la arcilla en las manos del enano, notando el líquido verde brillante dentro. A su lado, Bronn, parecía desinteresado.