» Él era todo él, hasta los huesos. Todo Baratheon, nada Lannister. «
Desde las ventanas de la cámara de parto, los llantos de un primogénito se filtran, los rayos centelleantes de una tormenta furiosa brillan sobre él, como si la propia tempestad q...
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16. | Alas oscuras, palabras oscuras. ━━━━━━━━━━━━━ [ season two & three. ] ㅤㅤ ㅤㅤ ㅤㅤ
—He visto a tu madre no hace mucho. Tiene muchas ansias de verla. —la voz de Petyr Baelish fue un susurro bajo, casi confidencial.— Y a su hermana. —añadió, lanzando el anzuelo y esperando su reacción.
Sansa alzó la mirada, incrédula. Un nudo se formó en su garganta.— ¿Arya está viva? —su voz tembló.
Lord Baelish la miró, con una calma que confirmaba su pregunta, al mismo tiempo que apartó la mirada, recordando que había ojos observando todo el tiempo. Aún así, el alivio de que su hermana pequeña estaba a salvo fue tan repentino que dolió en su estómago. Sansa apretó los labios, temiendo que la emoción la traicionara. Pero una parte de ella, pequeña y endurecida por el dolor, no creyó del todo.
—Usted dijo que podría llevarme a casa. —le recordó, con la voz más firme de lo que sentía.
—Y usted dijo que Desembarco del Rey es su hogar. —Baelish respondió. Ambos estaban de pie al borde del muelle, con las manos ocultas bajo la capa, mirando los barcos que se mecían al ritmo del oleaje.— Es propiedad de la Corona. Robarla sería alta traición. Si se lo dijera tan sólo a alguien...
«Se refiere a Raiden»
—No le diré a nadie. —ella prometió, su voz llena de confianza.
—¿Cómo voy a saberlo?
—Porque soy una terrible mentirosa. Lo ha dicho usted mismo. —las gaviotas graznaban sobre los mástiles, y el murmullo del agua contra los cascos parecía el único sonido honesto.— Por favor, Lord Baelish. Dígame qué hacer. Dígame cuándo.
Baelish la observó un largo momento.— Espero noticias sobre una misión que me alejará de la capital. —anunció él, dándole la espalda para mirar las olas.— Cuando zarpe, es posible que pueda llevarla conmigo. Pero deberá estar lista con muy poca anticipación.
El viento le levantó el cabello, y por un instante creyó oír la voz de su madre entre el rumor del agua. Cada vela que partía hacia el horizonte la hacía pensar en libertad; en un lugar donde el nombre Lannister no significara miedo. Entendía los riesgos y, aún peor, las palabras de Raiden sobre no confiar en Meñique se repetían una y otra vez en su cabeza, como campanadas de guerra.
Y, como si los Dioses estuvieran decididos a probarla, una invitación llegó.
Lady Margaery Tyrell y su abuela, la famosa Reina de las Espinas, Lady Olenna, la invitaban a los jardines a una reunión con las demás damas de la Casa Tyrell. Parecía de lo más inocente, pero cada vez que Sansa leía la invitación, sentía una punzada en la boca del estómago.
«Ahora va a ser reina; es hermosa y rica, y todos la adoran. ¿Por qué quiere cenar con la hija de un traidor?»
Supuso que sería por curiosidad; quizá Margaery Tyrell quería conocer de cerca a la rival que había desplazado. Pero, mientras más intentaba descifrar las intenciones de la Tyrell, más sospechaba Sansa. Quizá buscaba burlarse de ella. Podía ser como Cersei, lanzando palabras como dagas, que le provocaban el demasiado familiar retorcijón en el estómago. O como Joffrey, recordándole lo estúpida que era. Quizá estaba siendo injusta con Margaery. Quizá la invitación no era más que una simple cortesía, un acto de bondad. Podría no ser más que una merienda. Pero estaba en la Fortaleza Roja; estaba en Desembarco del Rey, en la corte del Rey Joffrey Baratheon, El Primero De Su Nombre, y si una cosa había aprendido Sansa Stark allí, era a desconfiar.
